Relato de Juan Rízquez por el Día Internacional de la Mujer

Juan Rízquez Molina

Aquella mañana, igual que todos los días, en aquella casa todos se preparaban para ir al trabajo. El padre había madrugado más por tener un turno en la fábrica de seis a dos. La madre entraba en la oficina a las ocho y desayunaba precipitadamente, ya que tenía el tiempo muy justo para llegar a su hora. Los tres hijos, de ocho, diez y doce años tomando el desayuno, con las mochilas puestas en las espaldas.

Con el último bocado de la tostada en la boca salían por la puerta precipitadamente para coger el autobús que los recogía a unos metros de su casa para dejarlos en el colegio.

¿Cómo se quedaba la casa?

El microondas sucio, el tostador igual, incluso conectado, en la mesa,  todos los cubiertos de haber servido el desayuno, servilletas de papel sucias, el bote de tomate, el recipiente del aceite, la mantequilla, las sillas ninguna en su sitio, los vasos de haber tomado la leche todos sucios, las cucharitas igual, las camas sin hacer, los pijamas en el suelo de los dormitorios – en fin un desastre.

¿Quién arreglaba todo aquello?

Aquella  mujer de setenta años que era la madre de aquella única hija y viuda desde hacía más de veinte años, abuela de aquellos tres nietos, que por encontrarse todavía en unas condiciones físicas, que a pesar de dolerle todos sus huesos, se defendía haciendo las labores de la casa, gracias a la lavadora, que desde que la compraron dejó de lavar a  mano.

A las ocho y medía empezaba el horario de trabajo de esta mujer. Primeramente la cocina, empezando por lavar toda la vajilla de la noche anterior – que como no había una hora fija para cenar – se acumulaban los platos sucios para por la mañana, todo lo sucio del desayuno, limpieza de la cocina y a la misma vez preparando la comida para el media día, que todos llegaban a las dos y no hacían nada más que sentarse en la mesa, diciendo, ¡¡venga abuelita que traemos hambre!!. Arreglar cuatro dormitorios, barrer y quitar el polvo a todo el piso, preparar la lavadora, tender la ropa, y por la tarde, de que fregaba la vajilla y tiraba la basura, recogía la ropa seca y se ponía a planchar

Aquella mujer lo único que disfrutaba, mientras planchaba, ver el programa de Ana Rosa «el chismorreo» de las revistas del corazón. Cuando venía la hija, se iba hacer «aeróbic». Los niños a su cuarto a estudiar y ella preparando la cena, al gusto que cada uno quería. Cuando esta mujer se sentaba a las diez de la noche, no podía ver ni televisión ni nada, era a dormir.

Aquella mañana era ocho de Marzo, se celebraba el día de la mujer trabajadora, cuando se iba la hija le dice a la madre, hoy no me esperes para comer mamá, que vamos a celebrar el día de la mujer  trabajadora y nos juntamos las amas de casa para comer juntas, tú le preparas lo que quieras a Ramón y los niños.

Cuándo  llegaron los niños a la casa y se sientan en la mesa, le preguntan a la abuela, ¿No ha venido todavía mi mamá a comer?

No Pepito, hoy  es el día de la mujer trabajadora y tu madre lo está celebrando con las amas de casa.

Abuela, ¿Y a donde lo están celebrando?

Yo creo que me ha dicho en el Hotel Hidalgo.

Abuela, ¿por qué no me llevas que quiero ver a mi mamá?

Ve tú solo.

Abuela, yo quiero que tu vengas conmigo.

La convenció y dispusieron los dos camino del Hotel Hidalgo.

Cuando llegaron, al querer entrar donde se estaba celebrando aquella reunión de mujeres trabajadoras, el camarero los detuvo diciendo que aquello no era ni para niños ni para viejos.

Pero Pepito insistió diciendo que quería ver a su mamá.

Pasó, y dirigiéndose a la presidencia, que ocupaba su mamá, se quedaron todas sorprendidas.

Y aquel niño, que ha pesar de tener doce años, en aquellos momentos se vistió de hombre se dirigió a todas y pidiéndoles un momento de silencio les dijo solamente.

¿Es que el DIA DE LA MUJER TRABAJADORA NO ES NADA MÁS QUE PARA LAS QUE COBRAN?

Y LAS QUE TRABAJAN COMO MI ABUELA Y NO COBRA ¿CUÁNDO ES SU DÍA?

Aquellas mujeres se pusieron todas de pie, y dando un fuerte aplauso la sentaron en la presidencia cubriéndola con todos aquellos ramos de flores que habían recibido

Aquella mujer había recibido el único homenaje después de setenta años como mujer trabajadora

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8 comentarios
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  1. A proposito del articulo de Juan voy hacer un pequeño comentario y es que Juan lo ha descrito de manera impecable: La familia es uno de los negocios mas antiguos del mundo, donde todos disfrutan del mismo pero solo UNA trabaja para mantenerlo (afortunadamente ya esto va cambiando poco a poco). El negocio de mi familia lo forma la siguiente plantilla: El padre, la madre, dos hijas, un hijo, dos yernos, una nuera y una nieta. Pero si me preguntan que cuantos trabajadores hay en el mismo, solo puedo decir que hay una trabajadora que es la madre.Y para colmo cuando al resto nos preguntan: ¿Tu mujer trabaja? ò ¿Tu madre trabaja?, respondemos todos lo mismo y de forma contundente: NOO.
    De forma muy lenta el resto de la plantilla nos vamos incorporando a las penosas tareas del hogar, pero hemos tenido que ver primero flaquear a la persona que lo ha mantenido hasta ahora, penoso,¿verdad?.
    El dia 8 se celebra el dia de la mujer trabajadora y mi esposa esta incluida entre ellas aunque trabaje por cuenta propia y digo propia no por que tenga un negocio sino por que su trabajo diario es el de su hogar.Nadie duda que ese reconocimiento de la sociedad les alaga, pero lo que las harìa felices es si ese reconocimiento tambien lo recibieran de su familia por la que tanto han trabajado.

  2. Mi más cordial en hora buena, por tu relato ,es tal cual como se vive el día día, lo paradójico de esto es que siempre no hay un nieto o nieta que se preocupe de poner a esta persona en lugar que le pertenece. Lo vuelvo a repetir mi más cordial enhorabuena.
    Un saludo.

  3. Mi más cordial en hora buena, por tu relato ,es tal cual como se vive el día día, lo paradójico de esto es que siempre no hay un nieto o nieta que se preocupe de poner a esta persona en lugar que le pertenece. Lo vuelvo a repetir mi más cordial enhorabuena.
    Un saludo.

  4. no sé cuándo ni por qué pero ésto ya lo había leído u oído en algún sitio :S

  5. He leído tu escrito con retraso por no conocer hasta ahora Martos al día. Me parece: emotivo, preciso, claro y conciso, sobre todo, con una moraleja directa a la sociedad, contundente y ejemplar.

    ¡Enhorabuena, Juan! Has reflejado con gusto exquisito la vida misma.

    ¡Dios te bendiga!

    Mari Carmen Gª Franconetti.

    Sevilla, 31-7-09

  6. Hola de nuevo. Juan me gustaría saber tu correo electrónico, así como el del otro compañero, José Castillo. Soy informática novata aún, así que aprenderé poco a poco, pero muy decidida ¡Faltaría más! Mi correo lo debe tener registrado Luis Manuel y le autorizo a darlo, pero sólo a vosotros.Amistosamente.
    Sevilla, 28-8-09

  7. El descubrimiento de «Martos al día», me alegra de volver a saber de tí y de José Castillo, compañeros de nuestro entrañable «Día a Día».Me gustaría saber vuestros respectivos correos elctrónicos, si os parece.autorizo a Luis Manuel a daros el mío, sólo a vosotros, por cuya gestión le quedaré agradecida.
    Amistosamente.

  8. ¡Hola, Juan! Sin querer borré tu correo eléctronico. Si tienes un ratiro, un día de estos, me lo envias, si quieres. Autorizo a Luis M a darte el mío. Me ha dado mucha alegría saber que sigues escribiendo, es estupendo. ¡Cuántos recuerdos buenos tengo de todos vosotros!
    Un abrazo.

    Mari Carmen

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