Archivo por 19. abril 2009

OFERTON en AUTOESCUELA SOLIMAR



Disfraces para un Antifaz, de José Castillo

“Muy cerca de Venecia hay un sitio donde el reloj anda envejeciendo y donde nunca es carnaval… Cuando Daniel estaba en compañía de alguien necesitaba un antifaz para poder cerrar el cajón de la imaginación, que sólo abría con la llave de la soledad…” (De L’angelo Daniel, capítulo primero de 49 disfraces para un antifaz).

Hola a todos, mi nombre es José Castillo, os escribo para dar a conocer mis letras, gracias al escaparate de Martos al Día. La verdad es que hace tiempo que escribo, es como una necesidad para mí. En todo este tiempo nunca había pensado en publicar un libro, ni en intentarlo siquiera. Escribía en la revista Día a día hasta que se cerró con el año 2007. A partir de ahí he seguido escribiendo a través de un blog personal manteniendo mi seudónimo, que espero que algunos conozcáis: http://elantifazz.blogspot.com/

En estos tiempos en los que la comunicación no es un problema, sino más bien lo que comunicamos, encontré una forma nueva de editar un libro. Con 50 de los relatos que hay en el blog he construido un libro y lo he presentado a un concurso. Al ganador le publicarán el libro y será promocionado por Bookandyou. Lo que necesita el ganador son votos, y es justamente lo que vengo a pedir en esta nota. Cada usuario puede votar una vez por semana. La votación se cierra el 10 de Mayo (sé que no queda mucho). Si os gusta lo que escribo, si soy capaz de comunicar algo independientemente del medio, si simplemente os apetece, os dejo el sitio donde está mi libro para que podáis votarme. De todas formas, el objetivo primero de cada palabra que escribo no es un voto, sino que sea leído por vosotros; es para eso para lo que estoy aquí, para que conozcáis quién soy, o quien puedo ser cuando os hago pensar. Gracias a todos de antemano, y especialmente a Martos al Día.

José Castillo.

http://www.bookandyou.com/custom.php?page=VIEW_SUMMARY&b=769

“Me decidí a comprar una media máscara… La cogí como si fuera de algodón y me la probé. Sentí como si pesara menos, como si me hubieran quitado la losa de la vergüenza, del miedo al ridículo; además de eso, me quedaba estupendamente… El tacto de la cara interior era un secreto reservado sólo para mí. Y mejor aún me sentí cuando comprobé que el antifaz no interrumpía ninguno de mis sentidos. Salí de la tienda imaginaria por la puerta de la imaginación, y con las manos heladas como un enamorado encendí un cigarrillo que fui a fumarme a la ventana…” (De El espejo, último capítulo de 49 disfraces para un antifaz).