DIARIO DE UNA MARUJA… NANEAR
Que en marteño significa hacer nada, cancanear, dejar pasar este tiempo lento, tamizado, como de reloj de arena por el que estamos atravesando a la espera de los grandes cambios. Es mi opinión personal, valga la redundancia. Mi opinión personal. Yo es que alucino cuando oigo decir esto. Que dan ganas de contestar: pero alma mía, si la opinión es tuya, es personal. En fin, bueno, venga, vale y todos los latiguillos con que adornamos las frases para ahorrarnos palabras, tema que desarrollaré en otra ocasión en que tenga que nanear. Que es lo que estoy haciendo en estos momentos: nanear, esperar por dónde nos van a meter los tijeretazos para poder emitir mi opinión personal, valga la redundancia. Los catalanes ya han abierto el camino.
Y además, en calentito, al día siguiente de las elecciones. Porque sí, porque compartida, la vida es Mas y porque las cosas hay que hacerlas en caliente, que eso gusta. Lo que ya no me gusta tanto-que el lector me saque de dudas si no es así- es la opinión, casi generalizada, de que nos merecemos todos los recortes que vendrán.
Y ese fatalismo que palpo en el ambiente, no me gusta nada, la verdad. Pero, en fin, bueno, venga, vale. Como diría la marteña que soy, “hay gente pa’ to”. Como hay gente que dice que el copago en realidad, será repago y que no puede haber una Sanidad de primera y otra de segunda. Que esa opinión personal la dijera algún votante del Pepé, me haría pensar. Sobre todo, en el valor de la fidelidad. Que me darían ganas de decirle: pero alma de cántaro, ¿de qué te quejas? Para mí, que no sería auténtico pepero. En fin, bueno, venga, vale.
El rasgo característico de la izquierda, según leo por ahí, es que de tan crítico como es con la izquierda, se hace criticón y se pasa. Concretamente, al otro lado. Pero bueno, en fin, venga, vale. Y como en este tiempo del mencionado naneo tienes que pensar aunque no tengas ganas, pues yo pienso que de haber estudiado en tiempo y forma, hasta dónde podría haber llegado. A alcaldesa, no, porque visto lo visto cualquiera puede llegar a ello sólo con gustarte. Otra cosa es que sirva. Y como estoy segura de no servir, pues naneo y pienso.
Concretamente ahora mismo estoy pensando en que los asesores de imagen dejan de nanear y cumplen. Lo digo porque en el último Pleno sólo se cortó el micrófono a la oposición una vez. O dichos asesores han dejado de nanear, o los 6.380 votos socialistas marteños de las pasadas elecciones han surtido el efecto necesario para calibrar que cuando se le corta el micrófono a la oposición, en realidad a quien se les está cortando es a esos miles de votantes. En fin, bueno, venga, vale.
Otro pensamiento naneante es el por qué declino las invitaciones que llegan a mi ordenador para entrar en las redes sociales y creo, sin temor a equivocarme que tal desidia se debe a que no quiero dejarme influir por las modas. En eso soy muy Ángela Mérkel. El parecido de nuestro fondo de armario, lo corrobora. Se ve claramente que los asesores de imagen de esta dirigente, nanean lo suyo. Los míos, o brillan por su ausencia o los determina las exigencias del mercado. Concretamente del mercadillo. Con el que de verdad tengo algo en común, -algo es algo- es con Rajoy: los dos nos teñimos las canas.
Trini Pestaña