La Domótica que viene…Lara de Tucci
De Redacción | 29. noviembre 2011 | Categoría: Clásica, En Portada, Opinión | Sin comentarios » ComparteTweetLara de Tucci | No hace mucho se celebró en Madrid el Salón Inmobiliario; una feria que presenta, entre otras cosas, los últimos avances de lo que los técnicos han dado en llamar la domótica; la tecnología punta para dotar la vivienda de una inteligencia programada al gusto y necesidades de los usuarios. Una vivienda donde todo esté imaginado y realizado para facilitarle a los moradores de la misma la labor doméstica y que tengan un escape, tras las horas de trabajo fuera del hogar, hacia actividades de ocio, de expansión o, simplemente, de descanso más prolongado.
De la misma manera, amigo lector, que puede tener la información general de última hora con sólo enchufar el ordenador y acceder a Internet, sin tener que molestarse en ir al kiosco de Prensa; de la misma y fácil manera, digo, podrá dentro de poco accionar, por ejemplo, el microondas por medio del móvil desde su puesto de trabajo y darle a la comida que antes haya dejado dentro del artilugio la cocción deseada. Y quien dice el microondas, dice igualmente el lavavajillas y la lavadora, u ordenar que un pequeño robot se pasee, con unos movimientos como de juguete teledirigido, por todos los rincones del piso aspirando el polvo del suelo y dándole lustre al pavimento.
Pero dentro de todas estas ventajas y facilidades que tendrá el hogar de un futuro ya a la vuelta de la esquina -tan a la vuelta de la esquina, que ya hay quien las disfruta por ahí-, también contará con otras conveniencias incluso de mayor estimación. Sobre todo si los usuarios, viviendo solos, tienen alguna incapacidad que los haga dependientes de los demás; los de la tercera edad, y los que tienen especiales necesidades de ayuda para desenvolverse. Pues a su alcance y para facilitarle la existencia, la domótica ha ideado sistemas que, entre otras cosas, detectan escapes de agua, fugas de gas o el más insignificante conato de incendio; poniendo al instante las averías y las emergencias en conocimiento no sólo de los habitantes de la vivienda, sino, también, de los técnicos encargados de subsanarlas. Sistemas que incluso están capacitados para avisar de la eventualidad de algún intruso dentro del perímetro de la casa.
En estas viviendas, toda actividad casera estará programada por medio de livianos aunque sofisticados aparatos que se instalan en los lugares más idóneos. Como es el caso del ligero brazo articulado que le alcanza desde la mesita de noche a la cama, a quien tenga necesidad de ello, la bandejita con el vaso de agua y las pastillas a la hora estipulada para la medicación.
Claro que no se detienen ahí los avances de esta técnica de la domótica. Pues así como se puede leer MARTOS AL DÍA aunque estemos de vacaciones a mil kilómetros; también desde nuestros lugares de descanso vacacional lejos de casa, con el teléfono móvil se puede lograr que se rieguen las plantas del jardín o de la terraza; que se abra el agua de la cisterna para que el inodoro esté limpio e higienizado, y que se levanten las persianas y se corran las cortinas para ventilar convenientemente las habitaciones. O ver, a través de la pantallita del mismo móvil y para mayor tranquilidad de los desplazados, cualquier dependencia de la vivienda y comprobar que todo está en el orden en el que se dejó.
Ni mucho menos es aventurado decir, en estos tiempos en los que muchos valores se están perdiendo, que sería una domótica perfecta si, entre tanto adelanto, la técnica y la inventiva electrónica tuvieran también la ventaja de intervenir, ahora que las conductas correctas flaquean a fuerza de no practicarse, en el seno de los matrimonios que van a la deriva, para enmendar el declive de la familia y, sobre todo, para eliminar la violencia doméstica, que tampoco hay quien la pare. Pero eso no es asunto de los ingenieros electrónicos; eso es cosa de los textos de Humanidades, principalmente de la Religión, cuyos estudios desestiman cada vez más nuestra sociedad y buena parte de los representantes políticos que tenemos.