¡CAVA ESPAÑOL!… Lara de Tucci
De Redacción | 1. diciembre 2012 | Categoría: Clásica, En Portada, Opinión | Sin comentarios » ComparteTweetLara de Tucci | Desde días antes del fracaso de CiU y del propio Artur Mas en las elecciones catalanas del 25-N y algo mosqueados por la actitud del citado candidato, así como por la de otros políticos de su equipo y de los de ERC, hay quienes vienen lanzando la idea de que el cava y otros productos catalanes dejen de comprarse y de que en las consumiciones hogareñas del resto de España prescindan, en las ya próximas Navidades, de los alimentos provenientes de aquellas cuatro provincias.
Repito que las personas que se pronuncian así están, por emplear un término vulgar, mosqueadas, pero también bastante decepcionadas con los políticos de tres al cuarto, hasta el punto de que la decepción, sin reflexionar mucho lo que proponen, les hace arremeter contra todos los habitantes de aquella bendita tierra. Puesto que eso es lo que sería no consumir productos de Cataluña: arremeter con la entera sociedad de allí. Pero lo más curioso del caso no es que abominen de los catalanes en general o del cava y la butifarra, pongamos por ejemplo, en particular. Lo que les ocurre en el fondo es que el aprecio que sienten por aquella comunidad autónoma y por las cosas autóctonas de la misma les hace perder el norte al considerar que Cataluña pueda dejar de ser parte, llegada la consumación del desatino, de la gran familia hispana. Y, por tal motivo, les molesta el hecho evidente de que haya líderes que tan solo tratan a los ciudadanos con el engaño y las patrañas de la separación; obteniendo ellos particulares beneficios de líderes a costa de los ciudadanos así manipulados.
En opuesto sentido y por el mismo motivo político, otras propuestas han abordado el tema de los productos catalanes desde otro punto de vista y aconsejan que, en celebraciones y acontecimientos de resonancia, como pueden ser las fiestas navideñas, se brinde con cava español (¡”Cava español”!, levantando la copa, lo cual indignaría a los separatistas); ya que siendo Cataluña parte de España, todo lo que se produzca allí es genuinamente español; como españoles son todos los ciudadanos catalanes.
Es una opinión esta que tiene que enorgullecer a las grandes firmas, así como a las muchas familias que viven por y del cava; sobre todo en San Sadurní de Noya y Villafranca del Panadés; lugares donde hay grandes empresas que se han labrado un significativo prestigio en todo el mundo y no solo en España, con dedicación por generaciones a base de esfuerzos, de estudios e investigaciones enológicas, con los que han logrado unos productos de elevada calidad, cuyos extraordinarios resultados se pueden constatar con la facturación que consiguen: ¡140 millones de botellas al año! Y todo, gracias a gentes emprendedoras, cuyo único compromiso en el presente, lejos de opciones políticas que entorpezcan sus labores, es el del mantenimiento, el desarrollo y la transmisión en el futuro del prestigio de sus cavas, tan hábilmente elaborados.
Transmitiéndoles a los elaboradores del cava un mensaje de tranquilidad, las opiniones de que se brinde “¡Con cava español!” vienen a decirles que pueden estar seguros de que sus burbujas van seguir en los mercados de todo el territorio nacional y van a estar en las celebraciones más importantes que celebren la inmensa mayoría de los españoles; españoles que, por serlo, aman, elogian y disfrutan con todo lo que les da su tierra; ya sea la tierra catalana, la leonesa o la melillense, pongamos como ejemplos.
Como aman, elogian y disfrutan también con todas las cosas nacionales los que se han dejado llevar por irritaciones coyunturales y, a causa de las mismas, como refería antes, han propagado por ahí, incluso en algunos medios de comunicación, a modo de venganza infantiloide, que por Navidades no consumamos cava catalán. Y esto es, en mi opinión, un aviso que hay quienes lo comprenden, aunque por fortuna no sigan la recomendación. Un aviso que les puede valer para rectificar a los de CiU y a los de ERC; personajes ellos calcados a los de Bildu y del PNV en este sentido. Pues todos están cortados por el mismo patrón. A saber: tienen un espíritu raquítico, contrahecho, enfermizo y reduccionista.
Lo cual les lleva a soñar en mundos aislados y constreñidos en parámetros de escaso alcance, mundos donde es imposible la expansión de ninguna sociedad. Y lo curioso de este fenómeno es que, en los reducidos núcleos en los que pretenden dominar hay quienes creen que cercados en sus posiciones liliputienses pueden aspirar a las ventajas de la globalización en todos los sentidos y disfrutar de las mismas con el amplio margen con que las disfrutan los ciudadanos que apuestan por la plena y progresiva realización humana en el ámbito de la universalidad como único concepto que enriquecerá a los hombres si éstos no se anquilosan en el reduccionismo como aves de corral y despliegan las alas para percibir como águilas, desde lo más alto posible, el panorama de posibilidades que se les ofrece desde los distintos horizontes.