Desde las Llanuras… Aeropuertos, tranvías y bulevares
De Redacción | 15. enero 2014 | Categoría: Clásica, En Portada, Opinión | Sin comentarios » ComparteTweetEmilio Almodóvar | De Burgos, recuerdo la impresionante portada de su catedral y la cara de asombro del camarero, al pedir que me sirviera un café solo con hielo, en una fría mañana de invierno (que por esas tierras son palabras mayores) cierto día que iba de paso hacía San Sebastián.
Ahora también conozco, que existe un barrio obrero llamado Gamonal. Un barrio como el suyo o el mío, de gente normal, que sufre las consecuencias de las múltiples crisis que azotan nuestro país. Pero como en su barrio o como en el mío, esa gente lucha por seguir adelante, resignada ante lo que no pueden controlar buscando soluciones a todos los problemas que dificultan su día a día. He leído incluso, que es costumbre en el barrio dejar los coches en doble fila sin el freno de mano puesto, para en caso de molestar la salida de uno de los escasos aparcamientos, de otro conductor, este pueda desplazar el coche con un simple empujón. Un barrio como digo, no muy diferente a cualquier otro. Un barrio de gente que a pesar de la que está cayendo ha demostrado, como en la mayor parte de este país, unas dosis de civismo propias de una sociedad de la que se puede presumir, aunque los últimos sucesos nos puedan crear dudas sobre ello.
Evidentemente, no soy la persona más indicada para opinar si en la calle Vitoria de Burgos, es necesario un bulevar o no. Pero el estallido social de los vecinos a los que si les va a afectar en su vida diaria, me invita a reflexionar sobre lo que se esconde tras las protestas y los disturbios con el fin de evitar esas obras.
En las últimas manifestaciones de Burgos, con disturbios y actos vandálicos incluidos, creo que no se dirime el arreglo de una calle. Para mí representan la tensión acumulada a lo largo de tantos años de crisis política, económica o social, por personas normales que viven en barrios normales. Representan el hartazgo de la sociedad, cansada de ver a sus políticos realizar obras monumentales, con el ruin pretexto de dar trabajo, por el simple hecho de contentar a ciertos acreedores con los que están en deuda. Se puede hablar de aeropuertos, tranvías, construcciones sin utilidad aparente, planes E o bulevares. Esas manifestaciones espontáneas muestran como la gente de a pie ha entendido, que la economía de un país, no se puede sustentar en la construcción, mientras sus gobernantes siguen esclavos del cariño que reciben, a través de donaciones y esas cosas, de ciertas empresas constructoras que esperan recibir la misma dosis de cariño, a través de adjudicaciones fraudulentas, irregulares o de escasa necesidad.
Esas manifestaciones, han ido acompañadas de actos vandálicos, como la quema de cajeros y la rotura de cristales de entidades bancarias. Alguien duda, que esa reacción visceral que hay que denunciar lógicamente, no se corresponde al sentimiento general, de que son las entidades financieras las facilitadoras de esa connivencia empresario-político. Alguien duda, de la escasa ética del, rescatado por todos nosotros, sector financiero, que en muchos casos ha rozado la ilegalidad. Podemos hablar de preferentes, clausulas suelo o desahucios para cerrar viviendas por el mero hecho de la especulación. Pero es evidente, que esos ataques se corresponden a la ira almacenada de tanta gente, que ven sueldos millonarios a los directivos que han provocado sus precarias situaciones.
Nosotros, los que vivimos en el mundo real y administramos nuestros escasos recursos, tenemos un límite. No es comprensible que un ayuntamiento como el de Burgos, con una deuda de 450 millones de euros y un polígono embargado, se vaya a gastar una ingente cantidad de dinero, para favorecer a la empresa que además de construir el bulevar, va a vender las plazas de garaje a los vecinos.
La gente del barrio de Gamonal, está harta de que los políticos dificulten su presente, mientras hipotecan su futuro. La sociedad necesita ser más exigente con sus gobernantes, más exigentes con su democracia. Necesita hacer valer ese derecho fundamental, de que la soberanía reside en el pueblo, y para ello es necesario implicarse en los asuntos públicos y demostrar que un voto no es un cheque en blanco. Demostrar que una sociedad cívica y madura como la española, puede y debe participar en las decisiones que les afecten. Puede y debe exigir a sus gobernantes más transparencia, más honradez, más ejemplaridad…..más y mejor democracia.
Desde aquél 15M, lentamente algo está cambiando y en ese despertar de una sociedad exigente, yo quiero estar, independientemente si es necesario un bulevar en Burgos o un tranvía en Jaén.