Noticias acerca de ‘ Francisco Teva ’

El Rincón de Paco Teva … LA OSADÍA DE LOS GORRIONES

El gorrión es un pajarito tan común en nuestros pueblos y ciudades que no necesita mucha presentación. Dentro de los paseridos, el más conocido es el «gorrión común» (passer domesticus) , el que conocemos y estamos hartos de ver, que está adaptado al hábitat urbano y lo encontramos en todos los continentes a excepción de la Antártida. Se alimenta de granos y pequeños insectos, pero come de todo lo que encuentra: migas de pan, chucherías de los niños, restos de comida, bayas y pequeñas semillas…..Los árboles, tejados, cobertizos, salientes de los edificios, pueden servirle para construir su nido, que está bien escondido, a salvo de muchos predadores, y es difícil de encontrar. Su concierto es constante, repetitivo y, si tienen, ya, sus necesidades cubiertas y están cortejando a las hembras, es ensordecedor, sobre todo si hay un árbol añoso y grande en el que se asientan muchísimos, como su lugar preferido, por la seguridad que encuentran en su morada común.

En mi último viaje a Sevilla, ahora en junio (he presenciado la entrada del verano en tan magnífico escenario), recalaba todos los días en la Plaza de la Alfalfa, donde desayunaba, tomaba el fresco y observaba el trasiego de gente, algunos muy conocidos por sus salidas en TV. Sin embargo, la razón de este «ejercicio literario» es por otra cuestión muy simple, que muchas veces pasa desapercibida: el comportamiento de los pequeños gorriones, esa «troupe» incansable, que va de un lado a otro y, con una maravillosa habilidad, saca partido a todo lo que hay de aprovechable en el suelo. A veces sus incursiones son bastante comprometidas y salen airosos sin que uno se lo pueda explicar. Por supuesto están acostumbrados a esta convivencia con las personas, que, muchas veces, les ayudan con sus golosinas, miguitas y otros alimentos, a sobrevivir. Su agilidad y energía para saltar, volar en un instante, pararse, despegar… es asombrosa y sus filigranas, nunca mejor dicho, para beber agua en los sitios más inverosímiles, son de lo más espectacular que pudiera observarse, incluso sin habérselo propuesto. Los niños, especialmente los más pequeños, corren tras ellos esperando que un fallo en su vuelo, en la atención o quién sabe qué, les proporcione la ocasión de apresar a alguno de ellos. Pronto desisten cuando ven que es bastante difícil, sino imposible, a no ser con un arte de caza, cosa que está descartada. Cuando van siendo más mayores hacen, lo que hacemos todos, mirarlos, disfrutar con sus evoluciones, seguirlos con la vista mientras buscan su comida, ver todo el ceremonial de las paradas nupciales, apreciar sus vuelos ágiles, sus reflejos rápidos y con el convencimiento de que perseguirlos y cazarlos será inútil.

Uno de esos días, en la Plaza de la Alfalfa, me ocurrió algo que merece la pena contarlo. Había terminado de comerme la media tostada con aceite y tomate, que suelo tomar y el plato con los restos estaba allí. Yo, seguía tomando mi café y disfrutando del momento, cuando un gorrión se paró en la mesa, se puso de pie en el plato y empezó a comer las migas, que habían quedado sin que nada le atemorizara. Me quedé como una estatua y pude sacar mi teléfono móvil y hacerle una foto, que tengo guardada. El pájaro ni se inmutó, su osadía no tenía límites y siguió comiendo los restos del plato. La foto la conservo y voy a ponerla en la publicación, para que os hagáis una idea de cómo se acercan a las personas y, sin temor de ninguna clase, cumplen su objetivo cual es cubrir sus necesidades de supervivencia.

Creo que es un regalo de Dios y de la Naturaleza, que existan estos seres, simpáticos y entrañables, en nuestro entorno y que alegren a mayores y pequeñitos con sus cantes, vuelos, piruetas y, por supuesto, con esa osadía fuera de parangón, que permite disfrutar de ellos sin conseguir hacernos con su domesticación, ni su total amistad.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… JILGUEROS

En el parque antiguo, en un viejo árbol, han hecho un nido dos jilgueros. Entran y salen constantemente, sobre todo la hembra, portando en sus picos las materias más dispares, que formarán, en pocos días, el más confortable dormitorio para esperar a sus pequeños y potenciales cantores. Al principio salían recelosos, mirando a todos lados, como si sintieran un peligro inminente; después sus salidas son confiadas, sin miedos, ni recelos. Ya, están hechos a los más insignificantes ruidos, movimientos, personas y otros animalillos, que pululan por todas partes. El colorido de la pareja es precioso. La Naturaleza, en su saber eterno, siempre acierta con los más vistosos y primorosos colores. Hay una mezcla de gran viveza, que refleja la luz hermosa de la primavera, y el conjunto no puede ser de una estética más fina y elaborada. El «madroño» de los jilgueros, especie de casquete en la cabeza, reluce con tal cromatismo, y es una mezcla tan lograda, que unida a la del torso, las alas y la faz roja, forman un conjunto tan llamativo que ahora me explico el por qué del nombre «colorín», por el que lo conocemos normalmente.

Entre cantos lindísimos, saltos, achuchones encubiertos, se consuman las paradas nupciales, abiertas y abundantes, que recrearán una aceptación de sus virginales facultades, para hallar y guardar, en cofre silencioso, las mejores esencias de un género magnífico y perfecto.

La hembra ponedora, preparada para la más bonita de las acciones reproductoras, envía sus mensajes, de madre convencida, al macho autor de vidas prometidas. Con cuánta paciencia y saber, cuida el macho del nido tan querido; alimenta, a veces, a la hembra; vigila a los pequeños pajarillos y procura que se marchen sin tener que poner en peligro y evidencia a los pequeños «colorines», que salen de una ingenua convivencia con sus padres, ya adultos y excelsos cantores.

Los pequeños, de un plumaje especial y distinto hasta la primera muda, vuelan y empiezan el aprendizaje de esos cantes, hermosos cantes, parecidos a los del ruiseñor, pero con un toque más asilvestrado.

El próximo año, alguno de estos pajaritos iniciarán, también, sus paradas nupciales para, así, perpetuar esta especie de los «carduelis carduelis», tan bellamente vestidos y con una flauta mágica.

MI «COLORÍN»

A sus cinco años de vida, mi viejo «colorín»,
que así se llama, tiene en sus plumas
el más bello arco iris, que imaginarse pueda.
Su «madroño» tricolor, tiene la elegancia
y la altanería del más apuesto galán.

Salta y se mueve con la agilidad
de un consumado trapecista,
que diera el triple salto mortal.
Cuando me acerco, se para, mira
y entona el más bello de sus cantes.

Su cara parece que se alegra
y, si le pongo el dedo, me pica,
suavemente, como saludándome,
después de muchos días sin verme.
Es feliz a su manera y, aunque privado
de libertad toda su vida,
todos los años conoce hembra, canaria,
cuyas crías, híbridos, «mixtos»,
cantan como los ángeles.

Para mí, este pequeño jilguero,
es un regalo de Dios
y me alegra con sus cantes
los momentos más tristes de nuestra
vida interior.

Colorín, colorado, este cuento
está empezando, si haces pareja, de nuevo,
con la canaria de amarillo anaranjado.

Salta, brinca, mi pequeño «colorín»,
eres trapecista experto,
en los saltos acrobáticos,
que disfrutamos de ti.

Eres padre delicado y tus cantes
exquisitos, dejando van, sin quererlo,
el estilo más brillante
de tus acordes floridos.

Sigue feliz en tu jaula,
no pierdas tu alegre brío
y cántanos la alegría
de tus memorias del campo.

Despiértame cada día
con tus trinos renovados
y transmite la alegría
de tus tonos más ufanos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Ricón de Paco Teva… MES DE MAYO

Como todos los años, durante el mes de mayo, seguramente, por su hermosura e imágenes tan sugerentes, publico algunos poemas inéditos, como primicia, para los lectores de Martos al Día. Este año no podía ser menos y quiero presentaros estos dos poemas, que gozan de mi simpatía, sobre todo, por los temas que tratan. Se titulan MAYO y AMISTAD. Espero os gusten y disfrutéis de ellos.

MAYO

Hermoso mayo en la cumbre de la primavera,
siempre variado y bello, el mejor óleo.
Nos invita a disfrutar el sol, que reverbera
en el pulido cristal de nuestro gozo.

Nuestros ojos, ávidos del color y la ilusión,
sienten los trazos de esa belleza primorosa,
incrustada, sin remedio y caprichosa,
en imágenes de maravillosa armonía y pasión.

Infinidad de flores eclosionan, con la fuerza
del fuego incontrolado, que permiten recibir,
con todos los sentidos, sensaciones, sin sufrir
las heridas del fuego en la maleza.

Los oídos reciben las baladas cadenciosas
de multitud de pájaros cantores, que repiten, con celo
y sin descanso, la mejor partitura de su empeño,
y buscan, gran milagro, las corales lucidas y armoniosas.

Los insectos pululan, por doquier, libando
la esencia de las flores, que alimenta y da vida,
y devuelve, y más, toda la herencia recibida:
hermosísimo concierto de zumbidos repicando.

Los amores, en mayo, florecen con la fuerza de las olas,
que invitan, en una ansiedad irremediable,
a pasiones viscerales, que nuestro genio considera inconfesables.
Bendito mayo, que incita y protege las pasiones locas.

Hermoso tapiz es nuestro campo de color y fuerza irrepetible,
de cromatismo impensable y variado,
que los vivos y enérgicos pájaros han imitado,
y, sin querer, han logrado que sus plumas, sutiles y ligeras,
continúen con la belleza de una estirpe.

Las flores, los pájaros, los insectos, el calor, el amor….,
cómo se lucen en mayo: el éxtasis de la primavera.
Yo, sólo quiero pensar que, cuando acabe este mes,
tendré tantas teclas que tocar que, mi alegre buen humor,
se mantendrá, incólume, hasta el mayo de otra vez.

AMISTAD

Y…¿qué es la amistad?. ¿Será algo ideal?.
¿Será una entelequia puramente intelectual?.
¿Será algo que tenemos, sin más, asumido?.
¿Será, en fin, algo hueco y vacío?

Nuestra boca se llena de la palabra amistad,
del gozo de tener buenos amigos,
de sentirnos arropados y defendidos,
de presumir de los amigos y su bondad.

Amigo y amistad no son palabras vanas,
son realidades cercanas y veraces,
que marcan para siempre las besanas
de muchas acciones encomiables.

Si eres amigo…, de los buenos,
eres la pura verdad sin condiciones,
eres el hombro y el apoyo que queremos
y eres…, también, la mano tendida sin rencores.

Labremos las llanuras y los valles,
y sembremos de valores nuestros huertos,
y busquemos las mejores amistades,
y que germine la virtud en los barbechos.

Amigo, no te defraudaré en los peligros,
ni te echaré los perros entre gritos,
no temas mi abandono, ni mi olvido,
que quiero serte fiel, amigo mío.

En la vida no hay nada mejor,
si sabemos apreciar todo el valor
de un amigo, que te ayuda y que te quiere,
a cambio de nada, alegremente.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… ESTOY SIN «BLANCA»

Es una frase oída y requeteoída, sobre todo en las películas americanas, a las que tan aficionados éramos todos los de mi edad. Oíamos esta expresión, que, yo, la creía, como el «Malboro», tipicamente americana y, ya, sabíamos que significaba no tener ni una «gorda», moneda de poco valor, traducido a nuestro idioma español, tan rico en expresiones. Pero investigando un poco, he aprendido que esta expresión es españolísima. Ni es americana, ni perico que la pintó, que, también es una expresión muy española.

La expresión ESTAR SIN BLANCA viene de la palabra BLANCA que, en tiempos de Felipe II de España, era una moneda de poco valor. Por lo tanto » estar sin blanca» es estar sin monedas de valor, no tener nada de dinero.

La blanca era una moneda del sistema monetario de Castilla muy anterior a Felipe II. Moneda llamada «Blanca del Agnus Dei» Su origen es medieval y, ya, en el s. XIV se acuñaban blancas. Fue acuñada en el año 1386 durante el reinado de Juan I de Castilla con motivo de las guerras con el Duque de Lancaster. Se trata de una moneda de vellón (aleación de cobre y plata), de bajo valor, llamada blanca porque era tratada con un blanqueado que le daba el aspecto plateado y claro, frente a otras monedas de vellón de color más cobrizo y oscuro.

Circula por ahí el bulo de si su nombre «blanca» sería porque se acuñó con el rostro de algunas de las varias princesas de Castilla llamadas Blanca. Nada de eso es real, y tal afirmación se basa en una interpretación popular de la popular y conocida «letrilla» de Francisco de Quevedo, PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO, en que llama a la blanca, metafóricamente, «Doña Blanca de Castilla». En la cuarta estrofa aparece claramente:

«»»¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria,
sin tasa,
Que es lo más ruín
de su casa
Doña Blanca de
Castilla?
Más pues que su
fuerza humilla
Al cobarde y al
guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.»»»

La expresión «estar sin blanca» con el sentido de no tener dinero es, además de muy frecuente en el español actual, bastante antigua. Si consultamos el CORPUS DIACRÓNICO DE LA RAE (el banco de textos antiguos de la academia , CORDE para los amigos) encontramos 162 apariciones de la expresión «sin blanca», siendo el registro más antiguo de alrededor de 1460.

Dado que la «blanca» era la moneda de más bajo valor, la expresión «estar sin blanca» es equivalente a decir que no se tiene ni la menos valiosa de las monedas, idéntica a decir «estar sin un céntimo», o «estar sin un duro», o «no tener un real», o «no tener una chica» etc. etc….

Hoy, y es mi pena, hay mucha gente que dice, y no por costumbre, sino por necesidad, «estoy sin blanca», «no tengo un duro», «no tengo un céntimo»…….Estoy sin trabajo, no sé lo que hacer, estoy desesperado…..Puñetero paro, ¿se acabará alguna vez?, ¿saldremos de esta crisis recalcitrantre?…

Es una pena y una nueva orientación de las estructuras familiares, producto del desempleo, la crisis y la paralización de la economía, que los padres tengan que llevar la economía familiar suya, la de los hijos y, a veces, la de los nietos. Es algo, totalmente anormal, que los padres, que aún cobran las pensiones, en su última etapa vital, tengan que solucionar los problemas familiares de los más jóvenes, cuando vemos, y ahí están los medios de comunicación, que hay quien se lo lleva crudo y dentro de diez o doce años, pues la justicia es así de lenta, ya, no se sabe nada de nada, ni nadie se acuerda de lo que pasó, pues la memoria es frágil y se rompe con el tiempo. Ojalá no se olviden los que no deben olvidarse y esos malvados paguen, religiosamente o justicieramente, lo que deben y sea un ejemplo para esta nueva sociedad, que se está fraguando a pesar de los pesares.

Mi última reflexión es para pedir a todas las instituciones públicas que arbitren medidas, que unan esfuerzos, que no cejen en los esfuerzos para que los jóvenes, sobre todo, y todos los demás, menos jóvenes, pero aún en edad de trabajar, tengan la oportunidad de poder llevar a su casa un sueldo, que los haga independientes y sin necesidad de sacrificar a padres y abuelos, personas dignas de vivir sin los agobios, ni los sacrificios de esta etapa, una etapa aciaga, que, para algunos, supone un estado de depresión enfermiza y una situación sin salida, ni solución.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… LA PRIMAVERA

«La primavera la sangre altera», así dice un aforismo popular en lo relacionado con la entrada de la primavera y nuestra actitud ante la vida y el amor. Pues sí, dentro de unos días empieza esa estación mágica motivo de inspiración para los poetas, pintores.., pues la belleza, la vida, el entusiasmo, el amor eclosionan con una fuerza distinta a la de otras estaciones. Es algo, visceral, fisiológico, hormonal, qué sé yo, algo que cambia la naturaleza, las plantas, los animales, el mundo, el amor. Físicamente, clínicamente se nota el cambio, se nota ese correr de hormonas, de adrenalina, que nos da fuerza, vigor, alegría, ilusión, que nos cambia la vida en suma.

La palabra primavera viene de PRIMA «primer» y VERA «verdor», luego literalmente significa el «primer verdor», el arranque de esa explosión de vida. Dependiendo de las regiones este verdor será antes o después, pero su fecha astronómica es la misma para todo el hemisferio norte y la misma para todo el hemisferio sur. Este año 2014 está previsto que la fecha astronómica de entrada de la primavera sea el día 20 de marzo a las 17,57.

Mucho más técnicamente se podría decir qué es la primavera, pero como yo no voy a descubrir nada nuevo, me conformo con expresar poéticamente lo que entiendo por primavera. Que hable la poesía, que siente más que sabe, que tiene pálpitos de sentimiento y es capaz de mover los corazones más duros e insensibles.

Quiero publicar en primicia estos dos poemas muy afines al síndrome primaveral: PRIMAVERA / TE ESPERÉ

PRIMAVERA

Necesito salir de este invierno frío y silencioso,
necesito el calor de tus rayos calientes y sedientos,
necesito la albura de tus tenues resplandores,
necesito salir de las sombras y agrios vientos.

Quiero el calorcillo amable de tu faz alegre,
quiero sentir como crece la yerba a borbotones,
quiero que tu cara me mire y me conforte,
quiero dejar de errar sin ilusiones.

Espero el perfume de tantas, tantas flores,
espero tu aliento y tu savia nutritiva,
espero un arco iris que ciegue de colores,
espero el renacer de mi alma aún dormida.

No puedo apartar de mis ojos tu belleza,
no puedo alejarme de tus efluvios poderosos,
no puedo salir de esa cama cariñosa,
ni puedo perder la belleza de tus ojos.

Me embarga el gorjeo de los pájaros cantores,
me embarga el zumbido de multitud de insectos,
me embarga la avaricia de los intensos amores,
me embargan los corazones satisfechos.

Te quiero primavera y siento que te acercas,
te quiero primavera, llévame a mi amada,
te quiero primavera, tú que rompes amarras,
te quiero primavera, tú que disipas mis penas.

Envidio tu luz, tu sol y tus aromas,
envidio la energía a torrentes derramada,
envidio la eclosión de vida y esperanza,
envidio el rumor del coraje y las hormonas.

TE ESPERÉ

Te esperé con la paciencia de los enamorados
y sentía que tus ojos, de embrujo palpitante,
me miraban, genial locura enamorante,
bello abanico de gestos inspirados.

Recordaba tu cara de tez clara,
tu pelo como trigo maduro,
recordaba, más aún, tu mirar seguro
y tu boca como fruta, que buscara.

Recordaba tus manos con locura
en la besana sensible, que es mi cuerpo,
labrando los rincones de mi huerto
con sensaciones plenas de ternura.

Recordaba tu piel, tersura sutil de terciopelo,
con el suave tacto de la seda,
que me invade con fuerza y me sosiega
como la simple caricia de tu pelo.

No estabas y te buscaba, ávidamente;
sufría y mi sufrimiento, grave y alocado,
sembraba de espinas mi costado
con un dolor amargo e inclemente.

Mis ojos buscaban, aturdidos,
en la penumbra de mi amarga espera
sin encontrar en tu alejada esfera
la emoción de los momentos más queridos.

Las horas de mi alma, vencidas por la espera,
sufrían, por la dicha del encuentro,
sin saber si el corazón, tembloroso por dentro,
encontraría la respuesta más sincera.

Te esperé sintiendo tu presencia,
enamorado de tus gestos muy presentes
y encontré que las caricias, hoy ausentes,
renacerían más fuertes que su ausencia.

Al fin nos encontramos, ¡ay amor!,
en la cálida alcoba, sufriendo al esperaros,
y nos amamos, nos amamos sin reparos
con la pasión irresistible del dolor.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… SAN VALENTÍN, DÍA DE LOS ENAMORADOS

Estando cerca el catorce de febrero, nada mejor que recordarlo y dar algunas pinceladas sobre la muy «discutida» fiesta del «Día de los enamorados», que coincide con la onomástica de San Valentín. Esta discusión es algo recurrente, que se manifiesta, como en casi todas las facetas de la vida, en dos claras opiniones: una materialista, que considera que es una fiesta hija de nuestra sociedad de consumo, y otra idealista, que lo hace celebrando y homenajeando el amor en su mejor y más pura expresión.

Yo, que soy muy aficionado a las frases bonitas y casi lapidarias, de reconocidas personas por su sabiduría y sensibilidad, para empezar, tengo que traer a estas páginas una, que me ha impactado por su brevedad y, al mismo tiempo, por su profunda sabiduría. La frase es de Janos Arnay «En los sueños y en el amor, no cabe lo imposible». En tan pocas palabras, no se puede definir mejor lo que puede ser el amor. Es algo tan sutil, elevado o carismático, que no cabe la imposibilidad, ni los inconvenientes, ni las separaciones obligadas, ni la oposición de determinadas personas, ni siquiera la muerte (Romeo y Julieta). El verdadero amor no tiene límites, o se quiere, o no se quiere, no valen los subterfugios, y, abundando en lo mismo, dice así Francisco de Quevedo «Los que de corazón se quieren, sólo con el corazón se hablan». No puede ser más explícita. El amor es algo profundo, imponderable, que sale del corazón, como fuego volcánico, incontrolable.

Dije al principio «la discutida fiesta del Día de los enamorados», porque muchos piensan que la misma, que San Valentín, se celebra desde hace poco y que surgió por el interés de los grandes centros comerciales, pero su origen se remonta a la época del Imperio Romano.
Si nos olvidamos de esos carteles, que a comienzos de febrero anuncian todo lo que debemos regalar a nuestras parejas, veremos que, en el fondo de ese famoso 14 de febrero, hay mucho amor. Un sentimiento que, además de universal, es tan antiguo como la propia raza humana.

La historia de San Valentín se remonta a la antigua Roma, al siglo III, cuando un sacerdote decidió casar a aquellos novios que lo tenían prohibido. Se trataba de soldados, pues se creía que los solteros rendían más en el campo de batalla. Valentín, que así se llamaba el sacerdote, protegía a estos soldados y los casaba en secreto, por lo que Claudio II, a la sazón, emperador de Roma , ordenó su detención y posterior ejecución. Durante la estancia en la cárcel, se enamoró de la hija del carcelero, Julia, a la que mandó una carta de amor antes de ser ejecutado. Coincide, ¡hay que ver!, la fecha de la ejecución con el 14 de febrero. Es una caso con los hilos suficientes para, una vez tejido, pasar a la historia y que cada 14 de febrero recordemos que a pesar de los bombones, las flores, las cenas románticas y, quizá, hasta brillantes, lo verdadero y único que queda, al final, es el sentido amor.

Es una celebración tradicional en los países anglosajones, que se ha ido extendiendo a otros muchos a lo largo del siglo XX. En norteamérica, hacia el año 1840, Esther A. Howland empezó a vender las primeras tarjetas postales de San Valentín con símbolos como corazones o cupidos. También, se empezaron a regalar rosas a aquellas personas a las que se les tenía un especial afecto. Igualmente, se ha extendido por América del Sur, donde muchas personas, ya, lo celebran. En los países nórdicos( y es otra teoría sobre los orígenes) es durante estas fechas cuando se aparean los pájaros y por tanto este periodo, en el que se centra el día de los enamorados, es para ellos un símbolo de amor y creación. Asímismo, se maneja que sea una fiesta cristianizada del paganismo de la antigua Roma, cuando tiene lugar el martirio de San Valentín.

Sean las teorías que sean sobre su origen, lo cierto es que muchos millones de personas lo celebran todos los años y no voy a entrar en si lo hacen por las influencias externas de los grandes comercios, o, simplemente, es que se ha canalizado un sentimiento, que brota puro y diáfano del corazón de los humanos enamorados, lo que demuestra, como apunté al principio, que el amor es un sentimiento fuerte, cálido, sin medida, en el que no cabe lo IMPOSIBLE.

Y como mi intención no es la de polemizar, sino más bien la de profundizar, si así se puede considerar, en este tema, que como tantos otros son casi desconocidos, si de algo ha servido este simple y sucinto ensayo, me consideraré muy gratificado.

Por último desearos un FELIZ DÍA DE LOS ENAMORADOS, pero como se decía en otro asunto, que ahora no sé cual es, «Si San Valentín es felicidad y alegría, que sea San Valentín todos los días». Que vuestros corazones vivan con amor todos los días.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… UN PASEO POR EL PASADO «LA MATANZA»

En estos paseos por el pasado, no podía quedar atrás uno de los acontecimientos sociales más entrañables de ese pasado reciente: la «matanza» del cerdo. Yo, de mi niñez y juventud, recuerdo las matanzas como un acontecimiento familiar, vecinal, de amigos, porque no sólo la familia participaba, sino que se invitaba a vecinos, amigos ..y, aunque con la sencillez, que marcaba la época, era una pequeña fiesta muy agradable y en la que se disfrutaba, de la comida, la bebida y algo más importante, la sana alegría y la colaboración especial de todos los invitados. La matanza era algo de todos y tanto hombres, como mujeres, colaboraban cada uno en lo suyo, para sacar adelante todo lo que había que hacer.

Una vez cebado el cerdo, se señalaba la fecha de la matanza. Estas solían empezar a últimos de noviembre, si el tiempo era lo suficientemente frío. La familia, que iba a realizar la matanza, tenía que hacer una serie de preparativos, que eran imprescindibles para poder hacerla. La mujer de la casa preparaba «los aliños»; «las tripas, (un «macillo» o más según el número de cerdos a sacrificar); la cebolla para las morcilllas; «la caldera y el calderillo» para cocer las morcillas y otras piezas; la máquina de picar la carne (casi todas eran de la marca ELMA) con todos sus accesorios; trapos y cuchillos etc. etc. Los hombres preparaban el permiso del Ayuntamiento, que era necesario para poder sacrificar al cerdo en la casa, pues los servicios generales se realizaban en el Matadero Municipal. De esta forma se daba aviso para que los servicios veterinarios municipales examinaran las piezas y tener todas las garantías sanitarias Había que tener preparada «la artesa», una especie de caja, donde se escaldaba y pelaba al cerdo con agua hirviendo. Igualmente, había que preparar «el camás» donde se colgaba al cerdo de las patas inferiores para abrirlo, sacar todas las vísceras, limpiarlo …También, como no podía ser menos, preparaba el aguardiente y el vino, que no podían faltar. Preparado todo esto se buscaba al matarife (en Martos se le llamaba «mataor») y se le decía la fecha, igualmente se invitaba a algunos familiares, vecinos y amigos y a realizar la matanza.

Fijado el día con el matarife (en Martos había muchos), si era por la mañana era muy temprano, de noche, a las seis o las siete de la mañana. Parece que estoy viendo al matarife con su gorra, su pelliza para el frío invernal, su capacha de esparto debajo del brazo, donde estaban los cuchillos, de distintos tipos y tamaños, un hacha pequeñita, una chaira para afilar los cuchillos y trapos para limpiar el material, una vez terminado el trabajo. Podía ir sólo el matarife, pero, generalmente, llevaba un ayudante, un muchacho, que le ayudaba y que estaba aprendiendo el oficio.

Llegados al domicilio, eran recibidos con alegría y el dueño escanciaba las primeras copas de aguardiente para empezar con buen pie. En el fuego, ya, estaba la caldera calentando el agua para pelar al cerdo. Cuando el matarife daba la orden, se preparaba todo: la mesilla en la que se acostaba el cerdo, la señora encargada de mover la sangre, que rompía las redes de plaquetas y evitaba que la sangre se coagulara, el niño que iba a mover el rabo al cerdo para que diera más sangre…El matarife, su ayudante y algunos hombres más, iban a por el cerdo, que enganchaban con un garfio y lo traían a la mesa para darle la puñalada mortal. El matarife daba la puñalada en el cuello, salía abundante sangre, la señora ponía un tinajón y la movía, el niño movía el rabo del cerdo…y el sacrificio se había consumado.

Muerto el cerdo, se colocaba en la artesa donde los hombres dispuestos para esto, traían agua hirviendo en recipientes, la echaban encima del animal, que se escaldaba, y, cuando pasaban unos segundos, con afilados cuchillos, iban pelando al animal hasta que quedaba totalmente limpio. En ese momento el dueño decía: «alto vamos a tomar un vaso de vino con algunas tapas». Y es que reza el dicho popular: «cochino pelao, vaso de vino ganao». Se tomaban unos cuantos vasos y la gente se animaba y se ponía eufórica y con ganas de todo.

El matarife lo repasaba para que no le quedaran pelos y terminada esta tarea, se colgaba por los tendones de las patas traseras en el «camás» para poder abrirlo y desviscerarlo hasta que sólo quedaban tres partes: la cabeza con la columna (espinazo) y las dos mitades del cerdo cada una con su paletilla, su jamón y la badana de tocino. Estas piezas eran cargadas por fuertes hombros y subidas a las cámaras donde iban a helarse durante 24 horas.
Con la subida a las cámaras había terminado el sacrificio, sólo quedaba echar a la calle el agua de la artesa con los pelos, que quedaban, como testigos, en la calle durante varios días. El matarife y su ayudante, después de otros vasos de vino, se marchaban para volver al otro día a «descarnar», es decir hacer el despiece del cerdo y sacar cada parte para una determinada finalidad.

Las mujeres empezaban inmediatamente a trabajar y arreglaban las tripas, preparaban la asadura, los riñones, el corazón, la sangre, la manteca para la morcilla de cebolla ….

Se picaba la cebolla y se preparaba para hacer las morcillas y todo quedaba listo para la tarde que se amasaban, llenaban y cocían las morcillas.

Las comidas eran arroz con pollo, guisados de patatas con la casquería del cerdo, «chicharras» en la lumbre….Todo ello regado con abundante vino, sobre todo para los hombres, que, a veces se ponían un poco piripi. Pero la alegría y el buen humor reinaban por doquier y se pasaban muy buenos ratos.

Una escena muy jocosa era cuando se amasaban las morcillas. Y es que como se hacían con la sangre, entre otros ingredientes, algunas chavalas jóvenes pintaban la cara a ciertos chavalones con los que, ya, tenían algo y el jolgorio y las risas eran generales. Después se llenaban las morcillas, a mano, con una especie de embudos de zinc y una vez llenas las tripas, se pinchaban con un alfiler para que con la presión del agua caliente no reventaran y se iban metiendo en la caldera con el agua tibia, todavía. Se dejaban un tiempo con el agua hirviendo y cuando la experta consideraba que estaban, se iban sacando, con gran cuidado, para que no se reventaran. Si alguna se reventaba servía, junto con otras que se abrían, para hacer la prueba, uno de los momentos inolvidables de la matanza.

Las risas, los chascarrillos, las coplas y un sinfín de cosas graciosas y espontáneas servían para que durante todo el año se recordara la matanza.

Al día siguiente, el matarife y su ayudante «descarnaban», es decir, hacían el despiece para dejar preparados los jamones, las paletillas, los lomos, las costillas, la carne para los chorizos y las badanas de tocino peladas para los torreznos y el cocido. La cabeza la abrían para sacar la sesada y el espinazo lo hacían trozos. La careta del cerdo cocida con determinados aliños servía para hacer «queso de cerdo», un embutido riquísimo. La verdad es que, como dice el refrán, del cerdo gustan hasta los andares.

Las mujeres preparaban los lomos, las costillas y la carne para los chorizos la picaban en la máquina ELMA. Una vez todo preparado se adobaban y se amasaban los chorizos que se embutían en esa misma máquina y después se ataban a la medida que se quería. Otra escena para recordar es cuando se probaba el adobo de chorizo, antes de embutirlos por si faltaba algún aliño. Qué bocado tan exquisito pan tierno, adobo de chorizo y vino. Siempre me acordaré de aquella prueba.

Por fin llegaba lo último que hacía el matarife o mataor: salar los jamones, las paletillas, las badanas de tocino y los huesos del espinazo. Con esto acababa su misión hasta el próximo año.

No quiero dejar pasar algo que era fundamental en la matanza. Si había niños en la familia la vejiga de la orina del cerdo era para ellos y si no había niños, había cola de extraños para pedir la vejiga. Ésta, con el cañón de un palillero o una hoja de ramón seca se inflaba mientras se le daba en la pared para que agrandara y, durante unos días, hasta que se secaba, teníamos un balón con el que jugar al fútbol.

Al escribir este artículo, he disfrutado mucho, porque he ido recordando todo esto como si me pasaran una película retrospectiva.
Ojalá que a los mayores les ocurra como a mí y si los más jóvenes aprenden algo, aunque sea anecdótico, me sentiré muy satisfecho.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… UN PASEO POR EL PASADO, RECOLECCIÓN DE LA ACEITUNA

En Martos, «cuna del olivar», hay un plantío tradicional, con olivos centenarios, cuando no, milenarios, de dos, tres y cuatro patas. Generalmente, de tres patas. Olivos de gran envergadura y que suelen arrancar de las personas, que los ven, la expresión de «parecen nogueras». Suelen tener por fanega de tierra (5700 metros cuadrados, aproximadamente) alrededor de cuarenta plantas y pueden dar en un año bueno sobre los ochenta o cien kilos de aceituna cada olivo. Una plantación muy distinta a las que actualmente se hacen. Hoy, las nuevas, que son intensivas y superintensivas, suelen tener muchísimos más, suelen ser de sólo una pata y pueden labrarse y recoger la aceituna con una maquinaria adecuada con el consiguiente abaratamiento de costes, premisa importante para competir y estar preparados para cuando cambie la política de la P A C (política agraria comunitaria). Por ésto, aunque la recolección ha cambiado, en nuestro pueblo no ha podido cambiar mucho y siguen necesitándose muchas personas. Por supuesto se emplean determinadas herramientas nuevas como las vibradoras, en vez de la piqueta tradicional, las sopladoras, los tractores con la pluma para sacar la aceituna, los todoterreno con sus remolques para acarrearla etc. etc.

Como lo que ocurre hoy lo sabemos todos, me gustaría describir un poco, con pinceladas concretas y objetivas, cómo era la recolección, que mis ojos de niño vieron, hace unos sesenta años. El panorama era muy distinto al de hoy por muchas cosas, que voy a tratar de sintetizar.

La recolección empezaba bastante antes de la época propiamente dicha. Cada agricultor, por sí o por medio del manijero, preparaba su tajo desde septiembre u octubre para no tener que andar a la ligera cuando llegara la fecha. También la gente sabía cuando tenía que buscar tajo y todo quedaba apalabrado, el mejor contrato, con un apretón de manos. También, cada agricultor o el encargado que tuviera, preparaba la «jerga», es decir los sacos para envasarla en el tajo, preparaban los lienzos o fardos, la «limpia», las espuertas y esportillos, las piquetas, las medidas: fanegas y medias fanegas, las «tarjas» y cuando llegaba la fecha, aproximadamente por la Concebida, el 8 de diciembre, se tenía todo en perfecto estado. Igualmente se apalabraban los arrieros, si el agricultor no tenía bestias, para sacar la aceituna «a cargaero» y si era cerca de la almazara llevarla allí. Si era lejos, se hablaba con el propietario de algún camioncillo para que de donde estaban los sacos en el camino, la llevara al molino.

Antes de que llegaran las fechas del comienzo, aquellos que podían, hacían «la matanza» del cerdo o cerdos, que con mucho trabajo habían cebado. De esta forma la familia se preparaba el sustento para esta época de trabajo asegurado, pues podían disponer del tocino para los torreznos, la morcilla, los chorizos, las costillas para los recios cocidos de las noches etc. etc. Poco se pensaba en aquellos tiempos de necesidad en los efectos del colesterol o en los estragos sobre la línea. Se pensaba en una abundante alimentación para un trabajo duro y de muchas horas.

Bien, pues llegada la fecha, las familias enteras se disponían para empezar la recolección del preciado fruto, materia prima de nuestro oro verde. Se decía que la gente trabajaba de sol a sol y era verdad, pues amaneciendo, sobre las ocho de la mañana, los trabajadores salían de sus casas para encaminarse a la fincas. Entonces el viaje era andando, excepción hecha del que tenía alguna caballería, que les servía para ir montados y, a veces, en el campo trabajaba en el acarreo con el consiguiente sobresueldo para el propietario. Una vez llegados a la finca, muchas veces después de una hora de camino, fíjense cuando había que ir al «Chinche», a «Media Panilla», «El Madroño», «El Hituelo» …., se preparaban los fardos, la «limpia», la «jerga», las piquetas …..y a trabajar hasta mediodía, pues unos habían almorzado en la casa: migas, achicoria con picatostes, huevos fritos, torreznos, patatas…y otros tomaban lo que podían durante el camino a la finca, sin tener que parar nuevamente. Para funcionar, los trabajadores y trabajadoras se organizaban en parejas. Los hombres de «varas», que iban con las piquetas, las mujeres de «recogedoras». Muchas veces cada cuadrilla se formaba por dos o tres parejas.

Se colocaban los fardos alrededor del olivo y los hombres vareaban, unos por fuera y alguno se quedaba para limpiar por dentro, mientras, las mujeres acababan de recoger los «salteos», es decir las aceitunas que habían salido fuera de los lienzos. Cuando se cogía totalmente un olivo, y no había más remedio que coger todas las aceitunas, pues existía la figura del «miraor», un chaval joven, «un zagalón», como se decía, que llevaba una larga vara para indicar a las mujeres, donde había quedado alguna aceituna, se pasaba por «la limpia», un artefacto de madera, especie de una caja con el fondo de alambres separados, colocada de forma inclinada para echar la aceituna por la parte superior, que pasara por los alambres para dejar las hojas y la tierra y que la aceituna llegara limpia abajo. Algunas veces había que pasarla dos veces si no quedaba muy limpia (en la foto se ve como se hacía la limpieza). Una vez limpia, se envasaba en los sacos si la recolección era al peón; si era a destajo se medía con unas medidas de madera, especie de troncos de pirámide cuadrangular de fanega y media fanega y el manijero, de acuerdo con la medida, daba unas «tarjas», chapas de forma cuadrada con los picos matados, de varios tamaños, con el valor troquelado: 1 fanega, 1/2 fanega. Como era a destajo, antes, se había ajustado el precio y de acuerdo con eso se pagaban las fanegas recogidas. Una mujer de cada cuadrilla llevaba una taleguita de tela, atada al refajo (prenda larga que llegaba a los pies) donde guardaba las tarjas para llevar las cuentas de lo recogido. Así decía la coplilla: «»Aceituneros de pío, pío/ cuántas fanegas habéis cogido/ fanega y media porque ha llovido»».

De esta guisa, se llegaba a medio día y se paraba a comer. La comida era sencilla y, prácticamente, la misma todos los días: un hoyo con aceite, los que menos podían con un trozo de bacalao y alguna naranja, y los que habían hecho la matanza, con torreznos, morcilla, chorizo …y, por supuesto, con naranjas, que se compraban en lo de «María la Valenciana». Después de un descanso, se volvía al trabajo hasta que caía la tarde. Entonces, vuelta a Martos, andando y, claro, por poco que fuera el camino, se llegaba de noche, de ahí lo de sol a sol. Ya en la casa, las mujeres a cocinar para cenar caliente, bien el cocido, el potaje de habichuelas, de lentejas, las patatas guisadas …, hacer algunas tareas domésticas y, mientras, los hombres preparaban a los animales, que casi todos tenían, y esperar la cena bebiendo algún vaso de vino.

La aceituna, envasada en los sacos, se transportaba al molino por las bestias (mulos y burros, generalmente) o bien se sacaba a «cargaero», un lugar factible en el camino o carretera más cercana, para que los camioncillos de entonces, pudieran cargarla y llevarla a la fábrica. En muchas ocasiones, era bastante difícil sacar la aceituna porque el terreno se encharcaba y las bestias se atascaban y se caían y se pasaba mucho, era bastante penoso. Por eso, los agricultores iban con la idea de coger primero aquellos sitios, que manaban, cuando llovía, para evitar esto.

Como había muchos días que llovía, los hombres, o bien se quedaban en la chimenea disfrutando de una buena lumbre y haciendo esparto: pleita, tomizas…., o bien salían y podía ser un día de borrachera segura, para desquitarse de muchos días de trabajo sin descanso. Entonces no se descansaba ni domingos, ni fiestas, ni …nada.

Había algo que merece la pena sacar a relucir y es la celebración del «remate». Cuando se acababa la recolección, el dueño daba a los trabajadores una invitación y todos lo pasaban muy bien: se cantaba, se bailaba, se decían chascarrillos.. Era una comilona con abundante vino manchego, que hacía que muchos cogieran una «jumera» para «escupirse en el chaleco». De esta forma celebraban la terminación del trabajo y desde esta fecha, muchos, volvían contratarse para el año próximo.

Bien, llego al final esperando haber dado unas pinceladas aclaratorias de cómo era la recolección. Para los mayores, recordar esto puede ser un motivo de nostalgia, sobre todo por recordar los años jóvenes y para los que no lo han vivido para tener una idea aproximada de cómo era.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… EDIFICANTES VIDAS

Estaba haciendo un barrido por las cadenas de T V, que suelo visitar, y, al pasar por Canal Sur, vi en el programa de Juan y Medio, «La tarde, aquí y ahora», a un matrimonio, que conozco desde hace mucho tiempo, y que los estaban entrevistando. Era el día 9 de diciembre de 2013. Claro, hice lo que la mayoría hubiera hecho, pararme en este programa y enterarme de qué iba la cosa. Es una curiosidad muy humana y, además, pensando «¿qué hacen estas personas para estar aquí?». Aunque el programa llevaba, ya, rato, inmediatamente me di cuenta que era por la concesión de un premio, que ponía en valor su labor y dedicación al acogimiento de niños y jóvenes procedentes de familias rotas, por cualquier circunstancia, hasta que alguna familia los acogía. En palabras sencillas, estas familias son los puentes entre las familias biológicas o los centros de acogida y de, nuevo, las familias biológicas, si están en condiciones de tener a sus hijos, y las familias preadoptivas. Impagable labor para que estos niños pequeños, preadolescentes y adolescentes, tengan el calor de un hogar y una familia y no la frialdad, que pudieran tener, en una institución pública con todas las secuelas que esto puede acarrear a lo largo de sus vidas.

Yo, tenía conocimiento de esta labor, incluso, que habían vendido su piso, que lindaba con el mío, para comprar una casa con mayor amplitud y poder tener, así, más espacio para acoger a cuatro, cinco o seis niños, que suelen tener casi siempre, conviviendo con el matrimonio y sus hijos.

Terminado el programa (como he dicho, vi muy poco), empecé a darle vueltas a la cabeza, como suelo hacer con muchas cosas, y decidí hablar con este matrimonio y explicarles que quería escribir un artículo y publicarlo en www.martosaldia.es -donde suelo publicar- para dar a conocer su labor y ensalzar el trabajo solidario y altruista, que realizan día a día, y pedirles, al mismo tiempo, permiso para publicarlo. Tuvimos una conversación agradable y distendida, en la que me explicaron muchos detalles de este premio y cómo y por qué hacían estas actividades de solidaridad y ayuda a los más desfavorecidos en muchos aspectos, sobre todo, en el familiar y social.

Tengo que decir, y ellos me lo dijeron desde el principio de la conversación, que son CRISTIANOS EVANGÉLICOS, que viven con profundidad el Evangelio y la vida de Jesús. Me señalaron que intentan convivir como los primeros cristianos, donde procuraban hacer una bonita y fraternal labor de compartir. Su fe les hace entregarse a muchas labores humanitarias, sin que sea óbice el estar casados o tener hijos. De hecho, este matrimonio, que, en un principio, sólo era de esta confesión la esposa, lograron adaptarse, ambos, a esta vida de caridad y ayuda. Ellos se sienten atraídos, por sus convicciones, (hay familias de otras confesiones religiosas, también, muy entregadas) a esta hermosa labor y dan las veinticuatro horas de su tiempo, sin pensar en otra recompensa que su entrega, sin condiciones, a sus hermanos necesitados, EDIFICANTES VIDAS. Los hijos, según me contaron, al tener que convivir con otros niños, tuvieron que dejar muchos de sus caprichos, que antes tenían, y adaptarse a esa situación, creciendo en un ambiente de entrega, colaboración y familiaridad, del que han salido reforzados para sus vidas de adultos.

Bien, este matrimonio, que, también, recibió en 2010 un premio: la bandera de Andalucía, ha sido, ahora, acreedor al I Premio Nido entregado por la Junta de Andalucía. El matrimonio al que aludo es, y ya era hora de que desvelara sus nombres, María Dolores Espinosa Bonilla y Rafael Cabrera Hinojosa. Pongo, a continuación, una reseña (Europa Press) de la entrega del premio, que tuvo lugar el 18 de noviembre de 2013, para más exactitud y claridad:

««JAÉN, 18 Nov. (EUROPA PRESS) –
La Junta de Andalucía ha entregado este lunes el I Premio Nido, organizado por la Asociación para la Promoción del Acogimiento Familiar (Apraf), a una familia jiennense por su «labor y dedicación» durante los diez años en los que ésta ha estado acogiendo a menores dentro del Programa de Acogimiento de Menores de la Administración andaluza.

Según ha informado la Junta en una nota, el encuentro ha contado con la presencia de la delegada del Gobierno andaluz en Jaén, Purificación Gálvez; la delegada territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ángeles Jiménez, y el presidente de Apraf, Juan Antonio García, quienes han dado la bienvenida a las familias y han destacado su «solidaridad, altruismo y dedicación», que, en opinión de Gálvez, permiten que «los niños que se encuentran bajo la protección de la Junta de Andalucía puedan convivir en el seno de una familia».

En concreto, el premio de esta primera edición se ha otorgado a la familia formada por Rafael Cabrera Hinojosa y María Dolores Espinosa Bonilla, que iniciaron su andadura en el año 2001 y han acogido a 18 menores en distintas modalidades de acogimiento, tanto simple de urgencia como permanente, y que en la actualidad tiene acogidas con carácter permanente a dos hermanas y a un menor en urgencia.

La delegada de la Junta ha explicado que el premio «nace tras casi una década de dedicación de Apraf-A al Acogimiento Familiar en Jaén, con el objetivo de reconocer y elogiar a aquellas familias que hayan destacado en su dedicación a esta labor durante estos años, ya que son el pilar básico para que el acogimiento siga creciendo como referente principal de atención a la infancia».

De este modo, este premio pretende «visualizar la dedicación anónima que las familias acogedoras realizan en su día a día con estos pequeños y, asimismo, ensalzar el empeño y el reto que afrontan cuando ponen su vida a disposición de la infancia.»»» ………

Me gustaría que este artículo no sirviera, solamente, para rendir un merecido homenaje a este matrimonio, Mª Lola y Rafael, sino que sirviera, especialmente, para concienciar y motivar, a muchos más matrimonios, en esta especial tarea de ser padres, que den cariño y comprensión a tantos menores que se han encontrado, de la noche a la mañana, sin el calor, la confianza y la comprensión de una verdadera familia.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… LA PEÑA DE MARTOS

Hablar de Martos y no hablar de su Peña es algo que no se concibe, ni por parte de los marteños, ni por nadie que conozca Martos y su emplazamiento. La Peña es la señal geográfica de identidad de la ciudad y, gracias a la Peña, es fácil llegar a ella. De todos es conocido, y la tradición así lo confirma, que la Peña es algo mágico, emblemático. Es el hito que orienta a cuantos se acercan, bien para visitarla, o, simplemente, pasan por sus alrededores para dirigirse a otros pueblos. Su magia ha inspirado a poetas, pintores, fotógrafos y ha sido objeto de infinidad de composiciones. Ver una foto de Martos es ver la representación de una peña, que arropa un caserío blanco trepando por sus inmediaciones y mezclado con el bien peinado campo de olivos, que hacen guardia, como disciplinados soldados, moviendo sus armas verdiblancas.

La visión de la Peña es algo natural, cotidiano, una imagen repetida mires a Martos desde el punto que lo mires. Por eso no es de extrañar que sea pintada y fotografiada en variadas situaciones, todas ellas de una belleza y un cromatismo sensacionales.

Creo que no habrá marteño que no haya escalado la enorme roca, aunque sea por su cara más fácil. Hay otros más intrépidos, ajenos al peligro, que la han escalado por todas sus caras, disfrutando, con su riesgo, de situaciones nuevas e imprevisibles. Es una forma de disparar nuestra adrenalina, con una aventura gratificante, de una belleza difícil de comparar.

La Peña que, curiosamente, no era un bien público municipal, sino que ha sido durante muchos años de propiedad privada, de la familia Martínez Calero, si mi memoria no me engaña, hace, relativamente, poco tiempo, Don Miguel Pérez Luque, conocido empresario marteño, la adquirió de manos de la mencionada familia y, con gran generosidad y cariño a su «patria chica», regaló, graciosamente, su propiedad al municipio de Martos, siendo, desde entonces, propiedad municipal.

Además de la antigua ermita de la Virgen de la Victoria, en la calle del Santo, hace pocos años se edificó, por la Cofradía, otra ermita más arriba, en una zona más escarpada de la Peña, donde se celebra la colorista y divertida romería en honor de la mencionada Virgen de la Victoria, que recorre las calles entre multitud de carrozas, bellamente adornadas, caballistas y mujeres ataviadas con el vistoso traje de faralaes. Es un día de amplia participación ciudadana, que hace las delicias de grandes, pequeños, jóvenes y menos jóvenes.

Cómo no recordar que La Peña cobija el episodio más célebre de la ciudad, según cuenta la «leyenda»: el lanzamiento de los Hermanos Carvajales acusados de haber dado muerte al favorito del rey Fernando IV. Fueron lanzados, en una jaula de pinchos, desde lo alto, parece ser que desde «el mar vecino», una pendiente casi vertical. La jaula, con los cadáveres de los Carvajales, llegó hasta el llano, hasta un lugar llamado, después, La Cruz del Lloro, seguramente, por las lágrimas que, espontáneamente, muchos ciudadanos derramaron por el dramatismo, que supuso este desgraciado suceso. El rey fue emplazado a encontrarse con ellos, en juicio, ante Dios, en un plazo de treinta días. Este rey pasó a la Historia con el sobrenombre de Fernando IV El Emplazado. ¿Este hecho es pura leyenda?; ¿tiene el suficiente rigor histórico?. No es este un tema, que tenga cabida en este elemental artículo.

La Peña está coronada, elegantemente, por un castillo medieval y de su primera muralla. Este castillo junto con el de la Villa, constituyeron los bastiones defensivos, que la Orden de Calatrava poseía frente al Reino Nazarí. Fue declarado Monumento Histórico en 1985 y, a pesar de ello, sufre un gran deterioro. Últimamente, he leído, creo recordar, en la web de Martos Actualidad, en unas declaraciones de nuestro Alcalde Francisco Delgado Vilchez , que se estaban evaluando los daños del castillo y la muralla, al mismo tiempo que los técnicos estaban preparando un dossier, con un estudiado proyecto, con el correspondiente presupuesto, para presentarlo, en la instancia correspondiente, a fin de que fuera aprobada una ayuda para su rehabilitación; por otro lado, en un artículo de Miguel Caballero, publicado en Martos al Día, se expone que el Grupo Socialista ha presentado en el Senado una moción para pedir ayuda de cara a su rehabilitación. Ambas iniciativas merece mi aplauso y esperemos que todo esto fructifique en algo positivo. Poco más voy a decir del castillo por ser de conocimiento general, pero sí destacar que lo más impresionante se encuentra en la inmensidad de las vistas, que abarcan el Valle del Guadalquivir y la Sierra Sur.

Después de estas elementales notas sobre la Peña y su castillo, que son ampliamente conocidas, quiero exponer algo más íntimo y personal como es este poema, inédito, que publico, como primicia, con este artículo y que se titula, como no podía ser de otra forma, LA PEÑA DE MARTOS. Espero que disfrutéis con él.

LA PEÑA DE MARTOS

Se divisa desde lejos y es señal de identidad,
vigila desde los altos, no tiene sueño jamás.
De forma piramidal, de paredes inclinadas,
luce un bonito color con su carita lavada.

Su mole fuerte y altiva se divisa desde el mar,
ése, nuestro mar de olivos, los olivos de la paz,
que miran a nuestra «Peña» aplaudiendo sin parar,
animados por la brisa, que los mueve sin cesar.

Eres hito en la distancia, faro para visitantes,
con un castillo en la cima como peineta elegante,
castillo de los cristianos, de calatraveño estilo,
que muestra graves heridas en sus piedras centenarias.

Retamas, musgo, tomillo, hinojos, candilicos, romero…,
forman la flora, tan rica, de esta «Peña» milenaria.
Esta estampa se completa con lugares conocidos:
«el mar vecino», «la cruz», o el negro » peñón cocío».

Qué magia tiene la «Peña», cuánto simbolismo encierra….
Los marteños se divierten y así cantan en las fiestas:
«Si la «Peña» de Martos fuera de azúcar,
estarían los marteños chupa, que chupa».

Qué divertida la romería, que en la Peña se celebra,
gran variedad de carrozas desfilan majestuosas,
para llevar a la Virgen, la Virgen de la Victoria
por las calles de este pueblo entre canciones y rosas.

Para escalar esta roca de laderas escarpadas,
la zona de los «Charcones» es la mejor preparada.
Cuando llegas a la cima, te encuentras tal panorama,
que te invita a repetir la alegría de esta jornada.

No podemos olvidar la inmensidad de sus vistas,
que se pueden observar desde alturas imprevistas:
vastos campos de olivar peinados con maestría,
salpicados con primor de casas, riscos y ríos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… UN PASEO POR EL PASADO, LA SIEGA

En la actualidad, en el siglo XXI, en el año 2013 y desde hace, ya, bastantes años, es una estampa corriente ver, en los meses de junio y julio, las denominadas cosechadoras, que siegan, separan el grano de la paja, empacan la paja en paquetes con la forma de un paralelepípedo, que servirá para alimentar al ganado, y recogen el grano para su transporte a los silos. Todo esto, hoy día, es lo normal y lo que muchas personas, más jóvenes que yo, desde luego, están acostumbradas a ver. Sin embargo, no siempre ha sido así de fácil, ni de rápido. Eran labores del campo muy duras y sacrificadas. Recuerdo, como si lo estuviera viendo con mis ojos de niño y adolescente, estos trabajos, duros trabajos, para obtener el trigo, la cebada, los arbejanos….etc.

Todo empezaba con la siega que se hacía a mano, en grandes extensiones de tierra calma, donde no había ni una mala sombra, para cobijarse de los tórridos rayos del sol del, recién estrenado, estío. Los segadores eran contratados para el tiempo, que duraba la siega y se les daba comida y alojamiento, además de su jornal, claro está. El almuerzo y la comida se les llevaba al tajo y la cena se les daba en el alojamiento. A las zonas cerealistas como Córdoba, Sevilla, la Mancha, llegaban cuadrillas de otros sitios, buscando trabajo, en la época de la siega. Si habéis visto la película La Venganza con Jorge Mistral, Carmen Sevilla y Raf Vallone, podéis haceros una idea.

De madrugada, al rayar el alba, como decían los hombres del campo, con sólo un café con malta en el estómago, empezaban su trabajo con sus hoces de acero templado y bien afiladas, para degollar las mieses cargadas de espigas bien granadas. Sombreros de paja de anchas alas y un pañuelo debajo, sombreaban la cabeza y la cara de los segadores y mitigaban, en lo posible, ese sol de justicia, que los castigaba de forma inclemente. Armados con la hoz en la mano derecha, generalmente, se ponían unos dediles (fundas de cuero, hechas por ellos mismos) en los tres últimos dedos de la mano izquierda, para evitar los cortes, (si alguno se cortaba, se orinaba en el corte, pues la orina, con la urea y otras sustancias que contiene, servía de hemostático casero, pero muy efectivo) y a empezar la faena. Con la mano izquierda se cogía un puñado de mies y con la derecha se cortaba y así durante muchas horas del día. Las mieses, que iban cortando, eran atadas, con los mismos tallos, en haces o gavillas. Cada hora aproximadamente tenían un pequeño descanso, un rebezo, el tiempo justo para fumar un cigarrillo, descansar un poco, beber agua… y, después, a continuar con la tarea. Algunos días, estando, ya, en el tajo no podían empezar a trabajar hasta que pasaba un rato y el sol calentaba y quitaba humedad a las mieses. Los segadores decían que no podían segar pues estaban relentosas, es decir, el relente, el rocío de la madrugada las había puesto húmedas y la hoz no cortaba bien.

Hacia las diez de la mañana tomaban el almuerzo, una comida fuerte que los mantenía hasta medio día. Ésta, solía ser huevos fritos con tocino y patatas fritas; tomates fritos con carne de pollo o conejo; carne de cerdo y tortilla de patatas… Algún gazpacho se intercalaba para reponer los líquidos, sales minerales y otras sustancias, que se perdían con el abundante sudor. Prácticamente estaban todo el día calados. Se solía decir que las camisas de los segadores, una vez secas, las ponías en el suelo y se quedaban de pie. El agua era tan necesaria que había un chaval joven, que aún no tenía edad de segar, el aguaor, que llevaba el agua a los segadores cuando la solicitaban.

Hacia las tres de la tarde se paraba para comer. Esta era la llamada comida fuerte, que consistía, casi todos los días, en un gran cocido con morcilla y ese tocino rubio, que aún quedaba de la matanza, y que junto con los garbanzos y las patatas, servía excelentemente para reponer las fuerzas y las grasas perdidas. Se acababa con el, nunca bien valorado, gazpacho con el agua de la cántara, estuviera como estuviera. Después de un cigarrillo rápido, una siestecita a la sombra de unas gavillas puestas de pie. Un merecido descanso, que sabía a gloria a pesar del inclemente sol.

A las cinco aproximadamente, después del merecido descanso y con el sol algo más flojo, se volvía al trabajo; otra vez con la hoz en ristre y las energías renovadas. A estas horas, decían los segadores, la tarea era más fácil, pues hacía menos calor y las hoces, con las mieses secas, secas, corrían como si estuvieras cortando manteca. Entre algunos chascarrillos, contados con gran humor, y los cantes flamencos, a los que eran muy aficionados, pasaban las horas hasta terminar la jornada. Acabada ésta, marchaban al cortijo, donde tenían el alojamiento, generalmente andando, después de un día agotador.

Ya en el cortijo, se lavaban y se preparaban para la cena, que era temprano, pues había que acostarse rápido para levantarse al alba. Una vez aseados, y hasta que servían la cena, charlaban de sus cosas, algunos escribían a su familia, y fumaban tranquilos tomando unos vasos de vino.

La cena, acomodados en mesas y sillas, no como en el campo, transcurría plácidamente. Solían cenar ensaladillas o el apreciado ajo blanco y algo más sólido como el queso, embutidos, conservas de distintas clases…Como colofón de esta cena se comían excelentes melones, muy abundantes en aquella época. Después de unos cigarrillos en amigable charla, cada cual cogía su jergón y se tumbaba a pierna suelta, para descansar y reponer fuerzas y energías, pues al otro día les esperaba otra larga jornada de calor y duro trabajo. Trabajo tan duro y agotador que determinados segadores no se sentían con fuerzas para continuar y tenían que abandonar y dar por terminado su compromiso, a pesar del bochorno que eso suponía. Cuando esto ocurría, solía decirse que el segador se había enraspado, haciendo alusión, seguramente, a las raspas de las espigas, que se le habían atravesao, como diría un castizo, con gran ironía.

En Martos, también, había bastante siega, pues la población de olivos era mucho menor que ahora y, por tanto, teníamos bastantes tierras calmas, que los agricultores aprovechaban para sembrar la cebada, que alimentaba a los mulos, el trigo para el pan, los arbejanos para sus cabras, los garbanzos negros para cebar a sus cerdos etc.

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«»La razón de escribir este artículo y otros que vendrán después, si el Director me lo permite, no tiene otro objetivo que refrescar los recuerdos para los que lo han vivido, como yo, y para todos aquellos que no lo han visto, darles unas pinceladas, aunque sean breves, de unas faenas agrícolas que eran lo normal y cotidiano, todos los años, cuando llegaba la época».

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… CURIOSO SUCESO

Buscando entre mis papeles, a veces muy desordenados, encontré algo que, ya, no me acordaba que lo tenía. Se trata de dos folios, de papel reciclado, uno rojo y otro azul, que aparecen en la foto y que conservo como prueba. El caso curioso es que cada uno tiene un poema escrito y envolviendo a ambos una especie de orla de las que los ordenadores suelen hacer. Los títulos de los poemas son, cuando menos, sugerentes y para mí denotan la expresión, pasional y sentida, de un alma enamorada. Dichos títulos son: AMOR AZUL Y AMOR AMOR. El primero, en el folio azul, se trata de un poema de amor y el segundo, en el folio rojo, un soneto de perfecta estructura cuyo tema, también, es el amor. En cada folio y al final de cada poema, hay una firma algo ilegible y después de mirarla mucho parece que pone JOSÉ. Hasta aquí no hay nada que parezca raro, ni interesante. Sin embargo lo curioso del caso es que llegaron a mis manos de una forma algo peculiar.

Fue en Fuengirola, hace algunos años, no muchos, pero, realmente, no sé, exactamente, cuantos. Estaba una noche en un bar (un Gambrinus) tomando unas copas, en compañía de mis hijos y mis nietas (eran las únicas que había entonces) y se acercó un señor con aspecto de pedigüeño, allí hay muchos, y nos rogó que le diéramos una ayuda. En un principio no le hicimos caso, pero me ofreció los folios, que he mencionado, y me rogó que los leyera. Yo, la verdad, que estoy muy sensibilizado con todo lo relacionado con la poesía por mi afición a escribir y leer poemas, cogí con interés los mencionados folios y le dí una ayuda, como me había pedido. Este señor desapareció rápidamente y no pude decirle nada sobre los poemas, pues no había tenido tiempo de verlos. Con gran sorpresa y curiosidad, examiné las hojas y las leí con una atención morbosa, diría yo, y a medida que leía iba comprobando que no era nada vulgar, ni marrullero lo que allí se expresaba. Estaba tan metido en la lectura y tan ensimismado que mi familia, un poco extrañados, me preguntaron qué era aquello que devoraba con la vista tan atento y callado. Tardé algo en responder, porque, un poco emocionado, no sabía qué decir. Pasados unos segundos, les dije que si aquel señor había escrito aquellos poemas y no era un plagio de algún poeta importante, se podían adivinar en él unas cualidades, una sensibilidad y una pasión dignas de un buen poeta. La verdad es que no he podido averiguar si era un plagio o no, para mí siempre han sido dos poemas escritos por aquel sencillo y humilde personaje de corazón sensible y pasional. Después, aunque lo busqué para hablar con él, no lo he vuelto a ver más.

Todo esto me hizo meditar mucho en aquellos días y, ahora, al encontrarlos casualmente, también me está haciendo pensar.

Es un poco dramático que unos poemas de amor tuvieran que servir para solucionar, momentaneamente, las más básicas necesidades de una persona, lo mínimo para subsistir, entregados servilmente, con la esperanza de que la gente los cogiera educadamente y los leyera, sin recibir un mal modo o alguna grosería, esperando que, en compensación, le ayudaran a sobrevivir. Parece que ese es el camino, lleno de espinas, de tantos artistas, que, en un principio, y a veces siempre, tienen vedado el triunfo y acaban dejándolo o destruyéndose mental y sicologicamente. Muchas veces son repudiados por la gente, que no comprende o no quiere comprender que «no sólo de pan vive el hombre», también, hay un espíritu que alimentar.

No he vuelto a ver a este POETA, como he dicho, y como no quisiera que cayera en el olvido, sin más, doy a conocer dichos poemas (los escribo especialmente, pues en sus folios originales es posible que no se entiendan), rindiendo un pequeño homenaje a tantos y tantos artistas, que, como éste, luchan tenazmente para que sus trabajos sean reconocidos.

La determinación del valor de estas composiciones, la dejo al ecuánime criterio de todos vosotros.

AMOR AZUL

Estoy dispuesto a deshierbar los campos
para que ninguna espina pueda herirte.

Has entrado tan hondo
que rebasando mi centro
te expandes y retornas.
Más fácil sería
desprenderme de mi sombra
que del sabor profundo de tus labios,
o de las estrellas que inundan tu mirada.
…mientras me hago sustancia en tus adentros
te vas haciendo sustancia de mi mismo.
Antes que a ti
olvidaré mi nombre,
y en este dulce hambre de ternura,
hasta la delgada tela de tu blusa
se me hace una distancia insoportable.

Siento que amándote me amo
y que estos versos
eres tú quien los ha escrito con mi mano.

AMOR AMOR
(soneto)

Acaso por estar enamorado
es que navego mares de dulzura,
al vivir del amor aquella hondura
de un infinito sueño liberado…..

Cual juego que vital y apasionado
me hiere sin dolor y sin usura;
en el abrazo fiel de su cordura
mi barca de ilusiones ha enlazado,

al puerto celestial de su cintura.
… y al bucear en su aliento esperanzado,
y al sentir lo profundo de su altura,

este amor que me tiene cautivado,
en su alumbrada celda de ternura
me hace libre, teniéndome apresado.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… ACEITUNAS DE CORNEZUELO

Mirando en facebook, me ha sorprendido, agradablemente, una foto de la web «Yo también vivo en Jaén», cuyas señas son:www.facebook.com/YoTambienVivoEnJaen

Se trata de algo muy simple, pero que a mí me ha tocado la fibra sensible y me ha recordado algo de toda mi vida: una cazuela con aceitunas de cornezuelo, machacadas y aderezadas como sólo en Jaén se sabe hacer. Ha sido un amigo de mi círculo de facebook, Juan León, el que ha compartido esta información de la web mencionada. Yo, incluso, he puesto, además del ME GUSTA, un comentario: «Qué ricas con un vaso de buen vino», pues, efectivamente, cuando hay aceitunas de cornezuelo, mi tapa favorita para tomarme un vaso de vino es estas aceitunas, sobre todo si están gordas porque las lluvias hayan venido en su tiempo (la foto las presenta enormes, apetitosas, diciendo: ¡¡cómeme!! Su pulpa, ya, endulzada y con los sabores y los aromas, que le proporcionan los diversos aliños y especias, un cúmulo de matices distintos, es un bocado único y no es que quiera hacer una alabanza gratuita e inútil de las mismas, es que forman parte, para mi gusto, de los manjares, con mayúscula, humildes, baratos y al alcance de nuestra mano. Creo, sin lugar a dudas, que es algo ancestral, de muchos siglos, metido en nuestra tradición olivarera, que forma parte de nuestras costumbres culinarias y que cumple todo un rito para los que somos de Martos y por supuesto de Jaén. Yo, que procedo de una familia de agricultores, con algunos olivos en propiedad, recuerdo, con nostalgia y alegría, cuando, todos los años, al llegar mediados de octubre y según la «luna», hemos ido a recoger la aceituna de cornezuelo, junto con otras gordales y la corriente picual. Como el olivo es «vecero», o sea que suele tener un año sí y otro no, se ha procurado hacer los injertos de cornezuelo, – qué sabiduría tienen los hombres del campo-, de forma que pudiera conseguirse, todos los años, alguno que tuviera y cubrir las necesidades de la casa.

En Martos, hablar de aceituna es algo normal. La aceituna u oliva, como le dicen en otros sitios, que ése es su nombre, forma parte de nuestros más profundos sentimientos y el olivo, padre de estas criaturas de vientres abultados, que se van llenando del secular aceite, nuestro árbol mágico y emblemático, que define nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser, de sentir, de alimentarnos, musa de poetas, pintores, escultores…Martos es como un gran océano, que se mueve al ritmo de los vientos, observado por la «Peña», desde su atalaya. Océano que nos dona lo mejor de sus entrañas: ese bálsamo sagrado amargo y rubio.

Mirando en la Enciclopedia, he podido averiguar que la aceituna de cornezuelo de Jaén y, por supuesto de Martos, es de la variedad CORNICABRA, aquí le llamamos CORNEZUELO, aunque es más alargada y puntiaguda.
En Murcia, donde voy con frecuencia, lo he podido comprobar, pues allí existe la cornicabra normal.
¡¡¡¡Qué rica, qué sabrosa!!!! ¡¡¡¡Cómo alegra nuestras mesas!!!!

Quiero finalizar esta sencilla alabanza a las aceitunas de cornezuelo, con un poema de mi libro, mi único libro publicado, Alientos de Vida, que describe, creo, con bastante exactitud el ambiente meteorológico y circunstancial de estas aceitunas.

APUNTES

La canícula estival
va perdiendo su justicia;
las blancas nubes inciertas
van preñándose de lluvia
y el viento, que juega absorto,
va cambiándolas de sitio
mientras los viejos olivos
se abanican con sus hojas,
exhalando sus suspiros.

El olivar duerme inquieto
mirando el cielo plomizo
y se despierta sediento
en un cielo azul y limpio,
que lo envuelve con su luz,
que lo abrillanta y lo adorna
con infinidad de espejos
en la plata de sus hojas.

Septiembre va agonizando
y esperamos con anhelo
que la lluvia, tibia y fina,
envuelva con su misterio
la corona de la “Peña”
con singular esclavina.

Aceitunas alargadas,
de puntiaguda semilla,
verdean en el olivar
con siluetas delgadas.

Tienen miedo que la luna
de “llena” pase a “menguante”,
no quieren ser arrancadas,
de las ramas una a una,
para el honor de las mesas,
para halagar paladares
curadas con blanca sal
del estero de los mares.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… VIENTOS DE OTOÑO

Ha pasado el verano, parece que hubiera sido un suspiro, que hubiéramos dado velocidad a las agujas del reloj. Pero no es así. El tiempo tiene su cadencia, tiene su ritmo, es inexorable. Sin embargo los humanos sentimos su «pasar» según son los acontecimientos que van ilustrando nuestras vidas. Unas veces el tiempo corre mucho, otras, va demasiado despacio para nuestro gusto, pero el tiempo es como es y lo demás son apariencias, apreciaciones personales y nada más.

Llegué a Martos hace algunos días y vuelvo a escribir en este medio después de tres meses de vacación y ausencia y, podéis creerlo, de verdad de la buena, que tengo como «mono», necesito poner algo, aunque sea sencillo e intrascendente, en estas entrañables páginas en las que he publicado durante años.

Desde mi último artículo publicado en Martos al Día, han ocurrido muchas cosas en todos nosotros. Seguro que todos tenemos muchas cosas que contar, unas alegres, con el matiz de la felicidad disfrutada, otras menos alegres, con la pena contenida en nuestros frágiles corazones, que han enturbiado y oscurecido la diáfana luz de un verano de bochorno, placidez y quietud. Lo importante es saber aprovechar los momentos felices como si fueran los últimos que vamos a tener y desterrar, de nuestra existencia diaria, aquellos menos felices, pensando que sólo ha sido un mal sueño, producto, más bien, de la modorra y el sopor.

El verano llegó, 21 de junio, formal a la cita, sin plazos de gracia, con exactitud astronómica, inmerso en la luz, en la tibieza de un nuevo sol, de rayos anaranjados, que la «fragua de Vulcano» ha dejado escapar para deleite de unos, para el horror y fatiga de otros muchos. En fin, es VERANO, esa estación mágica, alegre, luminosa, que cambia todo el panorama vital de las personas.

Para recordar esa fecha, que se nos fue sin remedio, tengo este poema, que puede ilustrar todo lo que acabo comentar y que, no os quedará la menor duda, es mi estación preferida.

APUNTES VERANIEGOS

Es el día más largo, por fin llegó,
veintiuno de junio, solsticio, calor.

Bonitos recuerdos de aquel veraneo,
aventuras locas en baños de sol.

Frente sudorosa, neuronas febriles,
los ojos ardientes, angustia, sopor.

Noches bochornosas, sedientas de amor,
contactos fugaces, la noche pasó.

Sí, pasó la noche, azarosa noche, que me cautivó
sumido en sus horas, preñadas de amor.

La noche se muere, la luna se oculta
entre los cendales del alba difusa.

Los rayos naranja, de un sol de justicia,
son los compañeros de este nuevo día.

La vida retorna, promesa caliente,
pasarán las horas, volverá la noche.

Ahora, ya en octubre, todo ha cambiado. Es otoño, que ha llegado con la inexorabilidad y la exactitud astronómica, que caracteriza estos fenómenos. Todo ha dado un vuelco, al menos en las latitudes en que nosotros nos movemos. La luz; la tibieza; el viento, a veces inclemente; los colores; los cambios en la naturaleza; la actitud de los animales; el ocio; la actividad, que nos exige nuestro trabajo (y que no falte); incluso, todas nuestras células se mueven con otras órdenes internas. Bueno, es OTOÑO, qué le vamos hacer. Ha venido como se fue el verano, sin avisar, y como nos sorprenderá el invierno. Pero nuestro organismo y, sobre todo, nuestra mente (la naturaleza es sabia), están preparados para asumir estos drásticos cambios, que, aunque pudieran ser «copernicanos», serán contrarrestados por todas las defensas de nuestro cuerpo. Y a seguir viviendo y disfrutando de la vida, que es hermosa, a pesar de los pesares.

Un poema, que escribí hace algún tiempo, creo que expresa, con finos matices, algunas de las características del otoño tan distintas de las del verano.

TARDE DE OTOÑO

Negras nubes, encajes de fina lluvia,
venas de agua al correr.

Fuerte viento, inclemente, que los árboles lacera,
infinidad de hojas hace caer.

Festones grisáceos, cobrizo horizonte,
tristes presagios del anochecer.

Tarde trémula, fría, crepuscular,
mi alma acabó por encender.

Dulce inquietud del que sufre la esperanza
de los amores por ver.

Pulida y limpia mi alma, henchida
por un querer.

Tarde de otoño, sublime eclosión,
no lo acabo de creer.

El fantasma del otoño, nunca supimos por qué,
el viento llevó muy lejos,
el amor debió de ser.

Sirva el presente artículo de saludo después de «esta parada biológica», que se ha producido, como todos los años, y espero estar con todos vosotros, lectores de MARTOS AL DÍA, en muchas más ocasiones. Mis mejores deseos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… POESÍA

Con motivo de la publicación de mi libro, mi primer libro, de poesía, me ha surgido la idea de escribir este artículo, difícil artículo por el tema, y publicarlo en este medio en el que tanto he publicado. Solamente quiero hacer algunas consideraciones sobre la poesía. Serán unas ideas sencillas y pedagógicas, que no tienen más intención que aclarar, si eso fuera posible, el concepto que corrientemente se tiene de ella.

Si consultamos el diccionario de la RAE, encontramos que procede del latín poesis, y este del griego poíesis. «Expresión artística por medio de la palabra sujeta a la medida y cadencia, de que resulta el verso». Otra acepción nos dice: «Arte de componer obras poéticas, o arte de componer versos y obras en verso». Un poco más profundo es el que dice: «Género de producciones del entendimiento humano, cuyo fin inmediato es expresar lo bello por medio del lenguaje». Para mí es, posiblemente, la definición que mejor cuadra con el contenido y el concepto que se tiene de poesía. Pues, no nos engañemos, en la poesía lo que se trata es de expresar de forma bella, por medio del lenguaje todo aquello que nos impresiona por cualquier motivo, ya sea un paisaje, una puesta de sol, la familia, una plaza, un hecho luctuoso etc. Hay infinidad de motivos por los que el entendimiento humano puede sensibilizarse para expresar lo que siente de forma bella y, nada más y… nada menos, eso es poesía.

No menos importante es el conjunto de cualidades que deben caracterizar el fondo de este género de producción del entendimiento humano, independientemente de la forma externa, o sea de la estructura material del lenguaje, de que resulta el verso. Así muchas veces solemos decir «esta obra en prosa está llena de poesía, o aquella en verso carece de ella». Como ejemplo más palpable lo tenemos en la bellísima obra de Juan Ramón Jiménez PLATERO Y YO. Obra llena de poesía, como se ha dicho, con la belleza, la ternura, el candor que rezuma esa denominada, y con razón, «prosa poética».

Aunque existen distintas variedades o especies en la poesía: lírica, épica, dramática, bucólica, religiosa, profana…., puede dar la impresión que sólo es poesía la lírica, sin embargo todas la variedades tienen su importancia y no puede hacerse, seguramente, un escrutinio justo si no se atiende a la calidad, la impresión, la emoción…que puede producirnos. Mucha gente cree, y así lo expresa, que lo poético es algo para minorías y para gente muy seleccionada. Yo, particularmente, creo que la poesía, como toda obra de arte, requiere nuestra atención y no nuestro rechazo de antemano. Si tenemos paciencia y tenemos que leer varias veces un poema, seguro que encontraremos algún mérito o algo que nos ilusione o nos impresione. Hay que admitir que no todos los tipos de poesía son iguales, ni todos tienen la misma claridad para entenderlos, ni todos tienen la misma capacidad para emocionarnos. Con paciencia, como he dicho, podemos llegar a entusiasmarnos con ella.

Para tener un amplio concepto y, sobre todo la valoración que de la poesía se puede hacer, no puedo dejar de mencionar, por sus méritos y autoridad, a José Caballero Bonald, Premio Cervantes, que recibió hace unos días y que yo presencié en TV. Me impactaron sus palabras al hablar de la poesía. Dijo Caballero Bonald, refiriéndose al gran filósofo: «Según Aristóteles, la Historia es lo que pasó; la poesía lo que debió pasar». Caballero siguió diciendo que «la poesía puede corregir las erratas de la Historia» y aseguraba que «la poesía es una forma de defensa contra las ofensas de la vida».
Siempre se ha dicho que la poesía marcaba de forma indeleble una manera de vivir la vida y las etapas de la Historia.

Después de estas breves y resumidas pinceladas sobre el tema, no puedo dejar pasar la ocasión sin hablar un poco de mi libro, de este libro, que nace y que presentaré públicamente en breve.

El poemario, que publico, ha sido seleccionado del trabajo de una década. La edición de este libro no tiene más objetivo que recopilar todos mis poemas, publicados en distintos medios locales y provinciales. . Aunque mi paso por la apasionante experiencia de escribir, verso y prosa, ha sido tarde en el devenir de mi vida, no por eso ha dejado de gratificarme, extraordinariamente, al sentir que, muchas de las sensaciones de mi vida, podían ser plasmadas con la fuerza y el vigor que sentía en mi interior. Por eso no es raro el título, que he elegido para este poemario: ALIENTOS DE VIDA.

Es como una necesidad, sacar del fondo de mi corazón las emociones sentidas ante el nacimiento de mis nietos; el triste sentimiento ante mi «Estación de ferrocarril» tan deteriorada; la paz ante mi Virgen de la villa; recordar el «Castillo» de la Peña; la celebración de la Primera Comunión de mi Natalia; la visión de una nevada en mi pueblo; la admiración por ese árbol emblemàtico, el olivo, que me inspiró para hacer una sentida «Alegoría»; la pena y el dramatismo por la catástrofe del Prestige y tantas y tantas cosas más……

Ante este panorama, me ha parecido bien hacer una serie de apartados, que puedan recoger los contenidos de los distintos poemas, muy distintos en cuanto a la temática y estructura, pero con algo que los identifica: la fuerza y la pasión. Para mí es como un único y largo poema.

Si esta selección de poemas, sirve para emocionaros, en unos casos, para relajaros, en otros o para deleitaros con algunos recuerdos, me sentiré muy satisfecho y se habrán cumplido las expectativas, que me proponía.

Por último, os invito a todos a la presentación de ALIENTOS DE VIDA, que tendrá lugar el día 6 de junio, en la Casa Municipal de Cultura Francisco Delicado, a las siete de la tarde.
La distribución de ejemplares, de forma gratuita, tendrá lugar en el acto de presentación. Como gesto solidario, el que así lo considere, podrá dar un donativo para CÁRITAS INTERPARROQUIAL. Al finalizar dicho acto, el autor firmará libros a todos los que lo deseen.

Mi agradecimiento de antemano y mis saludos más afectuosos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho