Opinión

El Rincón de Paco Teva … LA OSADÍA DE LOS GORRIONES

El gorrión es un pajarito tan común en nuestros pueblos y ciudades que no necesita mucha presentación. Dentro de los paseridos, el más conocido es el «gorrión común» (passer domesticus) , el que conocemos y estamos hartos de ver, que está adaptado al hábitat urbano y lo encontramos en todos los continentes a excepción de la Antártida. Se alimenta de granos y pequeños insectos, pero come de todo lo que encuentra: migas de pan, chucherías de los niños, restos de comida, bayas y pequeñas semillas…..Los árboles, tejados, cobertizos, salientes de los edificios, pueden servirle para construir su nido, que está bien escondido, a salvo de muchos predadores, y es difícil de encontrar. Su concierto es constante, repetitivo y, si tienen, ya, sus necesidades cubiertas y están cortejando a las hembras, es ensordecedor, sobre todo si hay un árbol añoso y grande en el que se asientan muchísimos, como su lugar preferido, por la seguridad que encuentran en su morada común.

En mi último viaje a Sevilla, ahora en junio (he presenciado la entrada del verano en tan magnífico escenario), recalaba todos los días en la Plaza de la Alfalfa, donde desayunaba, tomaba el fresco y observaba el trasiego de gente, algunos muy conocidos por sus salidas en TV. Sin embargo, la razón de este «ejercicio literario» es por otra cuestión muy simple, que muchas veces pasa desapercibida: el comportamiento de los pequeños gorriones, esa «troupe» incansable, que va de un lado a otro y, con una maravillosa habilidad, saca partido a todo lo que hay de aprovechable en el suelo. A veces sus incursiones son bastante comprometidas y salen airosos sin que uno se lo pueda explicar. Por supuesto están acostumbrados a esta convivencia con las personas, que, muchas veces, les ayudan con sus golosinas, miguitas y otros alimentos, a sobrevivir. Su agilidad y energía para saltar, volar en un instante, pararse, despegar… es asombrosa y sus filigranas, nunca mejor dicho, para beber agua en los sitios más inverosímiles, son de lo más espectacular que pudiera observarse, incluso sin habérselo propuesto. Los niños, especialmente los más pequeños, corren tras ellos esperando que un fallo en su vuelo, en la atención o quién sabe qué, les proporcione la ocasión de apresar a alguno de ellos. Pronto desisten cuando ven que es bastante difícil, sino imposible, a no ser con un arte de caza, cosa que está descartada. Cuando van siendo más mayores hacen, lo que hacemos todos, mirarlos, disfrutar con sus evoluciones, seguirlos con la vista mientras buscan su comida, ver todo el ceremonial de las paradas nupciales, apreciar sus vuelos ágiles, sus reflejos rápidos y con el convencimiento de que perseguirlos y cazarlos será inútil.

Uno de esos días, en la Plaza de la Alfalfa, me ocurrió algo que merece la pena contarlo. Había terminado de comerme la media tostada con aceite y tomate, que suelo tomar y el plato con los restos estaba allí. Yo, seguía tomando mi café y disfrutando del momento, cuando un gorrión se paró en la mesa, se puso de pie en el plato y empezó a comer las migas, que habían quedado sin que nada le atemorizara. Me quedé como una estatua y pude sacar mi teléfono móvil y hacerle una foto, que tengo guardada. El pájaro ni se inmutó, su osadía no tenía límites y siguió comiendo los restos del plato. La foto la conservo y voy a ponerla en la publicación, para que os hagáis una idea de cómo se acercan a las personas y, sin temor de ninguna clase, cumplen su objetivo cual es cubrir sus necesidades de supervivencia.

Creo que es un regalo de Dios y de la Naturaleza, que existan estos seres, simpáticos y entrañables, en nuestro entorno y que alegren a mayores y pequeñitos con sus cantes, vuelos, piruetas y, por supuesto, con esa osadía fuera de parangón, que permite disfrutar de ellos sin conseguir hacernos con su domesticación, ni su total amistad.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… JILGUEROS

En el parque antiguo, en un viejo árbol, han hecho un nido dos jilgueros. Entran y salen constantemente, sobre todo la hembra, portando en sus picos las materias más dispares, que formarán, en pocos días, el más confortable dormitorio para esperar a sus pequeños y potenciales cantores. Al principio salían recelosos, mirando a todos lados, como si sintieran un peligro inminente; después sus salidas son confiadas, sin miedos, ni recelos. Ya, están hechos a los más insignificantes ruidos, movimientos, personas y otros animalillos, que pululan por todas partes. El colorido de la pareja es precioso. La Naturaleza, en su saber eterno, siempre acierta con los más vistosos y primorosos colores. Hay una mezcla de gran viveza, que refleja la luz hermosa de la primavera, y el conjunto no puede ser de una estética más fina y elaborada. El «madroño» de los jilgueros, especie de casquete en la cabeza, reluce con tal cromatismo, y es una mezcla tan lograda, que unida a la del torso, las alas y la faz roja, forman un conjunto tan llamativo que ahora me explico el por qué del nombre «colorín», por el que lo conocemos normalmente.

Entre cantos lindísimos, saltos, achuchones encubiertos, se consuman las paradas nupciales, abiertas y abundantes, que recrearán una aceptación de sus virginales facultades, para hallar y guardar, en cofre silencioso, las mejores esencias de un género magnífico y perfecto.

La hembra ponedora, preparada para la más bonita de las acciones reproductoras, envía sus mensajes, de madre convencida, al macho autor de vidas prometidas. Con cuánta paciencia y saber, cuida el macho del nido tan querido; alimenta, a veces, a la hembra; vigila a los pequeños pajarillos y procura que se marchen sin tener que poner en peligro y evidencia a los pequeños «colorines», que salen de una ingenua convivencia con sus padres, ya adultos y excelsos cantores.

Los pequeños, de un plumaje especial y distinto hasta la primera muda, vuelan y empiezan el aprendizaje de esos cantes, hermosos cantes, parecidos a los del ruiseñor, pero con un toque más asilvestrado.

El próximo año, alguno de estos pajaritos iniciarán, también, sus paradas nupciales para, así, perpetuar esta especie de los «carduelis carduelis», tan bellamente vestidos y con una flauta mágica.

MI «COLORÍN»

A sus cinco años de vida, mi viejo «colorín»,
que así se llama, tiene en sus plumas
el más bello arco iris, que imaginarse pueda.
Su «madroño» tricolor, tiene la elegancia
y la altanería del más apuesto galán.

Salta y se mueve con la agilidad
de un consumado trapecista,
que diera el triple salto mortal.
Cuando me acerco, se para, mira
y entona el más bello de sus cantes.

Su cara parece que se alegra
y, si le pongo el dedo, me pica,
suavemente, como saludándome,
después de muchos días sin verme.
Es feliz a su manera y, aunque privado
de libertad toda su vida,
todos los años conoce hembra, canaria,
cuyas crías, híbridos, «mixtos»,
cantan como los ángeles.

Para mí, este pequeño jilguero,
es un regalo de Dios
y me alegra con sus cantes
los momentos más tristes de nuestra
vida interior.

Colorín, colorado, este cuento
está empezando, si haces pareja, de nuevo,
con la canaria de amarillo anaranjado.

Salta, brinca, mi pequeño «colorín»,
eres trapecista experto,
en los saltos acrobáticos,
que disfrutamos de ti.

Eres padre delicado y tus cantes
exquisitos, dejando van, sin quererlo,
el estilo más brillante
de tus acordes floridos.

Sigue feliz en tu jaula,
no pierdas tu alegre brío
y cántanos la alegría
de tus memorias del campo.

Despiértame cada día
con tus trinos renovados
y transmite la alegría
de tus tonos más ufanos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Ricón de Paco Teva… MES DE MAYO

Como todos los años, durante el mes de mayo, seguramente, por su hermosura e imágenes tan sugerentes, publico algunos poemas inéditos, como primicia, para los lectores de Martos al Día. Este año no podía ser menos y quiero presentaros estos dos poemas, que gozan de mi simpatía, sobre todo, por los temas que tratan. Se titulan MAYO y AMISTAD. Espero os gusten y disfrutéis de ellos.

MAYO

Hermoso mayo en la cumbre de la primavera,
siempre variado y bello, el mejor óleo.
Nos invita a disfrutar el sol, que reverbera
en el pulido cristal de nuestro gozo.

Nuestros ojos, ávidos del color y la ilusión,
sienten los trazos de esa belleza primorosa,
incrustada, sin remedio y caprichosa,
en imágenes de maravillosa armonía y pasión.

Infinidad de flores eclosionan, con la fuerza
del fuego incontrolado, que permiten recibir,
con todos los sentidos, sensaciones, sin sufrir
las heridas del fuego en la maleza.

Los oídos reciben las baladas cadenciosas
de multitud de pájaros cantores, que repiten, con celo
y sin descanso, la mejor partitura de su empeño,
y buscan, gran milagro, las corales lucidas y armoniosas.

Los insectos pululan, por doquier, libando
la esencia de las flores, que alimenta y da vida,
y devuelve, y más, toda la herencia recibida:
hermosísimo concierto de zumbidos repicando.

Los amores, en mayo, florecen con la fuerza de las olas,
que invitan, en una ansiedad irremediable,
a pasiones viscerales, que nuestro genio considera inconfesables.
Bendito mayo, que incita y protege las pasiones locas.

Hermoso tapiz es nuestro campo de color y fuerza irrepetible,
de cromatismo impensable y variado,
que los vivos y enérgicos pájaros han imitado,
y, sin querer, han logrado que sus plumas, sutiles y ligeras,
continúen con la belleza de una estirpe.

Las flores, los pájaros, los insectos, el calor, el amor….,
cómo se lucen en mayo: el éxtasis de la primavera.
Yo, sólo quiero pensar que, cuando acabe este mes,
tendré tantas teclas que tocar que, mi alegre buen humor,
se mantendrá, incólume, hasta el mayo de otra vez.

AMISTAD

Y…¿qué es la amistad?. ¿Será algo ideal?.
¿Será una entelequia puramente intelectual?.
¿Será algo que tenemos, sin más, asumido?.
¿Será, en fin, algo hueco y vacío?

Nuestra boca se llena de la palabra amistad,
del gozo de tener buenos amigos,
de sentirnos arropados y defendidos,
de presumir de los amigos y su bondad.

Amigo y amistad no son palabras vanas,
son realidades cercanas y veraces,
que marcan para siempre las besanas
de muchas acciones encomiables.

Si eres amigo…, de los buenos,
eres la pura verdad sin condiciones,
eres el hombro y el apoyo que queremos
y eres…, también, la mano tendida sin rencores.

Labremos las llanuras y los valles,
y sembremos de valores nuestros huertos,
y busquemos las mejores amistades,
y que germine la virtud en los barbechos.

Amigo, no te defraudaré en los peligros,
ni te echaré los perros entre gritos,
no temas mi abandono, ni mi olvido,
que quiero serte fiel, amigo mío.

En la vida no hay nada mejor,
si sabemos apreciar todo el valor
de un amigo, que te ayuda y que te quiere,
a cambio de nada, alegremente.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… ESTOY SIN «BLANCA»

Es una frase oída y requeteoída, sobre todo en las películas americanas, a las que tan aficionados éramos todos los de mi edad. Oíamos esta expresión, que, yo, la creía, como el «Malboro», tipicamente americana y, ya, sabíamos que significaba no tener ni una «gorda», moneda de poco valor, traducido a nuestro idioma español, tan rico en expresiones. Pero investigando un poco, he aprendido que esta expresión es españolísima. Ni es americana, ni perico que la pintó, que, también es una expresión muy española.

La expresión ESTAR SIN BLANCA viene de la palabra BLANCA que, en tiempos de Felipe II de España, era una moneda de poco valor. Por lo tanto » estar sin blanca» es estar sin monedas de valor, no tener nada de dinero.

La blanca era una moneda del sistema monetario de Castilla muy anterior a Felipe II. Moneda llamada «Blanca del Agnus Dei» Su origen es medieval y, ya, en el s. XIV se acuñaban blancas. Fue acuñada en el año 1386 durante el reinado de Juan I de Castilla con motivo de las guerras con el Duque de Lancaster. Se trata de una moneda de vellón (aleación de cobre y plata), de bajo valor, llamada blanca porque era tratada con un blanqueado que le daba el aspecto plateado y claro, frente a otras monedas de vellón de color más cobrizo y oscuro.

Circula por ahí el bulo de si su nombre «blanca» sería porque se acuñó con el rostro de algunas de las varias princesas de Castilla llamadas Blanca. Nada de eso es real, y tal afirmación se basa en una interpretación popular de la popular y conocida «letrilla» de Francisco de Quevedo, PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO, en que llama a la blanca, metafóricamente, «Doña Blanca de Castilla». En la cuarta estrofa aparece claramente:

«»»¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria,
sin tasa,
Que es lo más ruín
de su casa
Doña Blanca de
Castilla?
Más pues que su
fuerza humilla
Al cobarde y al
guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.»»»

La expresión «estar sin blanca» con el sentido de no tener dinero es, además de muy frecuente en el español actual, bastante antigua. Si consultamos el CORPUS DIACRÓNICO DE LA RAE (el banco de textos antiguos de la academia , CORDE para los amigos) encontramos 162 apariciones de la expresión «sin blanca», siendo el registro más antiguo de alrededor de 1460.

Dado que la «blanca» era la moneda de más bajo valor, la expresión «estar sin blanca» es equivalente a decir que no se tiene ni la menos valiosa de las monedas, idéntica a decir «estar sin un céntimo», o «estar sin un duro», o «no tener un real», o «no tener una chica» etc. etc….

Hoy, y es mi pena, hay mucha gente que dice, y no por costumbre, sino por necesidad, «estoy sin blanca», «no tengo un duro», «no tengo un céntimo»…….Estoy sin trabajo, no sé lo que hacer, estoy desesperado…..Puñetero paro, ¿se acabará alguna vez?, ¿saldremos de esta crisis recalcitrantre?…

Es una pena y una nueva orientación de las estructuras familiares, producto del desempleo, la crisis y la paralización de la economía, que los padres tengan que llevar la economía familiar suya, la de los hijos y, a veces, la de los nietos. Es algo, totalmente anormal, que los padres, que aún cobran las pensiones, en su última etapa vital, tengan que solucionar los problemas familiares de los más jóvenes, cuando vemos, y ahí están los medios de comunicación, que hay quien se lo lleva crudo y dentro de diez o doce años, pues la justicia es así de lenta, ya, no se sabe nada de nada, ni nadie se acuerda de lo que pasó, pues la memoria es frágil y se rompe con el tiempo. Ojalá no se olviden los que no deben olvidarse y esos malvados paguen, religiosamente o justicieramente, lo que deben y sea un ejemplo para esta nueva sociedad, que se está fraguando a pesar de los pesares.

Mi última reflexión es para pedir a todas las instituciones públicas que arbitren medidas, que unan esfuerzos, que no cejen en los esfuerzos para que los jóvenes, sobre todo, y todos los demás, menos jóvenes, pero aún en edad de trabajar, tengan la oportunidad de poder llevar a su casa un sueldo, que los haga independientes y sin necesidad de sacrificar a padres y abuelos, personas dignas de vivir sin los agobios, ni los sacrificios de esta etapa, una etapa aciaga, que, para algunos, supone un estado de depresión enfermiza y una situación sin salida, ni solución.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… LA PRIMAVERA

«La primavera la sangre altera», así dice un aforismo popular en lo relacionado con la entrada de la primavera y nuestra actitud ante la vida y el amor. Pues sí, dentro de unos días empieza esa estación mágica motivo de inspiración para los poetas, pintores.., pues la belleza, la vida, el entusiasmo, el amor eclosionan con una fuerza distinta a la de otras estaciones. Es algo, visceral, fisiológico, hormonal, qué sé yo, algo que cambia la naturaleza, las plantas, los animales, el mundo, el amor. Físicamente, clínicamente se nota el cambio, se nota ese correr de hormonas, de adrenalina, que nos da fuerza, vigor, alegría, ilusión, que nos cambia la vida en suma.

La palabra primavera viene de PRIMA «primer» y VERA «verdor», luego literalmente significa el «primer verdor», el arranque de esa explosión de vida. Dependiendo de las regiones este verdor será antes o después, pero su fecha astronómica es la misma para todo el hemisferio norte y la misma para todo el hemisferio sur. Este año 2014 está previsto que la fecha astronómica de entrada de la primavera sea el día 20 de marzo a las 17,57.

Mucho más técnicamente se podría decir qué es la primavera, pero como yo no voy a descubrir nada nuevo, me conformo con expresar poéticamente lo que entiendo por primavera. Que hable la poesía, que siente más que sabe, que tiene pálpitos de sentimiento y es capaz de mover los corazones más duros e insensibles.

Quiero publicar en primicia estos dos poemas muy afines al síndrome primaveral: PRIMAVERA / TE ESPERÉ

PRIMAVERA

Necesito salir de este invierno frío y silencioso,
necesito el calor de tus rayos calientes y sedientos,
necesito la albura de tus tenues resplandores,
necesito salir de las sombras y agrios vientos.

Quiero el calorcillo amable de tu faz alegre,
quiero sentir como crece la yerba a borbotones,
quiero que tu cara me mire y me conforte,
quiero dejar de errar sin ilusiones.

Espero el perfume de tantas, tantas flores,
espero tu aliento y tu savia nutritiva,
espero un arco iris que ciegue de colores,
espero el renacer de mi alma aún dormida.

No puedo apartar de mis ojos tu belleza,
no puedo alejarme de tus efluvios poderosos,
no puedo salir de esa cama cariñosa,
ni puedo perder la belleza de tus ojos.

Me embarga el gorjeo de los pájaros cantores,
me embarga el zumbido de multitud de insectos,
me embarga la avaricia de los intensos amores,
me embargan los corazones satisfechos.

Te quiero primavera y siento que te acercas,
te quiero primavera, llévame a mi amada,
te quiero primavera, tú que rompes amarras,
te quiero primavera, tú que disipas mis penas.

Envidio tu luz, tu sol y tus aromas,
envidio la energía a torrentes derramada,
envidio la eclosión de vida y esperanza,
envidio el rumor del coraje y las hormonas.

TE ESPERÉ

Te esperé con la paciencia de los enamorados
y sentía que tus ojos, de embrujo palpitante,
me miraban, genial locura enamorante,
bello abanico de gestos inspirados.

Recordaba tu cara de tez clara,
tu pelo como trigo maduro,
recordaba, más aún, tu mirar seguro
y tu boca como fruta, que buscara.

Recordaba tus manos con locura
en la besana sensible, que es mi cuerpo,
labrando los rincones de mi huerto
con sensaciones plenas de ternura.

Recordaba tu piel, tersura sutil de terciopelo,
con el suave tacto de la seda,
que me invade con fuerza y me sosiega
como la simple caricia de tu pelo.

No estabas y te buscaba, ávidamente;
sufría y mi sufrimiento, grave y alocado,
sembraba de espinas mi costado
con un dolor amargo e inclemente.

Mis ojos buscaban, aturdidos,
en la penumbra de mi amarga espera
sin encontrar en tu alejada esfera
la emoción de los momentos más queridos.

Las horas de mi alma, vencidas por la espera,
sufrían, por la dicha del encuentro,
sin saber si el corazón, tembloroso por dentro,
encontraría la respuesta más sincera.

Te esperé sintiendo tu presencia,
enamorado de tus gestos muy presentes
y encontré que las caricias, hoy ausentes,
renacerían más fuertes que su ausencia.

Al fin nos encontramos, ¡ay amor!,
en la cálida alcoba, sufriendo al esperaros,
y nos amamos, nos amamos sin reparos
con la pasión irresistible del dolor.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… SAN VALENTÍN, DÍA DE LOS ENAMORADOS

Estando cerca el catorce de febrero, nada mejor que recordarlo y dar algunas pinceladas sobre la muy «discutida» fiesta del «Día de los enamorados», que coincide con la onomástica de San Valentín. Esta discusión es algo recurrente, que se manifiesta, como en casi todas las facetas de la vida, en dos claras opiniones: una materialista, que considera que es una fiesta hija de nuestra sociedad de consumo, y otra idealista, que lo hace celebrando y homenajeando el amor en su mejor y más pura expresión.

Yo, que soy muy aficionado a las frases bonitas y casi lapidarias, de reconocidas personas por su sabiduría y sensibilidad, para empezar, tengo que traer a estas páginas una, que me ha impactado por su brevedad y, al mismo tiempo, por su profunda sabiduría. La frase es de Janos Arnay «En los sueños y en el amor, no cabe lo imposible». En tan pocas palabras, no se puede definir mejor lo que puede ser el amor. Es algo tan sutil, elevado o carismático, que no cabe la imposibilidad, ni los inconvenientes, ni las separaciones obligadas, ni la oposición de determinadas personas, ni siquiera la muerte (Romeo y Julieta). El verdadero amor no tiene límites, o se quiere, o no se quiere, no valen los subterfugios, y, abundando en lo mismo, dice así Francisco de Quevedo «Los que de corazón se quieren, sólo con el corazón se hablan». No puede ser más explícita. El amor es algo profundo, imponderable, que sale del corazón, como fuego volcánico, incontrolable.

Dije al principio «la discutida fiesta del Día de los enamorados», porque muchos piensan que la misma, que San Valentín, se celebra desde hace poco y que surgió por el interés de los grandes centros comerciales, pero su origen se remonta a la época del Imperio Romano.
Si nos olvidamos de esos carteles, que a comienzos de febrero anuncian todo lo que debemos regalar a nuestras parejas, veremos que, en el fondo de ese famoso 14 de febrero, hay mucho amor. Un sentimiento que, además de universal, es tan antiguo como la propia raza humana.

La historia de San Valentín se remonta a la antigua Roma, al siglo III, cuando un sacerdote decidió casar a aquellos novios que lo tenían prohibido. Se trataba de soldados, pues se creía que los solteros rendían más en el campo de batalla. Valentín, que así se llamaba el sacerdote, protegía a estos soldados y los casaba en secreto, por lo que Claudio II, a la sazón, emperador de Roma , ordenó su detención y posterior ejecución. Durante la estancia en la cárcel, se enamoró de la hija del carcelero, Julia, a la que mandó una carta de amor antes de ser ejecutado. Coincide, ¡hay que ver!, la fecha de la ejecución con el 14 de febrero. Es una caso con los hilos suficientes para, una vez tejido, pasar a la historia y que cada 14 de febrero recordemos que a pesar de los bombones, las flores, las cenas románticas y, quizá, hasta brillantes, lo verdadero y único que queda, al final, es el sentido amor.

Es una celebración tradicional en los países anglosajones, que se ha ido extendiendo a otros muchos a lo largo del siglo XX. En norteamérica, hacia el año 1840, Esther A. Howland empezó a vender las primeras tarjetas postales de San Valentín con símbolos como corazones o cupidos. También, se empezaron a regalar rosas a aquellas personas a las que se les tenía un especial afecto. Igualmente, se ha extendido por América del Sur, donde muchas personas, ya, lo celebran. En los países nórdicos( y es otra teoría sobre los orígenes) es durante estas fechas cuando se aparean los pájaros y por tanto este periodo, en el que se centra el día de los enamorados, es para ellos un símbolo de amor y creación. Asímismo, se maneja que sea una fiesta cristianizada del paganismo de la antigua Roma, cuando tiene lugar el martirio de San Valentín.

Sean las teorías que sean sobre su origen, lo cierto es que muchos millones de personas lo celebran todos los años y no voy a entrar en si lo hacen por las influencias externas de los grandes comercios, o, simplemente, es que se ha canalizado un sentimiento, que brota puro y diáfano del corazón de los humanos enamorados, lo que demuestra, como apunté al principio, que el amor es un sentimiento fuerte, cálido, sin medida, en el que no cabe lo IMPOSIBLE.

Y como mi intención no es la de polemizar, sino más bien la de profundizar, si así se puede considerar, en este tema, que como tantos otros son casi desconocidos, si de algo ha servido este simple y sucinto ensayo, me consideraré muy gratificado.

Por último desearos un FELIZ DÍA DE LOS ENAMORADOS, pero como se decía en otro asunto, que ahora no sé cual es, «Si San Valentín es felicidad y alegría, que sea San Valentín todos los días». Que vuestros corazones vivan con amor todos los días.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



Martos, motivos para venir!

Miguel Caballero | Siempre pienso que estoy un poco en deuda con mi pueblo, ya que  he tenido oportunidad de poder escribir y hablar de muchos lugares y pueblos de nuestro Paraíso Interior Jienense, y siempre he dejado un poco de lado mi ciudad, mi Martos.

Os invito a descubrir Martos

Y lo hago, siendo consciente del gran potencial turístico que tiene mi ciudad y que no ha sido explotado en absoluto. Lo hago por justicia, pues hace escasos días se ha celebrado en Madrid, Fitur la Feria Internacional del Turismo, donde Jaén ha tenido gran presencia y éxito de participación. En el que varios municipios y comarcas de Jaén se han promocionado y en el que por desgracia Martos ha sido la gran ausente, mientras que pueblos mas pequeños estaban allí y ciudades a las que nada tenemos que envidiar mostraban lo mejor de sí mismas.

Digo sin temor a equivocarme, que Martos con un pequeño esfuerzo podría equipararse y atraer turismo al igual que lo hacen muchos de nuestros vecinos.

Pero para eso, el Ayuntamiento debe estar por la labor y al igual que en otros municipios, debe ser éste el que ponga la base para el inicio de la industria turística en Martos… algo que por desgracia no está ocurriendo incomprensiblemente.

No se entiende que una ciudad de la entidad de Martos no apueste para nada por el turismo, cuando resulta que en 2013 esta industria, la más importante de España, representa el 12% del PIB andaluz, que atrajo el año pasado a 22,5 millones de turistas (un 4,1% más que en 2012) que dejaron en nuestra comunidad 16.300 millones de euros…

Pues bien…siempre pienso que los cambios empiezan por uno mismo.

¿ Existen motivos para venir a Martos ? Mucha historia que contar

Los marteños y marteñas tenemos el privilegio de vivir en una ciudad con mas de 2500 años de historia. Numerosos vestigios arqueológicos demuestran que, desde la prehistoria, los antiguos pobladores se interesaron ante todo por la Peña de Martos, por las oportunidades para la defensa que proporcionaba y para poder poblar tan inexpugnable montaña. Así comenzó a formarse el primer poblado llamado Tuss, que con el paso de los siglos fue creciendo pasando a ser el Tukke o Tucci íbero. Los muchos vestigios de esta cultura en nuestro pueblo, descansan algunos en museos privados o en el provincial, sin una muestra apenas visible.

Mayor presencia tiene aún la mezcla entre íberos y romanos que se produjo en toda Hispania, que en nuestro pueblo formó una población de gran importancia, que llegó a proclamarse República Tuccitana y a ser bautizada como la Colonia Augusta Gemella Tuccitana, una población de las de mayor entidad de toda la región y de la que sí queda buena muestra en nuestras calles, como el gran Lapidarium del Ayuntamiento de Martos, formado por muchas columnas y losas romanas.

Un curioso ejemplo de arte íbero-romano podrían ser los Leones del Pilar de la Fuente Nueva, reutilizados para tan magna obra como es el pilar, aunque eran mucho más antiguos y la mayoría de las personas que disfrutan viéndolos apenas si conocen su origen.

O el reloj de sol al inicio del paseo del Calvario (un gran desconocido incluso para los marteños) que data del 20 a.C y que se cree que pudo estar situado junto a un santuario dedicado al dios Hércules.

De nuevo, muchos vestigios y restos arqueológicos han surgido de nuestra ciudad a lo largo de los siglos, sin que apenas exista un lugar al que poder dirigirse para obtener una visión clara y uniforme de tan importantes restos.

Tal importancia histórica en nuestra ciudad no hizo más que crecer con los Visigodos, periodo en el que llegó a convertirse en Sede Episcopal y tener su propia moneda, algo que muy pocos lugares llegaron a conseguir. De los visigodos nos queda el mayor hallazgo arqueológico de nuestra localidad, como es el Sarcófago Paleocristiano de Martos.

Una vez más, se hace necesaria la presencia de un Museo Municipal en Martos, que pudiera dar cobijo a tal descubrimiento y acoger también una colección de monedas acuñadas en Tucci.

Llegó el turno a la dominación árabe, que convirtieron nuestra ciudad en un bastión defensivo, creando un auténtico castillo sobre los recintos fortificados que anteriormente construyeron íberos y romanos.

Con los árabes, Martos participó en numerosos conflictos de uno u otro lado de Al Ándalus que concluyeron con la entrega de la ciudad al Rey Fernando III gracias al pacto surgido tras la Batalla de las Navas de Tolosa.

Así llegaría una etapa de prosperidad a Martos convirtiéndola en Tierra de Castillos y Fronteras

Y es que nuestra localidad, incluida actualmente en la Ruta de los Castillos y las Batallas,es la única de toda la ruta que cruza de Ciudad Real a Jaén terminando en Granada, en incluir 3 castillos todos ellos en donde la marca de la Orden de Calatrava queda palpable.

El más importante, La Fortaleza Inexpugnable de la Peña de Martos, que corona hoy la citada peña, símbolo de nuestra ciudad, impresionante mirador visible a más de 90km de distancia y que para nuestra desgracia, se encuentra en una lamentable situación de abandono.

El Castillo de la Villa, integrado hoy en el caserío del casco antiguo, en el que parece que poco a poco se comienza a trabajar por una lenta recuperación, coronado por la Torre Del Homenaje, baluarte y joya arquitectónica de la ciudad.

Y el Castillo del Víboras, cercano a la pedanía de Las Casillas y rodeado de un hermoso entorno natural vigila desde hace siglos el valle del río Víboras (que recibe el nombre de la antigua población romana Bora, antecesora de la citada pedanía).

Leyendas Milenarias

En el boca a boca de todo marteño, surge siempre la leyenda de una cueva, de un pasadizo que surgiría de las iglesias más importantes de la ciudad y que se adentraría en las entrañas de la peña, que oculta desde hace siglos un secreto, una gran cueva a la que accedieron las distintas culturas que por aquí pasaron, dejando tremendas fortunas y donde incluso pudo llegar a ocultarse la Mesa de Salomón.

La Cueva de Hércules pudo o puede encontrarse en Martos, una ciudad creada según también la leyenda por el legendario Hércules, que formó sus famosas 3 ( que no 2 ) columnas.

Y todos conocen también la historia del Rey Fernando IV El Emplazado, que llegó a nuestra ciudad persiguiendo a unos supuestos asesinos que identificó en los inocentes Hermanos Carvajales, a los que condenó a ser despeñados desde la Peña, no sin antes ser Emplazado por los hermanos ante Dios en el plazo de 30 días por el crimen que iba a cometer.

La leyenda cuenta que fueron despeñados los Carvajales y encerrados en una jaula de espino llegaron rodando a la Cruz del Lloro bautizada así por el llanto arrojado por los marteños ante la visión de los hermanos muertos que se detuvieron en aquel lugar y construyeron un monumento que aún se conserva, mientras que los restos de los hermanos descansan hoy en la Real Parroquia de Santa Marta.

Para que 30 días después, cumplido el plazo del Emplazamiento, encontraran muerto al rey castellano tal como Dios había querido.

Destellos del Renacimiento

Conforme las fronteras y batallas de la reconquista se iban retirando y la ciudad de Martos comienza a ser segura, la población comienza a salir de las murallas buscando nuevos barrios, al mismo tiempo que las ideas del renacimiento van llegando, cambiando la imagen de la ciudad.

Se construyen iglesias donde antaño hubieron mezquitas y surgen otras nuevas ermitas, algunas nada más alejarse las tropas guerreras, como la Ermita de San Bartolome.

Un hombre, tuvo mucho que ver en este cambio: Francisco del Castillo, arquitecto y cantero que creó grandes obras de las que aún hoy perviven algunas (no todas para nuestra desgracia)

Como la Real Parroquia de Santa Marta y su campanario que preside la Plaza de la Constitución, centro neurálgico de la ciudad desde hace milenios.

Junto a la Antigua Cárcel y Cabildo, actual Ayuntamiento, cuya portada sigue siendo referente artístico en toda la provincia.

O el Pilar de la Fuente Nueva, salvajemente arrancado de su original emplazamiento y maltratado en los tiempos de la dictadura franquista, que afortunadamente pudo recuperarse y reconstruirse en un rincón del Parque que no le hace honor.

También se construiría el Santuario de la Virgen de la Villa (se cree que sobre un santuario íbero) destruido durante la Guerra Civil, del que aún queda su hermoso Campanario.

Y pasados los siglos, Martos volvería a vivir una etapa de esplendor con la llegada de la revolución industrial, el ferrocarril (tristemente desaparecido también, hoy reconvertido en la Vía Verde del Aceite ) y el Modernismo, que quedó patente en muchos edificios de los nuevos barrios que fueron surgiendo en la ciudad, creados por familias pudientes que se instalaron en Martos atraídas por la floreciente industria olivarera que se generó en el pasado siglo.

Al mismo tiempo que se expandían también, los barrios populares u obreros que fueron creciendo con un marcado aire andaluz, que regala espléndidas estampas e invita al paseo y al sosiego.

La ciudad de Martos, al estar construida gran parte sobre las faldas de la Peña y sobre el cerro de la Villa, ofrece una curiosa red de miradores (no señalizados lamentablemente) que son un auténtico regalo para la los sentidos en cualquier momento del día, especialmente al amanecer y al anochecer.

Una ciudad con mil y una caras, capaz de sorprender al visitante y de mostrarse como un regalo para artistas, desde pintores a fotógrafos

A cada paso una torre, una muralla…

A cada paso, un rincón olvidado mostrando una nueva perspectiva…

A cada paso, una iglesia y la sombra imponente del castillo siempre en alto…

Paseos con historias antiguas y nuevas.

Naturaleza, una gran desconocida.

Los marteños y los jaeneros en general tenemos la mala costumbre, de no apreciar lo que tenemos y buscar fuera constantemente nuevos horizontes, olvidando siempre lo que puede ofrecer nuestra propia tierra.

¿ Quién conoce siquiera la situación de la Sierra de la Caracolera ? ¿ Quién ha sido capaz de coronar su cima y disfrutar de la visión de casi todo el término municipal ?

Incluso, ¿ quién sabe que esta montaña es utilizada por aficionados al parapente como trampolín para sus saltos ?

Martos, Las Casillas, La Carrasca y el Pantano del Víboras desde la Caracolera
Esto mismo, en el vecino pueblo de Alcaudete es utilizado para atraer a un buen número de visitantes y así, varios municipios de nuestra provincia.

Por no hablar de la Sierra de la Grana, esa gran olvidada a la sombra de la Peña que guarda un poblado pinar, salpicado por bosque mediterráneo, donde los antiguos usos agrícolas y ganaderos están muy presentes mostrándose casi como un museo al aire libre, al mismo tiempo que sigue siendo también usado por aficionados al parapente que llegan a esta sierra sin apenas una señalización o infraestructura.

Otra gran desconocida para muchos es la Laguna del Hituelo, de las imágenes más famosas y utilizadas de nuestro pueblo sobre todo para la promoción turística de la Sierra Sur de Jaén

Este humedal, un superviviente de otros muchos que existieron en Martos, da cobijo a numerosas especies vegetales y sobretodo animales, entre las que destacan los flamencos y mas aún las Fochas Morunas, especie en peligro de extinción que tiene en el Hituelo una zona importante de cría.

¿Y qué decir del Pantano de Las Casillas ? Un remanso de paz rodeado de naturaleza a los pies de la Sierra de la Caracolera con el Castillo del Víboras de fondo…una belleza sin igual que sigue a día de hoy desconocida y apenas visitada por un puñado de pescadores y bañistas.

Y la Vega del río Víboras, ya en el límite entre Martos y Alcaudete, otro lugar olvidado enclavado en la antigua aldea de Venta de Pantalones, que sin ningún tipo de infraestructura atrae todos los veranos a un puñado de bañistas a sus aguas frescas y transparentes.

Fiestas y tradiciones multitudinarias

Muchas fiestas de la ciudad de la Peña han cobrado especial protagonismo con la declaración de Fiesta de Interés turístico de Andalucía como es la Romería de la Virgen de la Victoria, que moviliza a todo el pueblo y la Semana Santa declarada de Interés turístico Nacional de Andalucía.

Muy vistosas son las celebraciones y verbenas de barrio como la de San Miguel con sus tradicionales puestos hortofrutícolas, San Juan junto a la hoguera donde se queman los malos augurios o San Amador en el histórico barrio de La Cornacha, donde se da culto al santo que nació en esta misma ciudad.

El patrón San Amador en el Corpus Chico
Otras como las del Corpus, que engalana gran parte del casco antiguo siguen creciendo y recuperando antiguas tradiciones, como la del Corpus Grande y Chico.

Y cómo no, la Feria Grande de Martos, la de San Bartolomé, la más popular entre los marteños ya sean mayores o pequeños.

Y la multitudinaria Fiesta de la Aceituna, donde se da el pistoletazo de salida a la recolección y se degustan los tradicionales hoyos aceituneros.

De aceituna y aceite saben un poco los hijos de la Peña de Martos, por algo sigue siendo esta ciudad considerada la Mayor Productora de Aceite de Oliva del Mundo y su término municipal está poblado casi al completo de un mar de olivos, entre los que se pueden encontrar auténticos gigantes, como los Olivos Centenarios de la Candonga, el Estacón del Chinche o la Ruta de los Olivos Centenarios, apenas señalizados una vez más.

Y se espera que el futuro sea más esperanzador, si algún día el Polígono Olivarero llega a cuajar y las cooperativas marteñas llegan a hacer esa unión que hace siempre la fuerza para vender ese Oro Líquido y conseguir una merecida Denominación de Origen.

Queda mucho por hacer…

Está claro que  me quedan muchos detalles en el tintero de los que podría hablar…

Sé que apenas pongo fotos de nuestras fiestas o Semana Santa, pero también que otros muchos artistas marteños sabrán contar las maravillas y mostrar tan hermosas imágenes.

Y termino como empecé, si se quiere, si queremos y obligamos a quien corresponde a hacerlo, Martos en poco tiempo podría convertirse en un foco de atracción para turistas.

Muchas cosas están por hacer, la muy probable declaración de la Sierra Sur de Jaén como Reserva Starlight que llamaría mucho la atención a nuevos turistas aficionados a la astronomía.

Por no hablar de un patrimonio perdido en la actualidad, como es el bélico del que por desgracia quedan en Martos multitud de vestigios hoy en día olvidados, pero que a tiro de piedra de nuestra localidad, atraen cada vez a más gente siendo una nueva forma de turismo en alza.

Refugios antiaereos…esos olvidados

Queda mucho por andar y me queda aun mucho por contar…



El Rincón de Paco Teva… UN PASEO POR EL PASADO «LA MATANZA»

En estos paseos por el pasado, no podía quedar atrás uno de los acontecimientos sociales más entrañables de ese pasado reciente: la «matanza» del cerdo. Yo, de mi niñez y juventud, recuerdo las matanzas como un acontecimiento familiar, vecinal, de amigos, porque no sólo la familia participaba, sino que se invitaba a vecinos, amigos ..y, aunque con la sencillez, que marcaba la época, era una pequeña fiesta muy agradable y en la que se disfrutaba, de la comida, la bebida y algo más importante, la sana alegría y la colaboración especial de todos los invitados. La matanza era algo de todos y tanto hombres, como mujeres, colaboraban cada uno en lo suyo, para sacar adelante todo lo que había que hacer.

Una vez cebado el cerdo, se señalaba la fecha de la matanza. Estas solían empezar a últimos de noviembre, si el tiempo era lo suficientemente frío. La familia, que iba a realizar la matanza, tenía que hacer una serie de preparativos, que eran imprescindibles para poder hacerla. La mujer de la casa preparaba «los aliños»; «las tripas, (un «macillo» o más según el número de cerdos a sacrificar); la cebolla para las morcilllas; «la caldera y el calderillo» para cocer las morcillas y otras piezas; la máquina de picar la carne (casi todas eran de la marca ELMA) con todos sus accesorios; trapos y cuchillos etc. etc. Los hombres preparaban el permiso del Ayuntamiento, que era necesario para poder sacrificar al cerdo en la casa, pues los servicios generales se realizaban en el Matadero Municipal. De esta forma se daba aviso para que los servicios veterinarios municipales examinaran las piezas y tener todas las garantías sanitarias Había que tener preparada «la artesa», una especie de caja, donde se escaldaba y pelaba al cerdo con agua hirviendo. Igualmente, había que preparar «el camás» donde se colgaba al cerdo de las patas inferiores para abrirlo, sacar todas las vísceras, limpiarlo …También, como no podía ser menos, preparaba el aguardiente y el vino, que no podían faltar. Preparado todo esto se buscaba al matarife (en Martos se le llamaba «mataor») y se le decía la fecha, igualmente se invitaba a algunos familiares, vecinos y amigos y a realizar la matanza.

Fijado el día con el matarife (en Martos había muchos), si era por la mañana era muy temprano, de noche, a las seis o las siete de la mañana. Parece que estoy viendo al matarife con su gorra, su pelliza para el frío invernal, su capacha de esparto debajo del brazo, donde estaban los cuchillos, de distintos tipos y tamaños, un hacha pequeñita, una chaira para afilar los cuchillos y trapos para limpiar el material, una vez terminado el trabajo. Podía ir sólo el matarife, pero, generalmente, llevaba un ayudante, un muchacho, que le ayudaba y que estaba aprendiendo el oficio.

Llegados al domicilio, eran recibidos con alegría y el dueño escanciaba las primeras copas de aguardiente para empezar con buen pie. En el fuego, ya, estaba la caldera calentando el agua para pelar al cerdo. Cuando el matarife daba la orden, se preparaba todo: la mesilla en la que se acostaba el cerdo, la señora encargada de mover la sangre, que rompía las redes de plaquetas y evitaba que la sangre se coagulara, el niño que iba a mover el rabo al cerdo para que diera más sangre…El matarife, su ayudante y algunos hombres más, iban a por el cerdo, que enganchaban con un garfio y lo traían a la mesa para darle la puñalada mortal. El matarife daba la puñalada en el cuello, salía abundante sangre, la señora ponía un tinajón y la movía, el niño movía el rabo del cerdo…y el sacrificio se había consumado.

Muerto el cerdo, se colocaba en la artesa donde los hombres dispuestos para esto, traían agua hirviendo en recipientes, la echaban encima del animal, que se escaldaba, y, cuando pasaban unos segundos, con afilados cuchillos, iban pelando al animal hasta que quedaba totalmente limpio. En ese momento el dueño decía: «alto vamos a tomar un vaso de vino con algunas tapas». Y es que reza el dicho popular: «cochino pelao, vaso de vino ganao». Se tomaban unos cuantos vasos y la gente se animaba y se ponía eufórica y con ganas de todo.

El matarife lo repasaba para que no le quedaran pelos y terminada esta tarea, se colgaba por los tendones de las patas traseras en el «camás» para poder abrirlo y desviscerarlo hasta que sólo quedaban tres partes: la cabeza con la columna (espinazo) y las dos mitades del cerdo cada una con su paletilla, su jamón y la badana de tocino. Estas piezas eran cargadas por fuertes hombros y subidas a las cámaras donde iban a helarse durante 24 horas.
Con la subida a las cámaras había terminado el sacrificio, sólo quedaba echar a la calle el agua de la artesa con los pelos, que quedaban, como testigos, en la calle durante varios días. El matarife y su ayudante, después de otros vasos de vino, se marchaban para volver al otro día a «descarnar», es decir hacer el despiece del cerdo y sacar cada parte para una determinada finalidad.

Las mujeres empezaban inmediatamente a trabajar y arreglaban las tripas, preparaban la asadura, los riñones, el corazón, la sangre, la manteca para la morcilla de cebolla ….

Se picaba la cebolla y se preparaba para hacer las morcillas y todo quedaba listo para la tarde que se amasaban, llenaban y cocían las morcillas.

Las comidas eran arroz con pollo, guisados de patatas con la casquería del cerdo, «chicharras» en la lumbre….Todo ello regado con abundante vino, sobre todo para los hombres, que, a veces se ponían un poco piripi. Pero la alegría y el buen humor reinaban por doquier y se pasaban muy buenos ratos.

Una escena muy jocosa era cuando se amasaban las morcillas. Y es que como se hacían con la sangre, entre otros ingredientes, algunas chavalas jóvenes pintaban la cara a ciertos chavalones con los que, ya, tenían algo y el jolgorio y las risas eran generales. Después se llenaban las morcillas, a mano, con una especie de embudos de zinc y una vez llenas las tripas, se pinchaban con un alfiler para que con la presión del agua caliente no reventaran y se iban metiendo en la caldera con el agua tibia, todavía. Se dejaban un tiempo con el agua hirviendo y cuando la experta consideraba que estaban, se iban sacando, con gran cuidado, para que no se reventaran. Si alguna se reventaba servía, junto con otras que se abrían, para hacer la prueba, uno de los momentos inolvidables de la matanza.

Las risas, los chascarrillos, las coplas y un sinfín de cosas graciosas y espontáneas servían para que durante todo el año se recordara la matanza.

Al día siguiente, el matarife y su ayudante «descarnaban», es decir, hacían el despiece para dejar preparados los jamones, las paletillas, los lomos, las costillas, la carne para los chorizos y las badanas de tocino peladas para los torreznos y el cocido. La cabeza la abrían para sacar la sesada y el espinazo lo hacían trozos. La careta del cerdo cocida con determinados aliños servía para hacer «queso de cerdo», un embutido riquísimo. La verdad es que, como dice el refrán, del cerdo gustan hasta los andares.

Las mujeres preparaban los lomos, las costillas y la carne para los chorizos la picaban en la máquina ELMA. Una vez todo preparado se adobaban y se amasaban los chorizos que se embutían en esa misma máquina y después se ataban a la medida que se quería. Otra escena para recordar es cuando se probaba el adobo de chorizo, antes de embutirlos por si faltaba algún aliño. Qué bocado tan exquisito pan tierno, adobo de chorizo y vino. Siempre me acordaré de aquella prueba.

Por fin llegaba lo último que hacía el matarife o mataor: salar los jamones, las paletillas, las badanas de tocino y los huesos del espinazo. Con esto acababa su misión hasta el próximo año.

No quiero dejar pasar algo que era fundamental en la matanza. Si había niños en la familia la vejiga de la orina del cerdo era para ellos y si no había niños, había cola de extraños para pedir la vejiga. Ésta, con el cañón de un palillero o una hoja de ramón seca se inflaba mientras se le daba en la pared para que agrandara y, durante unos días, hasta que se secaba, teníamos un balón con el que jugar al fútbol.

Al escribir este artículo, he disfrutado mucho, porque he ido recordando todo esto como si me pasaran una película retrospectiva.
Ojalá que a los mayores les ocurra como a mí y si los más jóvenes aprenden algo, aunque sea anecdótico, me sentiré muy satisfecho.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



Desde las Llanuras… Solo son Valientes

Emilio Almodóvar | Nunca fue fácil para un emigrante abandonar su pueblo, su ciudad o su país; dejar atrás su familia, su casa, sus amigos, su vida, para conseguir un poco de estabilidad laboral, un poco de libertad de pensamiento o lo que es más grave, para proteger su vida. Nunca fue fácil para un emigrante recorrer el camino que le alejaba del mundo que conocía; un camino que lo llevaba a tierras extrañas de las que muchas veces por no conocer, no conocía ni el idioma. Nunca fue fácil para un emigrante llegar al destino al que la vida le empujaba; aguantar horas, días o meses de viaje en incómodos asientos de autobuses, trenes o desvencijados camarotes. Nunca fue fácil para un emigrante mantenerse firme en su propósito; cuando gran parte de los beneficios de su trabajo los enviaba a España en remesas que ayudaban a mantener a su familia, mientras pasaban auténticos apuros para subsistir. Nunca fue fácil para un emigrante retornar a su país de origen; porque en el lugar en el que había vivido tantos años, donde había construido su vida, ahora dejaba una familia, unos amigos. Volvía a dejar una vida. Nunca fue fácil la vida del emigrante porque en su alma siempre faltaba algo que se veía obligado a dejar atrás.

En esa vida difícil, maltratando su propio espíritu, un emigrante cualquiera volvió un día a España para pasar los últimos años de su vida en paz. Una tranquilidad que se ha ganado y por caprichos del destino, ahora también le quieren quitar. Y es que, resulta que no es fácil para un emigrante sentirse cómodo en su país, porque el Estado le trata como a un estafador cualquiera. Un vulgar defraudador.

Lógicamente hablo de los emigrantes del siglo pasado. Los que hoy viven, consumen e invierten las pensiones ganadas con tanto esfuerzo en el extranjero en nuestro país. Los que ayudan a que sus hijos y nietos, acorralados por el desempleo, salgan adelante. Esos que han ayudado con las divisas que mandaban desde el extranjero a levantar el país que hoy conocemos.

Desde que comencé a colaborar con la Asociación Jiennense de Emigrantes Retornados (AJIER), conocí a muchas de estas personas. Gente, que una vez pasados tantos momentos difíciles, merecían la tranquilidad que les llegó con la jubilación. La merecían y este Gobierno amenaza con quitársela.

En AJIER, hemos trabajado día a día para que este colectivo sea dignificado como se merece, por ejemplo reclamando que denominen calles de nuestros pueblos en su nombre, hemos facilitado la integración de los emigrantes tras la nueva emigración que supone retornar al país de origen después de tantos años. Hemos peleado que cada euro que le pertenezca a un emigrante le sea entregado. Ahora debemos transmitir a la sociedad la tremenda injusticia que el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, está planeando contra ellos.

El mismo ministro que no hace mucho, proclamaba una amnistía fiscal para los verdaderos defraudadores, tiene intención de reclamar a los emigrantes la declaración de ingresos del extranjero, desde 2008 (último ejercicio no prescrito) con sus correspondiente penalización por hacerlo fuera de plazo, y una sustancial multa, cual delincuente común, que en el caso de emigrantes fallecidos heredan sus familiares. Lo hace, aún sabiendo, que desde la propia administración tributaria, se les decía que estaban exentos de declarar las pensiones procedentes del extranjero. Lo hace porque ha visto un filón recaudatorio en estas personas, con medidas tan injustas, como la obligatoriedad de declarar las pensiones superiores a 11.000 € en los casos de dos pagadores (algo normal en este colectivo que suele cobrar una pequeña pensión del país al que emigró por las cotizaciones que realizó mientras trabajó allí y otra pequeña pensión por las cotizaciones realizadas en España) mientras en los casos de un solo pagador, la obligatoriedad se establece a los 18.000 €.

Los emigrantes, en su mayor parte, son personas que vienen de países donde la picaresca española no se aplica. Son personas preocupadas por sus obligaciones tributarias, que por simple ignorancia y confianza en sus asesores fiscales y en el propio personal de la administración, no han declarado algo que, es cierto, debían declarar. Este colectivo no se opone a declarar esas pensiones y en los casos que tengan que pagar, hacerlo. Lo que es intolerable, es que para los grandes defraudadores se promulguen leyes que les eximan de sus culpas, mientras que estas valientes personas, que durante tanto tiempo y desde tan lejos, ayudaron y ayudan con las divisas que les llegan y el apoyo que prestan a sus familias, a sostener la difícil situación de este país, sean tratadas como delincuentes financieros, haciéndoles pagar recargos y multas de algo que ni conocían, y a pesar de preocuparse por ello, nadie les informó.

En AJIER, nos llegan casos tan disparatados, como personas que cobran menos de cien euros mensuales, que con este decreto adeudan a la Agencia Tributaria miles de euros. Dinero que no tienen, por lo que sus bienes podrían ser embargados, o con el que contribuyen a sostener la economía de sus familias.

Las diversas manifestaciones, los manifiestos y los diversos comunicados que la Federación de Asociaciones de Emigrantes Retornados Española ha enviado al Gobierno y al resto de partidos políticos, no han servido de nada, y a nosotros, desde nuestra asociación solo nos queda levantar la voz y exigir que estas personas no sean sancionadas  por este motivo, más si cabe conociendo la forma con la que se ha actuado con los verdaderos defraudadores. Porque los emigrantes retornados no son estafadores, solo son valientes.



Desde las Llanuras… Aeropuertos, tranvías y bulevares

Emilio Almodóvar | De Burgos, recuerdo la impresionante portada de su catedral y la cara de asombro del camarero, al pedir que me sirviera un café solo con hielo, en una fría mañana de invierno (que por esas tierras son palabras mayores) cierto día que iba de paso hacía San Sebastián.

Ahora también conozco, que existe un barrio obrero llamado Gamonal. Un barrio como el suyo o el mío, de gente normal, que sufre las consecuencias de las múltiples crisis que azotan nuestro país. Pero como en su barrio o como en el mío, esa gente lucha por seguir adelante, resignada ante lo que no pueden controlar buscando soluciones a todos los problemas que dificultan su día a día. He leído incluso, que es costumbre en el barrio dejar los coches en doble fila sin el freno de mano puesto, para en caso de molestar la salida de uno de los escasos aparcamientos, de otro conductor, este pueda desplazar el coche con un simple empujón. Un barrio como digo, no muy diferente a cualquier otro. Un barrio de gente que a pesar de la que está cayendo ha demostrado, como en la mayor parte de este país, unas dosis de civismo propias de una sociedad de la que se puede presumir, aunque los últimos sucesos nos puedan crear dudas sobre ello.

Evidentemente, no soy la persona más indicada para opinar si en la calle Vitoria de Burgos, es necesario un bulevar o no. Pero el estallido social de los vecinos a los que si les va a afectar en su vida diaria, me invita a reflexionar sobre lo que se esconde tras las protestas y los disturbios con el fin de evitar esas obras.

En las últimas manifestaciones de Burgos, con disturbios y actos vandálicos incluidos, creo que no se dirime el arreglo de una calle. Para mí representan la tensión acumulada a lo largo de tantos años de crisis política, económica o social, por personas normales que viven en barrios normales. Representan el hartazgo de la sociedad, cansada de ver a sus políticos realizar obras monumentales, con el ruin pretexto de dar trabajo, por el simple hecho de contentar a ciertos acreedores con los que están en deuda. Se puede hablar de aeropuertos, tranvías, construcciones sin utilidad aparente, planes E o bulevares. Esas manifestaciones espontáneas muestran como la gente de a pie ha entendido, que la economía de un país, no se puede sustentar en la construcción, mientras sus gobernantes siguen esclavos del cariño que reciben, a través de donaciones y esas cosas, de ciertas empresas constructoras que esperan recibir la misma dosis de cariño, a través de adjudicaciones fraudulentas, irregulares o de escasa necesidad.

Esas manifestaciones, han ido acompañadas de actos vandálicos, como la quema de cajeros y la rotura de cristales de entidades bancarias. Alguien duda, que esa reacción visceral que hay que denunciar lógicamente, no se corresponde al sentimiento general, de que son las entidades financieras las facilitadoras de esa connivencia empresario-político. Alguien duda, de la escasa ética del, rescatado por todos nosotros, sector financiero, que en muchos casos ha rozado la ilegalidad. Podemos hablar de preferentes, clausulas suelo o desahucios para cerrar viviendas por el mero hecho de la especulación. Pero es evidente, que esos ataques se corresponden a la ira almacenada de tanta gente, que ven sueldos millonarios a los directivos que han provocado sus precarias situaciones.

Nosotros, los que vivimos en el mundo real y administramos nuestros escasos recursos, tenemos un límite. No es comprensible que un ayuntamiento como el de Burgos, con una deuda de 450 millones de euros y un polígono embargado, se vaya a gastar una ingente cantidad de dinero, para favorecer a la empresa que además de construir el bulevar, va a vender las plazas de garaje a los vecinos.

La gente del barrio de Gamonal, está harta de que los políticos dificulten su presente, mientras hipotecan su futuro. La sociedad necesita ser más exigente con sus gobernantes, más exigentes con su democracia. Necesita hacer valer ese derecho fundamental, de que la soberanía reside en el pueblo, y para ello es necesario implicarse en los asuntos públicos y demostrar que un voto no es un cheque en blanco. Demostrar que una sociedad cívica y madura como la española, puede y debe participar en las decisiones que les afecten. Puede y debe exigir a sus gobernantes más transparencia, más honradez, más ejemplaridad…..más y mejor democracia.

Desde aquél 15M, lentamente algo está cambiando y en ese despertar de una sociedad exigente, yo quiero estar, independientemente si es necesario un bulevar en Burgos o un tranvía en Jaén.



El Rincón de Paco Teva… UN PASEO POR EL PASADO, RECOLECCIÓN DE LA ACEITUNA

En Martos, «cuna del olivar», hay un plantío tradicional, con olivos centenarios, cuando no, milenarios, de dos, tres y cuatro patas. Generalmente, de tres patas. Olivos de gran envergadura y que suelen arrancar de las personas, que los ven, la expresión de «parecen nogueras». Suelen tener por fanega de tierra (5700 metros cuadrados, aproximadamente) alrededor de cuarenta plantas y pueden dar en un año bueno sobre los ochenta o cien kilos de aceituna cada olivo. Una plantación muy distinta a las que actualmente se hacen. Hoy, las nuevas, que son intensivas y superintensivas, suelen tener muchísimos más, suelen ser de sólo una pata y pueden labrarse y recoger la aceituna con una maquinaria adecuada con el consiguiente abaratamiento de costes, premisa importante para competir y estar preparados para cuando cambie la política de la P A C (política agraria comunitaria). Por ésto, aunque la recolección ha cambiado, en nuestro pueblo no ha podido cambiar mucho y siguen necesitándose muchas personas. Por supuesto se emplean determinadas herramientas nuevas como las vibradoras, en vez de la piqueta tradicional, las sopladoras, los tractores con la pluma para sacar la aceituna, los todoterreno con sus remolques para acarrearla etc. etc.

Como lo que ocurre hoy lo sabemos todos, me gustaría describir un poco, con pinceladas concretas y objetivas, cómo era la recolección, que mis ojos de niño vieron, hace unos sesenta años. El panorama era muy distinto al de hoy por muchas cosas, que voy a tratar de sintetizar.

La recolección empezaba bastante antes de la época propiamente dicha. Cada agricultor, por sí o por medio del manijero, preparaba su tajo desde septiembre u octubre para no tener que andar a la ligera cuando llegara la fecha. También la gente sabía cuando tenía que buscar tajo y todo quedaba apalabrado, el mejor contrato, con un apretón de manos. También, cada agricultor o el encargado que tuviera, preparaba la «jerga», es decir los sacos para envasarla en el tajo, preparaban los lienzos o fardos, la «limpia», las espuertas y esportillos, las piquetas, las medidas: fanegas y medias fanegas, las «tarjas» y cuando llegaba la fecha, aproximadamente por la Concebida, el 8 de diciembre, se tenía todo en perfecto estado. Igualmente se apalabraban los arrieros, si el agricultor no tenía bestias, para sacar la aceituna «a cargaero» y si era cerca de la almazara llevarla allí. Si era lejos, se hablaba con el propietario de algún camioncillo para que de donde estaban los sacos en el camino, la llevara al molino.

Antes de que llegaran las fechas del comienzo, aquellos que podían, hacían «la matanza» del cerdo o cerdos, que con mucho trabajo habían cebado. De esta forma la familia se preparaba el sustento para esta época de trabajo asegurado, pues podían disponer del tocino para los torreznos, la morcilla, los chorizos, las costillas para los recios cocidos de las noches etc. etc. Poco se pensaba en aquellos tiempos de necesidad en los efectos del colesterol o en los estragos sobre la línea. Se pensaba en una abundante alimentación para un trabajo duro y de muchas horas.

Bien, pues llegada la fecha, las familias enteras se disponían para empezar la recolección del preciado fruto, materia prima de nuestro oro verde. Se decía que la gente trabajaba de sol a sol y era verdad, pues amaneciendo, sobre las ocho de la mañana, los trabajadores salían de sus casas para encaminarse a la fincas. Entonces el viaje era andando, excepción hecha del que tenía alguna caballería, que les servía para ir montados y, a veces, en el campo trabajaba en el acarreo con el consiguiente sobresueldo para el propietario. Una vez llegados a la finca, muchas veces después de una hora de camino, fíjense cuando había que ir al «Chinche», a «Media Panilla», «El Madroño», «El Hituelo» …., se preparaban los fardos, la «limpia», la «jerga», las piquetas …..y a trabajar hasta mediodía, pues unos habían almorzado en la casa: migas, achicoria con picatostes, huevos fritos, torreznos, patatas…y otros tomaban lo que podían durante el camino a la finca, sin tener que parar nuevamente. Para funcionar, los trabajadores y trabajadoras se organizaban en parejas. Los hombres de «varas», que iban con las piquetas, las mujeres de «recogedoras». Muchas veces cada cuadrilla se formaba por dos o tres parejas.

Se colocaban los fardos alrededor del olivo y los hombres vareaban, unos por fuera y alguno se quedaba para limpiar por dentro, mientras, las mujeres acababan de recoger los «salteos», es decir las aceitunas que habían salido fuera de los lienzos. Cuando se cogía totalmente un olivo, y no había más remedio que coger todas las aceitunas, pues existía la figura del «miraor», un chaval joven, «un zagalón», como se decía, que llevaba una larga vara para indicar a las mujeres, donde había quedado alguna aceituna, se pasaba por «la limpia», un artefacto de madera, especie de una caja con el fondo de alambres separados, colocada de forma inclinada para echar la aceituna por la parte superior, que pasara por los alambres para dejar las hojas y la tierra y que la aceituna llegara limpia abajo. Algunas veces había que pasarla dos veces si no quedaba muy limpia (en la foto se ve como se hacía la limpieza). Una vez limpia, se envasaba en los sacos si la recolección era al peón; si era a destajo se medía con unas medidas de madera, especie de troncos de pirámide cuadrangular de fanega y media fanega y el manijero, de acuerdo con la medida, daba unas «tarjas», chapas de forma cuadrada con los picos matados, de varios tamaños, con el valor troquelado: 1 fanega, 1/2 fanega. Como era a destajo, antes, se había ajustado el precio y de acuerdo con eso se pagaban las fanegas recogidas. Una mujer de cada cuadrilla llevaba una taleguita de tela, atada al refajo (prenda larga que llegaba a los pies) donde guardaba las tarjas para llevar las cuentas de lo recogido. Así decía la coplilla: «»Aceituneros de pío, pío/ cuántas fanegas habéis cogido/ fanega y media porque ha llovido»».

De esta guisa, se llegaba a medio día y se paraba a comer. La comida era sencilla y, prácticamente, la misma todos los días: un hoyo con aceite, los que menos podían con un trozo de bacalao y alguna naranja, y los que habían hecho la matanza, con torreznos, morcilla, chorizo …y, por supuesto, con naranjas, que se compraban en lo de «María la Valenciana». Después de un descanso, se volvía al trabajo hasta que caía la tarde. Entonces, vuelta a Martos, andando y, claro, por poco que fuera el camino, se llegaba de noche, de ahí lo de sol a sol. Ya en la casa, las mujeres a cocinar para cenar caliente, bien el cocido, el potaje de habichuelas, de lentejas, las patatas guisadas …, hacer algunas tareas domésticas y, mientras, los hombres preparaban a los animales, que casi todos tenían, y esperar la cena bebiendo algún vaso de vino.

La aceituna, envasada en los sacos, se transportaba al molino por las bestias (mulos y burros, generalmente) o bien se sacaba a «cargaero», un lugar factible en el camino o carretera más cercana, para que los camioncillos de entonces, pudieran cargarla y llevarla a la fábrica. En muchas ocasiones, era bastante difícil sacar la aceituna porque el terreno se encharcaba y las bestias se atascaban y se caían y se pasaba mucho, era bastante penoso. Por eso, los agricultores iban con la idea de coger primero aquellos sitios, que manaban, cuando llovía, para evitar esto.

Como había muchos días que llovía, los hombres, o bien se quedaban en la chimenea disfrutando de una buena lumbre y haciendo esparto: pleita, tomizas…., o bien salían y podía ser un día de borrachera segura, para desquitarse de muchos días de trabajo sin descanso. Entonces no se descansaba ni domingos, ni fiestas, ni …nada.

Había algo que merece la pena sacar a relucir y es la celebración del «remate». Cuando se acababa la recolección, el dueño daba a los trabajadores una invitación y todos lo pasaban muy bien: se cantaba, se bailaba, se decían chascarrillos.. Era una comilona con abundante vino manchego, que hacía que muchos cogieran una «jumera» para «escupirse en el chaleco». De esta forma celebraban la terminación del trabajo y desde esta fecha, muchos, volvían contratarse para el año próximo.

Bien, llego al final esperando haber dado unas pinceladas aclaratorias de cómo era la recolección. Para los mayores, recordar esto puede ser un motivo de nostalgia, sobre todo por recordar los años jóvenes y para los que no lo han vivido para tener una idea aproximada de cómo era.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… EDIFICANTES VIDAS

Estaba haciendo un barrido por las cadenas de T V, que suelo visitar, y, al pasar por Canal Sur, vi en el programa de Juan y Medio, «La tarde, aquí y ahora», a un matrimonio, que conozco desde hace mucho tiempo, y que los estaban entrevistando. Era el día 9 de diciembre de 2013. Claro, hice lo que la mayoría hubiera hecho, pararme en este programa y enterarme de qué iba la cosa. Es una curiosidad muy humana y, además, pensando «¿qué hacen estas personas para estar aquí?». Aunque el programa llevaba, ya, rato, inmediatamente me di cuenta que era por la concesión de un premio, que ponía en valor su labor y dedicación al acogimiento de niños y jóvenes procedentes de familias rotas, por cualquier circunstancia, hasta que alguna familia los acogía. En palabras sencillas, estas familias son los puentes entre las familias biológicas o los centros de acogida y de, nuevo, las familias biológicas, si están en condiciones de tener a sus hijos, y las familias preadoptivas. Impagable labor para que estos niños pequeños, preadolescentes y adolescentes, tengan el calor de un hogar y una familia y no la frialdad, que pudieran tener, en una institución pública con todas las secuelas que esto puede acarrear a lo largo de sus vidas.

Yo, tenía conocimiento de esta labor, incluso, que habían vendido su piso, que lindaba con el mío, para comprar una casa con mayor amplitud y poder tener, así, más espacio para acoger a cuatro, cinco o seis niños, que suelen tener casi siempre, conviviendo con el matrimonio y sus hijos.

Terminado el programa (como he dicho, vi muy poco), empecé a darle vueltas a la cabeza, como suelo hacer con muchas cosas, y decidí hablar con este matrimonio y explicarles que quería escribir un artículo y publicarlo en www.martosaldia.es -donde suelo publicar- para dar a conocer su labor y ensalzar el trabajo solidario y altruista, que realizan día a día, y pedirles, al mismo tiempo, permiso para publicarlo. Tuvimos una conversación agradable y distendida, en la que me explicaron muchos detalles de este premio y cómo y por qué hacían estas actividades de solidaridad y ayuda a los más desfavorecidos en muchos aspectos, sobre todo, en el familiar y social.

Tengo que decir, y ellos me lo dijeron desde el principio de la conversación, que son CRISTIANOS EVANGÉLICOS, que viven con profundidad el Evangelio y la vida de Jesús. Me señalaron que intentan convivir como los primeros cristianos, donde procuraban hacer una bonita y fraternal labor de compartir. Su fe les hace entregarse a muchas labores humanitarias, sin que sea óbice el estar casados o tener hijos. De hecho, este matrimonio, que, en un principio, sólo era de esta confesión la esposa, lograron adaptarse, ambos, a esta vida de caridad y ayuda. Ellos se sienten atraídos, por sus convicciones, (hay familias de otras confesiones religiosas, también, muy entregadas) a esta hermosa labor y dan las veinticuatro horas de su tiempo, sin pensar en otra recompensa que su entrega, sin condiciones, a sus hermanos necesitados, EDIFICANTES VIDAS. Los hijos, según me contaron, al tener que convivir con otros niños, tuvieron que dejar muchos de sus caprichos, que antes tenían, y adaptarse a esa situación, creciendo en un ambiente de entrega, colaboración y familiaridad, del que han salido reforzados para sus vidas de adultos.

Bien, este matrimonio, que, también, recibió en 2010 un premio: la bandera de Andalucía, ha sido, ahora, acreedor al I Premio Nido entregado por la Junta de Andalucía. El matrimonio al que aludo es, y ya era hora de que desvelara sus nombres, María Dolores Espinosa Bonilla y Rafael Cabrera Hinojosa. Pongo, a continuación, una reseña (Europa Press) de la entrega del premio, que tuvo lugar el 18 de noviembre de 2013, para más exactitud y claridad:

««JAÉN, 18 Nov. (EUROPA PRESS) –
La Junta de Andalucía ha entregado este lunes el I Premio Nido, organizado por la Asociación para la Promoción del Acogimiento Familiar (Apraf), a una familia jiennense por su «labor y dedicación» durante los diez años en los que ésta ha estado acogiendo a menores dentro del Programa de Acogimiento de Menores de la Administración andaluza.

Según ha informado la Junta en una nota, el encuentro ha contado con la presencia de la delegada del Gobierno andaluz en Jaén, Purificación Gálvez; la delegada territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ángeles Jiménez, y el presidente de Apraf, Juan Antonio García, quienes han dado la bienvenida a las familias y han destacado su «solidaridad, altruismo y dedicación», que, en opinión de Gálvez, permiten que «los niños que se encuentran bajo la protección de la Junta de Andalucía puedan convivir en el seno de una familia».

En concreto, el premio de esta primera edición se ha otorgado a la familia formada por Rafael Cabrera Hinojosa y María Dolores Espinosa Bonilla, que iniciaron su andadura en el año 2001 y han acogido a 18 menores en distintas modalidades de acogimiento, tanto simple de urgencia como permanente, y que en la actualidad tiene acogidas con carácter permanente a dos hermanas y a un menor en urgencia.

La delegada de la Junta ha explicado que el premio «nace tras casi una década de dedicación de Apraf-A al Acogimiento Familiar en Jaén, con el objetivo de reconocer y elogiar a aquellas familias que hayan destacado en su dedicación a esta labor durante estos años, ya que son el pilar básico para que el acogimiento siga creciendo como referente principal de atención a la infancia».

De este modo, este premio pretende «visualizar la dedicación anónima que las familias acogedoras realizan en su día a día con estos pequeños y, asimismo, ensalzar el empeño y el reto que afrontan cuando ponen su vida a disposición de la infancia.»»» ………

Me gustaría que este artículo no sirviera, solamente, para rendir un merecido homenaje a este matrimonio, Mª Lola y Rafael, sino que sirviera, especialmente, para concienciar y motivar, a muchos más matrimonios, en esta especial tarea de ser padres, que den cariño y comprensión a tantos menores que se han encontrado, de la noche a la mañana, sin el calor, la confianza y la comprensión de una verdadera familia.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



El Rincón de Paco Teva… LA PEÑA DE MARTOS

Hablar de Martos y no hablar de su Peña es algo que no se concibe, ni por parte de los marteños, ni por nadie que conozca Martos y su emplazamiento. La Peña es la señal geográfica de identidad de la ciudad y, gracias a la Peña, es fácil llegar a ella. De todos es conocido, y la tradición así lo confirma, que la Peña es algo mágico, emblemático. Es el hito que orienta a cuantos se acercan, bien para visitarla, o, simplemente, pasan por sus alrededores para dirigirse a otros pueblos. Su magia ha inspirado a poetas, pintores, fotógrafos y ha sido objeto de infinidad de composiciones. Ver una foto de Martos es ver la representación de una peña, que arropa un caserío blanco trepando por sus inmediaciones y mezclado con el bien peinado campo de olivos, que hacen guardia, como disciplinados soldados, moviendo sus armas verdiblancas.

La visión de la Peña es algo natural, cotidiano, una imagen repetida mires a Martos desde el punto que lo mires. Por eso no es de extrañar que sea pintada y fotografiada en variadas situaciones, todas ellas de una belleza y un cromatismo sensacionales.

Creo que no habrá marteño que no haya escalado la enorme roca, aunque sea por su cara más fácil. Hay otros más intrépidos, ajenos al peligro, que la han escalado por todas sus caras, disfrutando, con su riesgo, de situaciones nuevas e imprevisibles. Es una forma de disparar nuestra adrenalina, con una aventura gratificante, de una belleza difícil de comparar.

La Peña que, curiosamente, no era un bien público municipal, sino que ha sido durante muchos años de propiedad privada, de la familia Martínez Calero, si mi memoria no me engaña, hace, relativamente, poco tiempo, Don Miguel Pérez Luque, conocido empresario marteño, la adquirió de manos de la mencionada familia y, con gran generosidad y cariño a su «patria chica», regaló, graciosamente, su propiedad al municipio de Martos, siendo, desde entonces, propiedad municipal.

Además de la antigua ermita de la Virgen de la Victoria, en la calle del Santo, hace pocos años se edificó, por la Cofradía, otra ermita más arriba, en una zona más escarpada de la Peña, donde se celebra la colorista y divertida romería en honor de la mencionada Virgen de la Victoria, que recorre las calles entre multitud de carrozas, bellamente adornadas, caballistas y mujeres ataviadas con el vistoso traje de faralaes. Es un día de amplia participación ciudadana, que hace las delicias de grandes, pequeños, jóvenes y menos jóvenes.

Cómo no recordar que La Peña cobija el episodio más célebre de la ciudad, según cuenta la «leyenda»: el lanzamiento de los Hermanos Carvajales acusados de haber dado muerte al favorito del rey Fernando IV. Fueron lanzados, en una jaula de pinchos, desde lo alto, parece ser que desde «el mar vecino», una pendiente casi vertical. La jaula, con los cadáveres de los Carvajales, llegó hasta el llano, hasta un lugar llamado, después, La Cruz del Lloro, seguramente, por las lágrimas que, espontáneamente, muchos ciudadanos derramaron por el dramatismo, que supuso este desgraciado suceso. El rey fue emplazado a encontrarse con ellos, en juicio, ante Dios, en un plazo de treinta días. Este rey pasó a la Historia con el sobrenombre de Fernando IV El Emplazado. ¿Este hecho es pura leyenda?; ¿tiene el suficiente rigor histórico?. No es este un tema, que tenga cabida en este elemental artículo.

La Peña está coronada, elegantemente, por un castillo medieval y de su primera muralla. Este castillo junto con el de la Villa, constituyeron los bastiones defensivos, que la Orden de Calatrava poseía frente al Reino Nazarí. Fue declarado Monumento Histórico en 1985 y, a pesar de ello, sufre un gran deterioro. Últimamente, he leído, creo recordar, en la web de Martos Actualidad, en unas declaraciones de nuestro Alcalde Francisco Delgado Vilchez , que se estaban evaluando los daños del castillo y la muralla, al mismo tiempo que los técnicos estaban preparando un dossier, con un estudiado proyecto, con el correspondiente presupuesto, para presentarlo, en la instancia correspondiente, a fin de que fuera aprobada una ayuda para su rehabilitación; por otro lado, en un artículo de Miguel Caballero, publicado en Martos al Día, se expone que el Grupo Socialista ha presentado en el Senado una moción para pedir ayuda de cara a su rehabilitación. Ambas iniciativas merece mi aplauso y esperemos que todo esto fructifique en algo positivo. Poco más voy a decir del castillo por ser de conocimiento general, pero sí destacar que lo más impresionante se encuentra en la inmensidad de las vistas, que abarcan el Valle del Guadalquivir y la Sierra Sur.

Después de estas elementales notas sobre la Peña y su castillo, que son ampliamente conocidas, quiero exponer algo más íntimo y personal como es este poema, inédito, que publico, como primicia, con este artículo y que se titula, como no podía ser de otra forma, LA PEÑA DE MARTOS. Espero que disfrutéis con él.

LA PEÑA DE MARTOS

Se divisa desde lejos y es señal de identidad,
vigila desde los altos, no tiene sueño jamás.
De forma piramidal, de paredes inclinadas,
luce un bonito color con su carita lavada.

Su mole fuerte y altiva se divisa desde el mar,
ése, nuestro mar de olivos, los olivos de la paz,
que miran a nuestra «Peña» aplaudiendo sin parar,
animados por la brisa, que los mueve sin cesar.

Eres hito en la distancia, faro para visitantes,
con un castillo en la cima como peineta elegante,
castillo de los cristianos, de calatraveño estilo,
que muestra graves heridas en sus piedras centenarias.

Retamas, musgo, tomillo, hinojos, candilicos, romero…,
forman la flora, tan rica, de esta «Peña» milenaria.
Esta estampa se completa con lugares conocidos:
«el mar vecino», «la cruz», o el negro » peñón cocío».

Qué magia tiene la «Peña», cuánto simbolismo encierra….
Los marteños se divierten y así cantan en las fiestas:
«Si la «Peña» de Martos fuera de azúcar,
estarían los marteños chupa, que chupa».

Qué divertida la romería, que en la Peña se celebra,
gran variedad de carrozas desfilan majestuosas,
para llevar a la Virgen, la Virgen de la Victoria
por las calles de este pueblo entre canciones y rosas.

Para escalar esta roca de laderas escarpadas,
la zona de los «Charcones» es la mejor preparada.
Cuando llegas a la cima, te encuentras tal panorama,
que te invita a repetir la alegría de esta jornada.

No podemos olvidar la inmensidad de sus vistas,
que se pueden observar desde alturas imprevistas:
vastos campos de olivar peinados con maestría,
salpicados con primor de casas, riscos y ríos.

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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho



Desde las Llanuras… Nuestro ADN

Emilio Almodóvar | Un joven de color, esperaba hace unos días su turno. Paciente, mientras tiritaba de frío. Sus dientes castañeaban al son de una triste melodía. Acababa de llegar a la ciudad, con la esperanza de encontrar trabajo en la recolección de aceituna, pero debido al frío, con el que se quiere despedir noviembre, nada ambicionaba más en aquel momento, que algo de abrigo. Ocurrió en una parroquia marteña mientras el personal voluntario de Cáritas repartía los vales mensuales de comida, y a pesar de no contar en aquellos momentos con lo que aquél inmigrante necesitaba, esas personas que acudían para ser ayudadas, se movilizaron y quince minutos más tarde, el joven de color tenía un abrigo cubriendo su cuerpo y un reconfortante caldo de pollo en sus manos.

Pensé en la fortuna de formar parte de una sociedad donde, en la perenne crisis económica y momentos de dificultad extrema para mucha gente, la familia, los vecinos y una solidaridad que nunca se perdió ha tomado las riendas de esa dramática situación que los poderes públicos no pueden o no quieren solucionar. Vivimos en un país solidario donde abundan tantos ejemplos y datos que lo corroboran, que no podemos hacer otra cosa, más que enorgullecernos, felicitarnos como sociedad y dar las gracias, a tantas y tantas personas anónimas que ayudan de una forma u otra a que esta realidad se materialice en la sonrisa de un niño o la tranquilidad y esperanza de sus padres.

A pesar de que uno de cada tres habitantes se encuentra en pobreza severa o riesgo de exclusión social, España ocupa el primer puesto del ranking mundial en ayudas de entidades privadas que se han enviado a Filipinas, por la reciente catástrofe que ha ocasionado el tifón Haiyan en ese país, además de las públicas y todo el capital humano que se ha desplazado hasta allí. Solo es un ejemplo y eso es digno de elogiar a nuestra sociedad y particularmente agradecer efusivamente a esas personas que lo han hecho posible.

Pero hablando más de solidaridad de andar por casa, no podemos olvidar a esas grandes empresas españolas, tantas veces maltratadas por eso de la generalización, que colaboran habitualmente con el banco de alimentos o que a través de sus fundaciones participan en acciones sociales que facilitan la vida a esos colectivos que por su edad o condición social más lo necesitan. Lástima que aquella utopía financiera española de las Cajas de Ahorro, haya acabado tan mal, por culpa de esos políticos que las han dirigido de forma aberrante. Pero al margen de ese fracaso, acciones como la donación de Inditex hace unos meses, de 20 millones de euros a Cáritas son ejemplos del ADN solidario de nuestros buenos empresarios. Que los hay, aunque la demagogia tan típica también en España, nos diga que lo hacen para desgravar o para limpiar su imagen por las condiciones de trabajo que sufren sus empleados en otros países, que dicho sea de paso, solo es problema de los legisladores que consienten eso. Lo que importa es el gesto, en este caso de la empresa de Amancio Ortega, que con su donación ha permitido a Cáritas llegar a más personas necesitadas y de una forma más variada. Y parte de esa donación también ha llegado a Martos. Me consta. Por eso, es necesario agradecer a todas esas empresas, que además de tener como objetivo ganar dinero, intenten contribuir y cooperar en las necesidades de la sociedad.

Un dato curioso. En los primeros diez puestos de la lista de las personas más ricas del mundo, se encuentran Bill Gates y Amancio Ortega. Mientras que el americano dona para la investigación y fabricación de preservativos de fibra de grafeno (seguro con intenciones comerciales), el español realiza la mayor donación jamás realizada a Cáritas. Cuestión de prioridades. Muchas gracias Don Amancio.

Pero el motivo de estas líneas no era dirigirme a las grandes y solidarias empresas españolas. Tampoco a los grandes gestos de solidaridad que ha mostrado España como país en catástrofes tan alejadas de nuestras fronteras, enviando recursos y personal, a través de ONG’s a las que debemos un profundo respeto y agradecimiento. Los verdaderos protagonistas de este texto, tienen nombre y apellidos, igual que las personas que ayudaron en ese mismo momento, al joven de color, ofreciendo de lo poco que podían, algo que para ese hombre era vital. Tal vez se llamen Juan, Miguel Ángel, María Jesús o Encarna, da igual, pero son esas personas a las que quiero agradecer, que en estos momentos tan duros, donen parte de sus menguadas pensiones, parte de su salario mínimo, un poco de la bolsa de la compra, un juguete, parte de su impagable tiempo, su esfuerzo tras un día agotador, su ilusión por vivir a pesar de los problemas, aquello que no utilizan y otra persona puede necesitar. Son esas personas, que de manera individual, o de forma organizada, a través de asociaciones de cualquier tipo, Iglesias de cualquier credo y ONG’s grandes como Cruz Roja u otras más modestas, hacen posible que en este país, la pobreza, la incertidumbre y el sufrimiento de tanta gente, sean menos dolorosos. Esos anónimos, con sus nombres y apellidos son los verdaderos protagonistas y héroes del mundo en el que nos ha tocado vivir.

De verdad pienso que gracias a todas esas personas, la paz social en este país aún se puede prolongar, porque con los datos que conocemos de desempleo, salarios, recortes…etc., alguna explicación debe haber para que España siga siendo un lugar tranquilo, donde a pesar de la desesperación que se manifiesta todos los días en demasiados casos particulares, la situación general es de una tensa calma, a la que estos héroes y heroínas contribuyen de manera muy directa, gracias a esas necesidades básicas que ayudan a cubrir.

Mientras nuestros políticos nos dan ejemplos, como rescatar bancos, repartir sobres con dinero negro, y forrarse con procedimientos de dudosa legalidad y escasa ética. Mientras nuestros políticos, nos dan ejemplos tan bochornosos, como atracar supermercados y ocupar propiedades privadas apelando a un supuesto derecho no escrito. Mientras nuestros políticos nos dan esos ejemplos y más que me dejo en el tintero, nuestra sociedad se organiza, se ayuda y se rescata a sí misma.

Gracias



El Castillo de la Peña de Martos, una joya que Salvar!

Miguel Caballero | Soy de la opinión de que todo buen marteño/a que se precie, debería subir al menos una vez en la vida al castillo de la Peña de Martos, para descubrir tan impresionante atalaya medieval y el magnifico entorno natural que desde la cima de la Peña se puede apreciar.

A lo largo de los siglos, han sido varias las ocasiones en las que se a intentado recuperar esta fabulosa fortaleza y por desgracia la mayoría de los intentos han sido siempre vanos. Pero, quien la sigue la consigue y el sueño de ver al símbolo de la Ciudad de Martos recuperando parte de su antiguo esplendor es una constante en las mentes de muchos ciudadanos no solo de Martos, si no también de fuera que nunca pierde fuerza.

Al contrario, recientemente han sido varias las iniciativas para pedir la restauración de este castillo y en estos momentos existe una oportunidad magnifica para que esta obra tan deseada se convierta por fin en una realidad.

La restauración del Castillo de la Peña de Martos llega al Senado de España, para pedir al gobierno ayuda económica para su recuperación.

Una recuperación, como digo reivindicada por cientos de personas que queremos que este cachito de nuestra historia se salve del imparable peso de los siglos que amenaza con destruir sus ya menguadas ruinas.

Algunos dirán, que este no es un buen momento para tamaña obra. Yo les diré, que este es sin duda un momento mas que propicio, ya que la restauración no seria un gasto, si no una inversión que proporcionaría muchos puestos de trabajo, no solo en sus obras, además para atraer el turismo a nuestra ciudad. Como lo están haciendo muchos pueblos de nuestro entorno como Torredonjimeno, Alcaudete, Alcalá la Real que han conseguido que el turismo se haga un hueco en sus economías.

También alguien podría pensar que arreglar el Castillo de la Peña es imposible por lo complicado de acceder a este. A esos les digo, que se fijen en la restauración de Castillos «imposibles» como el de Albanchez de Magina, encaramado a la pared de una roca a varias decenas de metros de altura o el Castillo de Tíscar, para cuya restauración se debió construir una pasarela metálica que salvase la gran altura que tiene el castillo.

El castillo de Albanchez a varios cientos de metros sobre el pueblo Castillo de Tíscar, de acceso casi imposible
O como el Castillo de Calatrava la Nueva, en Castilla la Mancha, que después de dos décadas de trabajos aun sigue recuperándose, aunque ya se a convertido en un gran reclamo para esta comunidad.

Sobran motivos para Salvar al Castillo de la Peña de Martos.

También motivos históricos. Fue en la Cima de la Peña, donde surgió el germen que daría lugar a la Ciudad de Martos. Hace mas de 2000 años, los íberos comenzaron a construir un recinto defensivo «Oppidum» en el alto de la Peña, que serian testigo de las famosas hazañas de Viriato contra los romanos. Los mismos que tras la llegada a Hispania y conforme nuestra ciudad, la antigua Colonia Augusta Gemella Tuccitana iba ganando importancia y población, ampliaron dicho baluarte.

Rocas lunares de la peña, llegando al castillo

Con la llegada de la dominación árabe, la Villa de Martos cobro una importancia extraordinaria que se alargo durante los cinco siglos de dicha ocupación, creando un gran castillo sobre los cimientos del antiguo recinto ibero-romano: el «Hisn-tuss» el castillo de Tucci.

Y fue con la Batalla de las Navas de Tolosa, cuando el rey Fernando III el Santo consiguió la entrega de la ciudad a manos cristianas, iniciando un nuevo proceso de ampliación del castillo aumentando su ya vital importancia como plaza fuerte, que tuvo que soportar además los numerosos ataques de varios reyezuelos árabes, creando verdaderas leyendas, como la defensa de Doña Mencía de Haro y de todas las mujeres del castillo que en ausencia de su marido y de la gran parte de la tropa, se armaron para salvar tan importante plaza.

O la tragedia de los hermanos Carvajales, que fueron despeñados desde el castillo por orden de Fernando IV que murió emplazado ante Dios, por cometer dicho crimen y que a pasado a la historia como Fernando el Emplazado.

Tras la entrega del castillo a la Orden de los Caballeros Calatravos, la reconquista fue llegando a su fin y el castillo fue quedando deshabitado, que no olvidado, pues ya en el siglo XVI se intento rehabilitar el castillo, una idea como queda en evidencia continua presente.

Sobran pues motivos para la Restauración del Castillo de la Peña.

Y ya es hora, de poner en valor esta Fortaleza Inexpugnable como fue conocida durante mucho tiempo.

Para que propios y extraños podamos seguir impresionándonos de las vistas que proporcionan los 1003 metros de altura de esta montaña que gobierna un mar de olivos, donde surgen las siluetas de infinidad de pueblos: Baena, Jamilena, Torredonjimeno, Higuera de Calatrava, Los Villares, Porcuna, Arjona, Luque…

La peña llega a verse desde mas de 90 kilómetros de distancia

Y para que el ascender a la Peña, el pasear por sus murallas junto a sus torres, el detenernos a observar su Alberca y su Aljibe o el sentarnos a la sombra de su Torre del Homenaje sea siempre un paseo enriquecedor …

Alberca y Aljibe

No como ahora, lleno de melancolía y tristeza por lo mucho que tenemos que salvar .

Esta en nuestra mano..

SALVEMOS EL CASTILLO DE LA PEÑA