Dos palabras, que encierran un sinfín de deseos y que en estas fiestas, que se avecinan, solemos decirnos con más o menos sincera intención. A mí, particularmente, me gustan mucho y, aunque su uso está reservado a estas fechas, mágicas fechas, deberíamos desearnos su más genuino contenido en todos los tiempos, deberían ser extemporáneas, sin paliativos: mucha paz y muchos bienes. Porque, insisto, parece que cuando tenemos que estar muy saludables, tener mucha felicidad, vivir pacíficamente, tener un lucrativo trabajo y, qué sé yo cuántas cosas más, es ahora, en Navidad y en las vísperas de un nuevo año tan sutilmente incierto como tantos otros anteriores. En fin, todo esto que digo, no quisiera que empañara algo que tiene mucho significado para tantas y tantas personas que hacen de la NAVIDAD, como yo mismo, el banderín donde engancharnos a una felicidad, a veces, tan efímera, pero tan bonita y prometedora en tiempos infelices y llenos de sacrificios y penalidades, que no podemos retraernos a dar rienda suelta a nuestros mas libres pensamientos. Es un deseo, al menos en mi caso, que nos transporta al calor familiar; a las reuniones con amigos íntimos, a veces, un poco olvidados durante el resto del año; a vivir la ilusión de la Lotería, quizá, el único medio, para una mayoría, de poder cambiar en las materialidades de su existencia; a soñar, como en esos cuentos infantiles, idealizando los momentos sencillos de una existencia normal, pero que el bonito ambiente, la música, el valor de los deseos y la metáfora de una mente abierta a los intentos de ser felices, a la ternura y a la pausa para todo mal, pues en estos días hay que desterrar todo lo que sea venganza, indignidad, hipocresía…, hace que la vida sea como en esa bonita canción «LA VIE EN ROSE».
Hay motivos, efectivamente, para buscar todos los momentos de felicidad a nuestro alcance y aferrarnos a ellos con la misma fuerza, que otros ponen en teñir de oscuro y llenar de amarga hiel nuestras, generalmente, simples y sencillas existencias. No obstante, siempre tendremos que mirar con espíritu constructivo y elevación de miras lo que la vida nos ofrece. Es posible que nosotros nos quejemos y otros envidien nuestra vida. Suele ocurrir con frecuencia que, lo que a nosotros nos parece vulgar, pobretón y anodino, para otros resulte ser realmente interesante, superior y satisfactorio. Son cosas que suelen estar íntimamente unidas con nuestra forma de ser, nuestra personalidad y nuestro umbral de agradecimiento a la vida.
Bien, después de esta sencilla reflexión, quiero, como último saludo del año que se nos muere irremediablemente, no sé si para bien o para mal, desearos lo más bonito, tierno, afectuoso, imaginativo, poético……y qué mejores palabras para expresarlo que con este poema que quiere hacerlo extensivo a todos y que se titula » PAZ Y BIEN».
P A Z Y B I E N
Paz y Bien a mi querida familia,
que me ayuda y me conforta
en las quiebras de mi vida.
Paz y Bien a mis amigos del alma
por mantener la llama viva
de mi amistad, ya, tan larga.
Paz y Bien a tantas buenas personas,
que pululan por el mundo,
ayudando a los demás sin valorarse sus obras.
Paz y Bien a los que sufren el mal
de enfermedades malignas
sin que se puedan curar.
Paz y Bien a los parados, desahuciados,
marginados y tantos otros….,
que luchan por verse hartos
de una justicia social, tan difícil de alcanzar.
Paz y bien a todos los mandatarios,
que el mundo quieren cambiar
con honradez, justicia, paz y valores solidarios.
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Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho