VOCES YA EN HISTÓRICO SILENCIO… Lara de Tucci
De Redacción | 7. agosto 2013 | Categoría: Clásica, En Portada, Opinión | Sin comentarios » ComparteTweetLara de Tucci | Hace unas cuantas semanas escribí en este mismo medio, MARTOS AL DÍA, acerca de un galardón que recibí en abril; por cuanto dicho galardón lo gané gracias, entre otros motivos, al concurso y a la participación de la Coral Tuccitana. Hoy vuelvo a referirme a este conjunto de voces, pero por razones muy distintas; razones un tanto descorazonadoras, de esas que nos dejan, ya para siempre, sólo a merced de la nostalgia, envueltos en unos recuerdos que, aunque imperecederos, son, no obstante, eso: recuerdos.
Porque son los recuerdos y la nostalgia -conjuntamente con la historia, como reflejo en el soneto con el que finalizo este artículo- lo único que nos va a quedar desde ahora mismo de “nuestra” Coral; la cual desaparece, como me dice en un correo Miguel Ángel Cruz Villalobos, tras más de treinta años de recorrido artístico de la mano de su director, fray Fernando Colodro. Amplio recorrido que le ha servido al grupo para sembrar de voces cadenciosas y de tonos musicales todos aquellos lugares y escenarios que han venido pisando sus miembros; llevados únicamente por sus aficiones cantoras y por el amor a las notas musicales de vocalización que todos demostraron siempre con creces.
Y sin que, en tantos años, decayeran los ánimos que abrigaban por participar conjuntamente en el grupo que naciera -quizá ignorantes aún de que aquello llegaría a ser una institución de suma importancia- con el loable propósito de ser tan sólo una referencia cultural marteña; con la Peña, como testigo, de su creación primero y luego de su desarrollo y de lo que sería su experimentada expansión. Todo, paso a paso, ensayo tras ensayo, actuación tras actuación, con sacrificios y esfuerzos sinnúmero. Dedicaciones, en fin, dignas de todos los elogios que han acumulado en muchos sitios cada uno de sus componentes en particular y el conjunto polifónico en general.
Son muchos años de dedicación al arte de la vocalización, siempre tan recreante en actos festivos, culturales e, incluso, religiosos. Años de media vida humana en los que hay que destacar, muy principalmente, la labor del antes aludido director, Fernando. Pero igualmente la labor de aquellos miembros del grupo que siempre estuvieron ahí, interpretando con inusitada entrega lo que hubiera que interpretar de los temas más variados: la labor del también citado Miguel Ángel, que ya tenía en la coral una continuadora de la familia, su hija Cristina, de encanto singular; la de Mari Carmen Abolafia, excelente soprano -creo recordar que un día le dije, tras una actuación, que de haber vivido en Madrid habría alcanzado mayores metas artísticas con su voz-; la del esposo de ésta, Pepe Colodro; la del matrimonio formado por Fidel Cuesta y Encarnita López; así como la labor, para terminar, de tantos componentes que se fueron sucediendo o permaneciendo activos, cuyos nombres o apellidos lamento de veras ignorar.
Han sido muchos años los que el grupo estuvo unido en su función artística. Y ahora ha llegado a su fin. Todo en esta vida tiene conclusión. Pero la Coral Tuccitana deja una historia cultual tal, que hasta las futuras generaciones de marteños tendrán que reconocerle el mérito; de la misma manera que yo, asociado colaborador, se lo vengo reconociendo desde siempre. Mas ahora, con la inspiración del siguiente soneto.
En silencio se quedan las gargantas
que por años de artística vigencia
entonaron con coplas de cadencia
actuaciones de puras normas tantas.
Sus proyecciones -¡oh, en verdad, cuántas!-
del marteño renombre en referencia
polifónica fueron una esencia
de notas bien profanas o bien santas.
Los muchos escenarios que pisara
la Coral Tuccitana, sus telones
echan, pues son ya velos de tristeza.
Pero queda su historia, que iniciara
fray Fernando Colodro con canciones
que el grupo interpretó con sutileza.