Desde las Llanuras… Nuestro ADN

Emilio Almodóvar | Un joven de color, esperaba hace unos días su turno. Paciente, mientras tiritaba de frío. Sus dientes castañeaban al son de una triste melodía. Acababa de llegar a la ciudad, con la esperanza de encontrar trabajo en la recolección de aceituna, pero debido al frío, con el que se quiere despedir noviembre, nada ambicionaba más en aquel momento, que algo de abrigo. Ocurrió en una parroquia marteña mientras el personal voluntario de Cáritas repartía los vales mensuales de comida, y a pesar de no contar en aquellos momentos con lo que aquél inmigrante necesitaba, esas personas que acudían para ser ayudadas, se movilizaron y quince minutos más tarde, el joven de color tenía un abrigo cubriendo su cuerpo y un reconfortante caldo de pollo en sus manos.

Pensé en la fortuna de formar parte de una sociedad donde, en la perenne crisis económica y momentos de dificultad extrema para mucha gente, la familia, los vecinos y una solidaridad que nunca se perdió ha tomado las riendas de esa dramática situación que los poderes públicos no pueden o no quieren solucionar. Vivimos en un país solidario donde abundan tantos ejemplos y datos que lo corroboran, que no podemos hacer otra cosa, más que enorgullecernos, felicitarnos como sociedad y dar las gracias, a tantas y tantas personas anónimas que ayudan de una forma u otra a que esta realidad se materialice en la sonrisa de un niño o la tranquilidad y esperanza de sus padres.

A pesar de que uno de cada tres habitantes se encuentra en pobreza severa o riesgo de exclusión social, España ocupa el primer puesto del ranking mundial en ayudas de entidades privadas que se han enviado a Filipinas, por la reciente catástrofe que ha ocasionado el tifón Haiyan en ese país, además de las públicas y todo el capital humano que se ha desplazado hasta allí. Solo es un ejemplo y eso es digno de elogiar a nuestra sociedad y particularmente agradecer efusivamente a esas personas que lo han hecho posible.

Pero hablando más de solidaridad de andar por casa, no podemos olvidar a esas grandes empresas españolas, tantas veces maltratadas por eso de la generalización, que colaboran habitualmente con el banco de alimentos o que a través de sus fundaciones participan en acciones sociales que facilitan la vida a esos colectivos que por su edad o condición social más lo necesitan. Lástima que aquella utopía financiera española de las Cajas de Ahorro, haya acabado tan mal, por culpa de esos políticos que las han dirigido de forma aberrante. Pero al margen de ese fracaso, acciones como la donación de Inditex hace unos meses, de 20 millones de euros a Cáritas son ejemplos del ADN solidario de nuestros buenos empresarios. Que los hay, aunque la demagogia tan típica también en España, nos diga que lo hacen para desgravar o para limpiar su imagen por las condiciones de trabajo que sufren sus empleados en otros países, que dicho sea de paso, solo es problema de los legisladores que consienten eso. Lo que importa es el gesto, en este caso de la empresa de Amancio Ortega, que con su donación ha permitido a Cáritas llegar a más personas necesitadas y de una forma más variada. Y parte de esa donación también ha llegado a Martos. Me consta. Por eso, es necesario agradecer a todas esas empresas, que además de tener como objetivo ganar dinero, intenten contribuir y cooperar en las necesidades de la sociedad.

Un dato curioso. En los primeros diez puestos de la lista de las personas más ricas del mundo, se encuentran Bill Gates y Amancio Ortega. Mientras que el americano dona para la investigación y fabricación de preservativos de fibra de grafeno (seguro con intenciones comerciales), el español realiza la mayor donación jamás realizada a Cáritas. Cuestión de prioridades. Muchas gracias Don Amancio.

Pero el motivo de estas líneas no era dirigirme a las grandes y solidarias empresas españolas. Tampoco a los grandes gestos de solidaridad que ha mostrado España como país en catástrofes tan alejadas de nuestras fronteras, enviando recursos y personal, a través de ONG’s a las que debemos un profundo respeto y agradecimiento. Los verdaderos protagonistas de este texto, tienen nombre y apellidos, igual que las personas que ayudaron en ese mismo momento, al joven de color, ofreciendo de lo poco que podían, algo que para ese hombre era vital. Tal vez se llamen Juan, Miguel Ángel, María Jesús o Encarna, da igual, pero son esas personas a las que quiero agradecer, que en estos momentos tan duros, donen parte de sus menguadas pensiones, parte de su salario mínimo, un poco de la bolsa de la compra, un juguete, parte de su impagable tiempo, su esfuerzo tras un día agotador, su ilusión por vivir a pesar de los problemas, aquello que no utilizan y otra persona puede necesitar. Son esas personas, que de manera individual, o de forma organizada, a través de asociaciones de cualquier tipo, Iglesias de cualquier credo y ONG’s grandes como Cruz Roja u otras más modestas, hacen posible que en este país, la pobreza, la incertidumbre y el sufrimiento de tanta gente, sean menos dolorosos. Esos anónimos, con sus nombres y apellidos son los verdaderos protagonistas y héroes del mundo en el que nos ha tocado vivir.

De verdad pienso que gracias a todas esas personas, la paz social en este país aún se puede prolongar, porque con los datos que conocemos de desempleo, salarios, recortes…etc., alguna explicación debe haber para que España siga siendo un lugar tranquilo, donde a pesar de la desesperación que se manifiesta todos los días en demasiados casos particulares, la situación general es de una tensa calma, a la que estos héroes y heroínas contribuyen de manera muy directa, gracias a esas necesidades básicas que ayudan a cubrir.

Mientras nuestros políticos nos dan ejemplos, como rescatar bancos, repartir sobres con dinero negro, y forrarse con procedimientos de dudosa legalidad y escasa ética. Mientras nuestros políticos, nos dan ejemplos tan bochornosos, como atracar supermercados y ocupar propiedades privadas apelando a un supuesto derecho no escrito. Mientras nuestros políticos nos dan esos ejemplos y más que me dejo en el tintero, nuestra sociedad se organiza, se ayuda y se rescata a sí misma.

Gracias

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2 comentarios
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  1. Sr. Almodóvar: me ha encantado su artículo y constato que hay personas que son capaces de romper una lanza por tantas personas caritativas, que dejan parte de su peculio personal en hacer que la convivencia sea más solidaria. Usted ha sabido resaltar el espíritu de amor y de entrega de estas personas, personas con la mente muy bien amueblada para esta situación de crisis, que son capaces de dar y compartir con los que menos tienen. Estoy talmente de acuerdo con lo que expone y lo felicito por sacar a colación estos temas y ensalzar a estas personas, que merecen mucho más, por su labor callada y solidaria. Mis saludos.

  2. Muchas gracias Don Francisco.

    Se acerca la Navidad, fechas entrañables, donde todos nos concienciamos mucho más acerca de la solidaridad. Pero no podemos olvidar y ensalzar a esas personas, que durante todo el año, dedican parte de su valioso tiempo o parte de sus recursos, a esas labores humanitarias tan necesarias, y que tan cerca tenemos, de forma altruista. Simplemente por amor al prójimo. Son valientes como usted bien los califica, que dan de lado a sus propios problemas para ayudar a los demás. Auténticos héroes y heroínas.

    Un afectuoso saludo

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