El Rincón de Paco Teva… ACEITUNAS DE CORNEZUELO
De Redacción | 11. octubre 2013 | Categoría: Clásica, En Portada, Opinión | 2 comentarios ComparteTweetMirando en facebook, me ha sorprendido, agradablemente, una foto de la web «Yo también vivo en Jaén», cuyas señas son:www.facebook.com/YoTambienVivoEnJaen
Se trata de algo muy simple, pero que a mí me ha tocado la fibra sensible y me ha recordado algo de toda mi vida: una cazuela con aceitunas de cornezuelo, machacadas y aderezadas como sólo en Jaén se sabe hacer. Ha sido un amigo de mi círculo de facebook, Juan León, el que ha compartido esta información de la web mencionada. Yo, incluso, he puesto, además del ME GUSTA, un comentario: «Qué ricas con un vaso de buen vino», pues, efectivamente, cuando hay aceitunas de cornezuelo, mi tapa favorita para tomarme un vaso de vino es estas aceitunas, sobre todo si están gordas porque las lluvias hayan venido en su tiempo (la foto las presenta enormes, apetitosas, diciendo: ¡¡cómeme!! Su pulpa, ya, endulzada y con los sabores y los aromas, que le proporcionan los diversos aliños y especias, un cúmulo de matices distintos, es un bocado único y no es que quiera hacer una alabanza gratuita e inútil de las mismas, es que forman parte, para mi gusto, de los manjares, con mayúscula, humildes, baratos y al alcance de nuestra mano. Creo, sin lugar a dudas, que es algo ancestral, de muchos siglos, metido en nuestra tradición olivarera, que forma parte de nuestras costumbres culinarias y que cumple todo un rito para los que somos de Martos y por supuesto de Jaén. Yo, que procedo de una familia de agricultores, con algunos olivos en propiedad, recuerdo, con nostalgia y alegría, cuando, todos los años, al llegar mediados de octubre y según la «luna», hemos ido a recoger la aceituna de cornezuelo, junto con otras gordales y la corriente picual. Como el olivo es «vecero», o sea que suele tener un año sí y otro no, se ha procurado hacer los injertos de cornezuelo, – qué sabiduría tienen los hombres del campo-, de forma que pudiera conseguirse, todos los años, alguno que tuviera y cubrir las necesidades de la casa.
En Martos, hablar de aceituna es algo normal. La aceituna u oliva, como le dicen en otros sitios, que ése es su nombre, forma parte de nuestros más profundos sentimientos y el olivo, padre de estas criaturas de vientres abultados, que se van llenando del secular aceite, nuestro árbol mágico y emblemático, que define nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser, de sentir, de alimentarnos, musa de poetas, pintores, escultores…Martos es como un gran océano, que se mueve al ritmo de los vientos, observado por la «Peña», desde su atalaya. Océano que nos dona lo mejor de sus entrañas: ese bálsamo sagrado amargo y rubio.
Mirando en la Enciclopedia, he podido averiguar que la aceituna de cornezuelo de Jaén y, por supuesto de Martos, es de la variedad CORNICABRA, aquí le llamamos CORNEZUELO, aunque es más alargada y puntiaguda.
En Murcia, donde voy con frecuencia, lo he podido comprobar, pues allí existe la cornicabra normal.
¡¡¡¡Qué rica, qué sabrosa!!!! ¡¡¡¡Cómo alegra nuestras mesas!!!!
Quiero finalizar esta sencilla alabanza a las aceitunas de cornezuelo, con un poema de mi libro, mi único libro publicado, Alientos de Vida, que describe, creo, con bastante exactitud el ambiente meteorológico y circunstancial de estas aceitunas.
APUNTES
La canícula estival
va perdiendo su justicia;
las blancas nubes inciertas
van preñándose de lluvia
y el viento, que juega absorto,
va cambiándolas de sitio
mientras los viejos olivos
se abanican con sus hojas,
exhalando sus suspiros.
El olivar duerme inquieto
mirando el cielo plomizo
y se despierta sediento
en un cielo azul y limpio,
que lo envuelve con su luz,
que lo abrillanta y lo adorna
con infinidad de espejos
en la plata de sus hojas.
Septiembre va agonizando
y esperamos con anhelo
que la lluvia, tibia y fina,
envuelva con su misterio
la corona de la “Peña”
con singular esclavina.
Aceitunas alargadas,
de puntiaguda semilla,
verdean en el olivar
con siluetas delgadas.
Tienen miedo que la luna
de “llena” pase a “menguante”,
no quieren ser arrancadas,
de las ramas una a una,
para el honor de las mesas,
para halagar paladares
curadas con blanca sal
del estero de los mares.
.
Francisco Teva Jiménez
Maestro / Lic. en Derecho
Me encanto el comentario sobre las aceitunas,soy un marteño y hace muchos años emigro a cataluña,y no por eso cuando encuentro alguna referencia a la tierra mi tierra me se pone ,piel de gallina,recuerdos a todos los jienenses y en particular a los marteños.
Una bonita referencia a las aceitunas de cornezuelo, algo tan nuestro y tan metido en nuestra tradición que, de verdad, merece la pena recordarlas para rendirles un merecido homenaje y que sean devoradas aunque sea con la vista.